La razón de la locura.

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IV.
La razón de la locura.

1973.

Sirius caminaba con su baúl, al lado de su madre, la bufanda negra que Remus le había regalado le cubría la mitad de la cara. Le asintió a nadie en específico antes de subirse al tren y meterse en el primer compartimento vacío. Se tiró en el asiento y puso su brazo sobre sus ojos, estaba cansado. Le dolía la espalda, el cuello, la cara, la cadera, las piernas, los brazos y hasta las manos.

«Maldito sótano, maldito frío, maldito invierno, maldita mujer que no deja de mirarnos. ¿Qué nunca vio la versión negra de una familia? Maldición, como cala el asqueroso frío»

Es 2 de Enero de 1973, Walburga no dudó en dejar a Sirius en el sótano hasta la noche del 1°, y lo sacó para que dejara su baúl listo antes de volver a encerrarlo, sin decir una palabra. La cabeza de Sirius no paraba de gritar improperios en contra de todo el que se le ponía enfrente, pero estaba sin fuerzas hasta para hablar. No recordaba cuándo fue la última vez que comió algo, Walburga solo le permitía tomar agua y comer galletas rancias estando allá abajo. Obviamente durmió en el suelo, como consecuencia le dolía absolutamente todo el cuerpo, llegó a pensar que se acostumbraría a dormir ahí, que ya ni siquiera recordaría lo que era dormir en una cama.

«Reconfortante mi nueva alcoba, por lo menos no tiene tantos artefactos inútiles»

Deseaba con intensidad que sus "prácticas" terminaran y comenzaran con Regulus, seguramente le encantaría conocer más de maldiciones.

— ¿A quien le vas a robar? —le preguntó la voz de James al mismo tiempo que la puerta del compartimiento se cerraba—. No sé si sepas, pero los muggles usan algo así en la cara para robar oro, me lo dijo mi papá.

Sirius se quitó el brazo de la cara y lo miró con ojos de pocos amigos «Potter, por Godric, ¿seguro que somos primos?». James pateó su baúl debajo del asiento y se sentó, subiendo los pies en el asiento de Sirius.

— ¿Que te sucedió? —preguntó, hundiendo las manos en los bolsillos de su suéter— No está ni siquiera nevando y tu estas terriblemente pálido —lo miró con las cejas elevadas.

Sirius suspiró, se enderezó, miró a James como si le acabara de ganar en algo y se bajó la bufanda al cuello, dejando su cara al descubierto.

«Por que el público lo pidió»

— ¡Por Godric! ¿Qué demonios te ocurrió? —exclamó escandalizado, mirando sus mejillas con marcas en los pómulos.

— Al parecer ya no soy perfecto —se encogió de hombros—. Orion no me mira, Regulus se la vive en su habitación, mi madre... —rió como bufando—, tengo una nueva habitación —la ironía era casi tangible.

James se tiró en el asiento y lo miró unos segundos más.

— ¿Tu nueva habitación tiene ventana? —le preguntó con curiosidad, Sirius volvió a reír como bufando— Mi lechuza volvió con tu regalo y tampoco recibí respuesta a mis cartas —hizo una mueca.

— Estoy castigado —bufó—, así que no tuve comunicación con nadie más que con un elfo.

«El estúpido elfo ni habla, solo tiembla»

— Ah —dijo como si comprendiera, a pesar de que tenía un montón de preguntas, pero dudaba que Sirius las fuera a responder.

Sirius le dijo, poco antes de bajar a la estación, que tenía miedo pero que nadie se daba cuenta. Remus le dijo, cuando fue el cumpleaños de éste, que jamás contaba nada de casa, y no dijo nada. Así que, si algo tenía claro de Sirius era que no soltaba las cosas tan fácil, como buen observador, sabe que Sirius prefiere no decir nada a decir mentiras.

Sirius Black © [Wolfstar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora