cinco

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Cuando terminan la tarea, Jongin organiza las libretas y va por dos cuartos de jugo en la nevera. Sehun preferiría que le dieran algo de té, de burbujas para ser preciso, mas sabe que no tienen de este en la casa de su amigo y por ello no se queja.

—¿Quieres jugar con las estrellitas?

—Suena bien —responde Sehun—, solo deja que termine el jugo.

—De acuerdo.

Hace frío aunque es noche de verano, ambos pares de piernas se mecen sobre sus asientos mientras ellos se hacen caras extrañas, nada más para sacarse sonrisas. Al acabar el jugo Jongin bota los cartones vacíos en la papelera y corre hasta la despensa, olvidándose de traer una silla que de todas formas Sehun ya trae a cuestas.

—Gracias —dice y ayuda a su amigo, colocando el mueble en el lugar indicado para alcanzar esa caja delgada de color azul.

—¿Seguro puedes alcanzarla?

—Claro que sí, confía en mí.

Sehun sonríe, mostrando los agujeros entre sus dientes de leche.

—Siempre confío en ti.

Jongin le imita.

—Entonces sigue haciéndolo —pide, orgulloso se ser digno de la confianza del menor. Tiene cuidado al elevarse sobre la silla y más aún al estirar sus brazos sobre la despensa. No puede ver lo que busca, mas saca la lengua y la aprieta entre sus labios apenas sus dedos tocan lo que cree busca.

Sehun sigue sosteniendo la silla, asegurándose de no dejar al mayor caer.

Sabe que podrían meterse en problemas por encender fuego ellos solos, pero ya lo dijo, confía en Jongin, y este no suele fallarle.

Gracias a un viejo yesquero que alguien habrá dejado mal parado, Jongin hace que un palito empiece a echar chispas. Le da uno a Sehun, para que este empiece a correr por el patio con la estrellita en la mano, y él enciende uno para seguirle. No está bien que jueguen a eso sin permiso, se supone, pero es más divertido cuando lo hacen de esa forma. Desde el patio del vecino se puede ver a los dos niños brincar con sus luces tiritando, dibujando su amistad donde la oscuridad se asoma para luego esconderse.

Sehun dibuja caras felices, Jongin dibuja planetas lejanos, y cuando la caja azul con detalles de colores se halla vacía por completo, ambos se echan sobre el césped. Es una vieja costumbre el dejar picarse los brazos por este. Respiran profundamente, aspirando el aroma a cena proveniente de la cocina y la humedad de la tierra bajo sus cuerpos.

—Salimos justo a tiempo.

—Creo que preparan sopa.

—No me gusta la sopa —arruga la cara Sehun.

Los palitos ya no brillan, pero esos puntos centelleantes en el cielo nocturno se mueven. Y allí va, una estrella fugaz.

Jongin le pide, en silencio y esperanzado, con el cabello de SeHun rozando al suyo; que cuando los alienígenas por fin se lo lleven lejos y le enseñen el espacio, puedan visitarse cada tanto como lo hacen ahora.

Y cierra los ojos, como si así el deseo cobrara más fuerza y validez.

alien friendly ✧ kaihunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora