Capítulo 2: Una nueva vida

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Laura estaba tumbada en el frío y duro asfalto de la carretera. ¿Cuántos días habían pasado ya? Poco le importaba. Apenas echaba de menos The city of Damned, ya se había acostumbrado al deprimente paisaje que caracterizaba a aquellos lares. Sus heridas estaban curadas y cicatrizadas, pero en los últimos días había perdido demasiado peso. Se le notaban varios huesos y no le quedaba comida, no albergaba fuerzas ni ganas de continuar. Tenía el pelo salvajemente enredado y grasiento. La ropa le empezaba a quedar grande y se apreciaban manchas en ella, al igual que sus zapatillas, que estaban llenas de barro. Notaba un fuerte dolor en la planta de los pies cada vez que avanzaba un paso, no se encontraba bien, pero la falta de bebida y alimento le hacía olvidarlo todo. Su lengua recorrió, despacio, cada milímetro de sus agrietados labios, pero era inútil, seguían igual de secos. Se preguntaba cuánto quedaría para llegar a algún sitio. 

A pesar de ser verano, hacia frío. Decidida a entrar en calor se levantó. La cabeza empezó a darle vueltas debido a tan brusco movimiento, y con dificultad comenzó a andar. Su figura reflejaba una delgadez extrema, parecía que cualquier ráfaga de viento se la iba a llevar volando. La brisa mañanera rozaba su cara y sus brazos. Laura los acarició, para calentarse un poco mientras se esforzaba por mantener el equilibrio. Su aliento gélido salía por la boca transformándose en vaho. Apenas había salido el sol, lo que indicaba que serían las 7 de la mañana.

A lo lejos, divisó algo que creía ya que era inalcanzable: apenas a tres kilómetros había una agrupación de casas, algunas echaban humo de las chimeneas, calles tranquilas, tiendas, fábricas... ¡Por fin había encontrado un atisbo de civilización, por fin había llegado a Lonely Road! 

Aquel tramo hasta la ciudad, aunque dificultoso, se le hizo corto.

Respiró hondo al llegar a la entrada de Lonely road y comenzar a caminar por sus calles. Caminaba con los brazos cruzados, abrazándose con fuerza para no caer, mientras divisaba la arquitectura de las casas y sus estructuras sin poder evitar asombrarse. Casi al instante advirtió el olor a pan recién hecho procedente de una panadería. Su estómago rugió fuertemente. Buscó en su mochila con impaciencia, pero se dio cuenta de que no tenía dinero y de repente recordó que no se le había ocurrido cogerlo siquiera. Fastidiada por su torpeza, se sentó en el último escalón del umbral de un edificio, que estaba en frente a la panadería, y empezó a cabecear hasta que, sin darse cuenta, se quedó dormida.

Había estado tan absorta durante aquella pequeña excursión por la ciudad, que no se percató de que alguien la seguía, muy de cerca y que ese misterioso sujeto se paró al lado de la panadería y dio una última y rápida calada al cigarro, reduciéndolo a una simple colilla que tiró al suelo y después pisó, para poder entrar en el establecimiento mientras expulsaba el humo por la boca.  



El olor a pan recien hecho y a café la despertó. Abrió los ojos lentamente y observó que el sol ya había salido. Se preguntaba cuánto tiempo había estado allí durmiendo. Se incorporó con torpeza. Había dormido en muy mala posición y notaba un dolor agudo en el cuello. Mientras se acariciaba aquella parte dolorida del cuerpo, giró la cabeza y se encontró con él, al otro extremo del escalón, echándole un líquido de un olor un tanto fuerte a uno de los cafés.

—Por fin te despiertas —dijo Jimmy sin siquiera mirarla.

Laura se quedó muda, ya se había olvidado de aquel chico. ¿Habría estado Jimmy esperándola todo aquel tiempo? 

Sintió un escalofrío en todo su cuerpo, ¿aquel chico era de fiar?

—Ten, tienes pinta de tener hambre —reveló, mientras le servía tres trozos grandes de pan. Éste estaba caliente y parecía muy tierno. Laura dudó durante unos segundos, aún no conocía demasiado a aquel chico como para saber si se podía fiar de él, pero tenía tanta hambre que no lo pudo evitar, devoró el pan en apenas segundos—. ¡Vaya, sí que tenías hambre!, ¿quieres? —preguntó con una leve sonrisa y la voz un poco forzada, tendiéndole un café.

1. Rage and Love (Green Day)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant