12. Noche de bodas

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Peeta y yo salimos corriendo del bosque agarrados de la mano hasta llegar a nuestra casa, al fin estabamos solos, estaba muy feliz pues ya era la esposa del señor Mellark.

Llegamos a mi casa en la Aldea de los Vencedores.

Con mucho cuidado de no hacer tanto ruido, subimos a nuestra habitación.

Peeta me retira el pelo de la cara con cuidado y besa cuidadosamente mi cuello, sus labios se posan en el como una declicada mariposa en una rama, ambos subimos hasta la habitación, sin alejarnos ni un segundo, noto su respiración en mi oreja, un torbellino de emociones suben por mi garganta, tengo enormes ganas de gritar de felicidad. Acaricio su cuello tocando los pequeños pelitos que salen de su cabello rubio. No quiero separarme de Peeta, ahora lo sé. El me sonrie y me alza poco a poco hasta que mis pies tocan de puntitas el suelo, agarra fuerte mi cintura y enredo mis piernas alrededor de su cintura.

La dulzura se transforma en pasión, ambas crecen en mi interior, Peeta se aproxima a la cama y yo aú aferrada a su cuerpo, mientras Peeta empieza delicadamente a quitarme el vestido, Peeta se deja caer sobre la cama, me besa el cuello, de mis labios entre abiertos sale un leve quejido. Agarro fuertemente su camisa blanca y la desgarro de un arrebato, dejando su pecho al descubierto.

Peeta me mira a los ojos mientras acaricia mi piel desnuda, no puedo separar los ojos de los suyos, me introduzco en aquel extenso mar azulado de sus ojos. 

Esbozo una sonrisa y de un breve empujon quedan nuestros cuerpos quedando yo arriba de el. Esta noche, estoy volviendo sentir el hambre que se apodero de mi en la playa de Vasallaje. Lo beso apasionadamente, un escalofrio me recorretosa mi columna vertebral, lo que siento por Peeta es real. 

Desde esta noche permaneceremos juntos, amantes a primera vista y enamorados por siempre. Lo amo tanto, el fue mi mejor elección.

El es el diente de leon que da esperanza a mi vida.

Con mucho cariño y dulzura acaricia mi espalda hasta el broche del sostén.

Me acerco a sus labios y los junto con los míos en un lento beso.

Es aquí donde quiero quedarme para siempre, junto a mi chico del pan.

Acaricio su rostro con mis nudillos.

Lo amo tanto.

-¿Éstas segura, Katniss? -me mira directamente a los ojos.

-Si -jadeo.

Azul contra gris.

Esta noche no se me olvidará jamás, el día en que me entregue a Peeta en cuerpo y alma.

A la mañana siguiente sonó el telefono y Peeta se metió a dar una ducha mientras yo bajé a contestar con una toalla blanca rodeandome el cuerpo.

-Diga -dije.

-Hola Katniss, ¿como les fue anoche a los recien casados? -dijo Haymitch para después soltar una carcajada.

-Bien -le dije, no me gusta platicar de cosas tan íntimas.

-Bueno solo les queria saber como les fue.

-Bien, gracias, Haymicth -le dije y vi que Peeta bajaba las escaleras-. Luego nos vemos.

-Está bien, preciosa -dijo y colgó.

Entonces sentí que unos fuertes brazos me rodeaban la cintura.

-Te queda hermosa esa toalla -me dijo Peeta al oído.

-Gracias -me giré y le di un dulce beso en los labios.

Los juegos del hambre: Yo lo amo, él me ama, ¿cuál es el problema? (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora