Bonus 2: El embarazo.

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Dos semanas.

Louis se revolvió en la cama, con el peso extra del brazo de Harry encima de él.

Estaban en cucharita.

El omega amaba esa posición, pero, ahora que sentía como el agua se acumulaba en su boca, lo único que deseaba era liberarse del agarre protector de su alfa.

Fue cuando las náuseas lo inundaron en su totalidad que echó la extremidad del ojiverde fuera de él, trastabillando en el suelo frío de la mañana hasta el baño. Pulsó el interruptor en su carrera, viéndose iluminado cuando sus rodillas tocaron las baldosas frente al inodoro. En cuando levantó la tapa, la bilis le salió como putrefacción del cuerpo. Incluso si había cenado fruta, el sabor rancio le estalló en la boca.

Se quedó ahí, sentado sobre sus talones en el suelo, con la cabeza recargada en su antebrazo con el malestar del vómito aun dentro de él. Y para cuando la bilis volvió, el ojiazul ya tenía su rostro frente al inodoro, con las lágrimas del esfuerzo acorraladas en los costados de sus ojitos.

Seguía inclinado cuando una mano le apartó los lacios de la cara y le secó la frente con el dorso. Harry mantenía una mano en su espalda baja, acariciándolo en círculos en señal de que ahí estaba para apoyarlo. Louis en cambio continuó desintoxicándose, sollozando en bajito cuando finalmente terminó.

El de rizos le pasó papel higiénico, el cual recibió para limpiarse la boca. Bajó la palanca del inodoro y extendió los brazos a su alfa para que lo ayudara a levantarse. Éste lo tomó por la cintura y lo colocó sobre sus pies, sosteniéndolo en todo momento.

El menor tomó la botella de enjuague bucal y se la llevó a los labios, embuchando el líquido sabor menta lo suficiente para quitarse el mal sabor. Cuando lo escupió, se volteó al más alto que se mantenía recargado en el marco de la puerta, con los ojos cerrados.

—Harry —Le habló débilmente.

—Hm

—¿Qué hora es?

El de rizos despeinados abrió los ojos con pereza e hizo un puchero somnoliento.

—Creo que faltan diez minutos para las cinco.

—Vaya —Suspiró el menor—. Bebé está haciéndola de despertador.

—Bebé es madrugador. —Cerró los ojos nuevamente—. Muy madrugador.

—Vuelve a la cama, amor —Se acercó a él y le dio un pico en los labios—. Aun te queda una hora.

—No, no. Te ayudaré con el desayuno.

—Siempre dices eso y terminas sentado en el banquito de la cocina viendo como hago todo.

—Lo siento —Bostezó—. No soy un hombre de mañanas.

—Lo sé, Hazz. —Lo besó en la mejilla y tomó su mano—. Ven, vamos a la cama.

El omega guio a Harry, quien seguía con los ojos cerrados. Lo recostó en la cama y lo cubrió con las mantas; se veía tan lindo así, con las facciones relajadas y los cabellos alborotados. Se inclinó a darle un último beso antes de salir.

—Gracias por estar ahí conmigo.

Se volteó hacia la puerta, pero el mayor impidió su caminar tomándolo de la muñeca.

—Gracias por estar aquí conmigo.

El menor se mordió el labio, tratando se aguantarse la sonrisa.

-

Dos meses.

—Harry

—¿Sí, dulzura?

El urólogo || L.S. (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora