Mi pequeño ángel.

261 28 53
                                    

EMMA Pov's.

Luego de todas las compras que hicimos, por fin llegamos a la casa. El primero en recibirme, y, al parecer el único que estaba allí era Thiago.

- ¡Emma! –Me abrazó- Me alegra mucho verte.

- Gracias, Thiago. También me alegra verte.

- ¿Qué? –Preguntó mi madre sorprendida- ¿Ustedes ya se conocían? ¿Por qué no me lo dijeron?

- Pues porque no sabíamos de esto, mamá –bufó mi hermano... Wow, se sentía tan raro decirle así a Thiago, pero, me gustaba. Me daba calma entre tanta tormenta.

- Bueno, eso ya no importa, al menos se llevan bien. Más tarde conocerás a tus otros hermanos, Emma. Ya están por venir –dijo ella.

- Ya tuve el... -iba a decir algo feo, pero no, no podía decirle eso a mi madre- el honor de conocerlos, mamá.

- Ay, ¿por qué soy la última en enterarme de todo en esta casa?

- Ya, ya hija –dijo mi abuelo, con una sonrisa-. Emma, querida, ¿te gustaría salir a caminar conmigo un rato, mientras llegan los invitados? Creo que debemos recuperar muchos años, ¿no?

- Claro... abuelo –sonreí con melancolía.

Salimos al patio de la casa, era inmensamente bello. Había muchas flores y muchísimos árboles. También tenía una fuente y unos juegos. Me pregunté de quién sería.

- Oh, esos juegos están desde que nacieron ustedes. Tu madre nunca los quiso quitar porque nunca perdió la esperanza de que algún día volverías.

- En parte, realmente me alegra oír eso, abuelo –le sonreí, y él hizo lo mismo.

- Así que cuéntame, pequeña... ¿qué te gusta hacer, cuáles son tus pasatiempos? –preguntó él con curiosidad.

- Bueno... amo los libros, abuelo –sonreí-. Tanto que en mi escuela me llaman "La Chica de la Biblioteca" –rodé mis ojos recordando ese estúpido apodo.

- Vaya, vaya... ahora entiendo por qué te llevas bien con tu hermano.

- Pero a Logan... -comencé a decir confundida, sin embargo, la realidad me golpeo bruscamente-. Ah... sí, hablas de Thiago, abuelo.

- Sí...

- ¿Abuelo, puedo preguntarte algo?

- Claro que sí mi pequeño ángel.

- Oye, espera... ¿Puedes repetir eso? –pregunté atónita. No podía ser.

- ¿Mi pequeño ángel? –preguntó él confundido.

- Eras tú... -susurré.

- ¿De qué hablas, Emma?

- Es que... el otro día fui a un campamento con la escuela, y... yo siempre he tenido pesadillas, al menos desde que tengo memoria, entonces... en uno de esos días que estuve allá, soñé con un hombre que me decía "mi pequeño ángel" y... ahora viéndote a ti y escuchando tu voz con atención, me doy cuenta que eras tú, abuelo –sonreí.

- Es impresionante que lo recordaras –sonrió.

- ¿De qué hablas, abuelo?

- Así te llamé desde el día en que naciste... esto es algo hermoso –miró al cielo.

- Sí...

- ¿Ahora me permites hacerte una pregunta, Emma?

- Claro, abuelo...

- ¿Por qué me dices "abuelo" cada vez que me hablas? –preguntó.

- Es que... los abuelos son seres especiales en la vida de una persona. Yo, no pude compartir mucho con mis abuelos... adoptivos, por así decirlo, y... el tenerte aquí conmigo y saber que llevo tu sangre, es muy importante para mí. Solo... imagina lo que fue para mí poder verte nada más que en mis sueños... -las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos-. Creo que inconscientemente esperé mucho para que este momento llegara, ya había empezado a olvidarte, no porque quisiera, pero... ya sabes, el tiempo es el peor enemigo del hombre. Yo, solo... te extrañé, abuelo –lo abracé con tanta fuerza que me dolían los brazos.

La Chica de la BibliotecaWhere stories live. Discover now