Mala idea.

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El mensaje decía:

Mañana, 6:00 am te espero en el Parque Griffith. Allí me encontrarás y obtendrás todas las respuestas que necesitas. NO FALTES, o mi próxima víctima será tu amigo... Alex.

Oh... el señor anónimo había aparecido de nuevo.

Iría al lugar indicado, quería respuestas, y allí las tendría. Lo único malo de todo, es que mañana tendría clases, ya que era viernes. Aunque bueno... ¿Quién no ha faltado un día viernes a clases?

De cualquier manera, mi idea era ir al parque, hablar con el pinche anónimo y volver para las siete treinta que es la hora en la que entro el colegio, y ya.

Tecleé una respuesta rápido al celular de anónimo:

Allí estaré.

Luego de un par de horas, decidí dormirme; obviamente no sin antes activar la alarma para poder ir al lugar que me indicaron.

Odiaba hacerle caso a alguien, yo soy divergente, mi divergencia corría peligro.

<Pero Alex también> me recordó mi mente.

Rayos, debería dejar de ser divergente para salvar a mi mejor amigo, si no lo hacía, no volvería a verlo. Ash, si eso no es amor, entonces no sé qué lo sea.

Mi celular volvió a sonar, era una llamada, rápidamente lo tomé desesperada, creyendo que podría ser anónimo.

- ¿Hola? –respondí.

- Hola Emmie –dijo Dylan.

- Oh Dylan... ¿Cómo estás? –pregunté.

- Muy bien, ¿y tú? ¿Ya te estás mejor?

- Sip, algo –respondí.

- Hablé con los chicos –soltó de repente.

- ¿Y...?

- Pues me enteré de que mañana cumples años –dijo.

- Oh... -yo pensé que había hablado de lo que pasó en la tarde.

- Estoy buscando tu regalo –dijo-. No encuentro un pinche unicornio por ningún lugar.

- ¿Es en serio? –Sonreí cuan niña emocionada- ¿Cómo sabías que quiero un unicornio?

- Luke me lo dijo –se rió.

- Ah...

- Igual ese es su regalo, yo lo compro por él porque él no puede caminar, ya sabes...

- Sí –dije dolida. Él estaba así por mi culpa.

- Y también busco el mío –dijo rápidamente.

- No hace falta, Dylan –respondí.

- Sí, si hace falta. Tú te lo mereces, eres la persona más increíble que conozco.

- Yo no soy así –negué con mi cabeza.

- Claro que sí –aseguró.

- Que no –rodé mis ojos.

- Por supuesto que sí, niña. No conozco a nadie como tú –insistió.

- ¿Cómo yo qué? –suspiré cansada-. Soy una persona común y corriente que lo único que hace todo el día es leer, soy infantil, desprolija, inmadura, y muy dramática.

- Eres una de las personas que tienden a ser admirables en todos los sentidos, es que en serio, no te digo que eres perfecta porque seguramente odias que te lo digan, pero lo eres –dijo-. Desde algo tan mínimo como tú forma de vestir hasta lo más hasta lo más bonito y complejo como la forma en la que enfrentas a la vida en general, eres admirable, eres hermosa en todos y cada uno de los sentidos, cada aspecto de tu personalidad que hace que... simplemente seas perfecta, que, seas... Tú.

La Chica de la BibliotecaWhere stories live. Discover now