Abismo Mental

915 73 125
                                    

Siguiente capítulo de este fic doloso.

----------------------------------------------

Resulta difícil para cualquier persona, el llegar a imaginar lo que significa tener 11 hijos. Aun cuando todos ellos tengan muy marcadas sus actitudes y preferencias; el solo número resulta apabullante.

Pero si de algo Rita podría estar segura es que de todos sus hijos, los gustos de Leni eran los más obvios. Un fino tacto para la ropa, milimétrica en los detalles, un gusto por lo estético. Un pequeño solecillo que cuya nobleza alumbraba todo lo que rodeara.

Por eso fue que, cuando vio bajar y cruzar la puerta a esa joven rubia con lentes oscuros cubriendo sus ojos, un vestido que estaba segura ya estaba por ser lanzado al bazar y el cabello sacudido, no supo que decir.

Todos sus hermanos se dieron cuenta del cambio de Leni. Estaba totalmente fuera del lugar en el que estaban acostumbrados a verla y definitivamente la sorpresa fue compartida.

Lola levantó la mano levemente para decir algo pero Rita les hizo señas a sus hijos marcando un rotundo "no". Era obvio que algo no andaba bien.

Leni debía estar pasando por una etapa rebelde o de algún cambio, y para Rita era claro debía hablarlo con ella a la brevedad.

Pero sería en la tarde. Ahora debían partir a la escuela y el tiempo apremiaba.

Rita no quería que ninguno de los otros chicos la pusiera más a la defensiva, así que acercó a Lori y le dejó claro que tenían que evitar que Leni se sintiera incómoda, a lo cual Lori se comprometió.

-No te preocupes mamá, lo tendré bajo control- le aseveró.

Y antes de que estuvieran acomodados en la vieja vanzilla, ya todos estaban advertidos de una u otra manera, de lo que había decretado mamá so pena de pretzel.

Y así, el viaje dio inicio.

Desgraciadamente si algo estaba en contra de los Loud era la discreción. Leni estaba siendo acuchillada con miradas esquivas que venían una y otra vez de parte de sus hermanos, así como uno que otro cuchicheo que extrañamente, era lo único que se escuchaba. Ni suspiros de Lucy, ni canciones de Luna, ni chistes de Luan. Todos a la expectativa.

Todos se morían por preguntarle a Leni ¿Qué onda con su ropa y su peinado? Ella siendo tan pulcra no concebían verla así.

Mientras tanto la modista, ajena a los pensamientos curiosos, veía el camino. Ella iba en la parte media de la van, pegada del lado derecho con su vista perdida en las casa y calles.

Sentía algo raro en la boca del estómago. Un vacío y una amargues que no había presentado nunca que recordase. Pero ese era el maldito problema, ella no recordaba nada.

La obligación de bajar para ir a la escuela le había concedido un escape a todas las horribles sensaciones que la habían estado atacando. Pero definitivamente no estaba bien y cada vez estaba más convencida de que quizá, no volvería a estarlo nunca.

A través de los cristales oscuros de sus inseparables lentes el mundo se le figuró ámbar. Cielo ámbar, calles ámbar, gente ámbar; como en las películas viejas y tristes. Un color como el que su vida tenía ahora. Sonrió pensando que ese color siempre había estado en su cabeza y que hoy, había bajado a sus ojos.

Luego, como un resorte liberado de una caja infame, el recuerdo de ser sometida contra una pared mientras algo se restregaba en su cuerpo le hizo doblar el estómago dando un inusual respingo, seguido de un leve temblor y una respiración dolorosamente irregular.

Su Hermana, La IdiotaWhere stories live. Discover now