Capítulo VI

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Decir que Louis estaba nervioso cuando se plantó en aquella sala de espera, no era nada a comparación de lo que realmente sentía.

Había llegado hace quince minutos, y estaba convencido de que eran los más largos de su vida. Quizá si no fuera porque su estómago hacía un frenesí como agua que hierve, no los hubiera sentido tanto.

Y es que se seguía preguntando, ¿Cómo había accedido a la descabellada idea de su mejor amigo?

Tenía una agitación mental con los sucesos de hace dos días, no le dejaban de rondar en la cabeza. Al principio se dijo que había sido un tonto por inventar aquello, y que lo mejor sería no ir. Sin embargo, pensó en su médico, ¿Qué pensaría si no iba al final? Seguro nada. Y entonces se convenció de no ir. Planeó para sí mismo quedarse en casa viendo una película pero, al final, ahí estaba, a punto de hacerle una entrevista falsa al doctor Styles.

En fin, ya estaba ahí. No le quedaba más que hacer una buena actuación y esforzarse por no preguntar más allá de lo que una entrevista pedida por un profesor requeriría. Estaba seguro que esto no sería problema. Se sentía en control, sobretodo porque, inexplicablemente, su omega había estado muy pacífico en todo el día.

Era muy confuso, a decir verdad. Incluso si sabía que en pocos minutos vería al doctor Styles, su omega ni se inmutaba. Era como si hubiera desaparecido de él, o se hubiera escondido a aguardar algo que lo hiciera salir finalmente de su desconocido escondite.

Paciente Louis Tomlinson, puede pasar.

La voz de la beta le hizo suspender el movimiento arriba-bajo de sus piernas cruzadas. Tomó su bolso donde le aguardaba una libretita y un bolígrafo de punta fina en tinta negra. Se puso de pie, suspirando antes de plantarse frente a la madera maciza, tocando inseguro con sus nudillos.

—Adelante.

El omega giró la perilla, adentrándose a las baldosas marmoleadas y a la blancura de la habitación. Se encontró buscando al alfa, sus ojos azules escrutando el perímetro, preguntándose donde estaría. Dio varias vueltas sobre su eje, asomándose entre ratos por el mobiliario cerca de él.

—Hey, Louis —Dio un brinquito en su lugar al escucharlo—. Oh, discúlpame. Creo que te asusté.

El rizado se presentó ante él, saliendo detrás del buró donde se encontraba la camilla de revisión. Una camisa lisa de un rosa claro se diluyó en su mirada, junto a unos pantalones formales oscuros. Su atuendo terminaba enmarcado en unas botas negras de piel. Tenía el cabello peinado, pero un poco revuelto del frente. Se miraba... agitado. Su respiración errática lo dejó pensando.

—Disculpa —Se pasó la mano por el cabello, respirando entrecortadamente—. Estaba buscando algo y me despisté un poco. Por favor, toma asiento.

Le jaló la silla frente a su escritorio, a lo cual Louis agradeció con un pequeño asentimiento. Harry le devolvió una sonrisa torcida, repitiendo el movimiento del castaño en su propio asiento.

—Se ve algo preocupado —Comentó el pequeño, mirándolo fijamente con un gesto similar.

Su ceño se había hundido un poco, y el especialista estaba genuinamente seguro que era por nerviosismo. Apreció esa pequeña arruga, junto con sus labios entre abiertos y los parpados expectantes. Le sonrió ampliamente.

Oh, los omegas siempre tan preocupones.

—Oh, no es nada. —Rió el más alto—. No es tan relevante.

O eso esperaba él.

—Okey —Rió del mismo modo el menor, acomodándose un mechón de pelo detrás de la oreja—. Traje algunas preguntas, tal vez en el transcurso vayan surgiendo más, espero no le incomode.

El urólogo || L.S. (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora