IV

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El Internado Laguna Negra

10:15 a.m.

Héctor entraba a la clase de primero de bachillerato. De repente el silencio se hace. Rápidamente, coloca su carpeta en la mesa. Coge una tiza y escribe en la pizarra: COMPETITIVIDAD. Se gira, mirando a los chicos de su clase detenidamente y comienza.

- ¡Competitividad! –dice enérgicamente. – Esa es la idea que os quiero inculcar este curso... Venís de las mejores familias de este país, venís al mejor colegio –algunos alumnos sonríen, con prepotencia. – Por eso tenéis la obligación de convertiros en líderes, en triunfadores. En los mejores.

- ¡Eso es lo que he pensado yo siempre! – dice Iván, de acuerdo con su profesor. – En esta vida, o se es un 'number one' o se es un perdedor.

- ¡Esa es la actitud! –dice Héctor, sin expresión alguna en su cara.

- ¿Y los que tenemos una madre frutera? – pregunta Victoria, enfadada. – Los que estamos aquí por una beca, ¿qué?

- ¡Ya salió la beca! – dice Cayetano burlándose, haciendo que el resto ría.

- Razón de más para que seas competitiva. Mira, -dice Héctor- tú puedes llegar muy lejos si sabes relacionarte. Si tienes picardía... Recuerda esto: el fin justifica los medios.

La mayoría de los alumnos estaban completamente de acuerdo con Héctor. Sonreían, victoriosos. Ellos tenían todo lo que querían. Como dijo Héctor, venían de las mejores familias del país. Aunque no todos tenían esa prepotencia expresada en su cara. Marcos no se había tragado ni por un minuto el discurso del profesor.

- Ese es el espíritu de este colegio... -decía mientras se acercaba a Marcos, que había respirado profundamente, tratando de evadir sus palabras. - ¿Qué pasa, Marcos? –sonríe. - ¿No estás de acuerdo?

Marcos niega con la cabeza.

- Entonces, dime lo que piensas.

- Pues... que todo lo que ha dicho es una mierda.

Silencio absoluto en clase. Todos sus compañeros quedaron impactados. A algunos, parecía que sus ojos salieran de las órbitas. Pero Héctor seguía sonriendo, tranquilo. Él esperaba que Marcos continuara.

- Si para ser un triunfador hay que estar metiendo el codo, y ser un cerdo, yo paso.

La sonrisa de Héctor se hace más grande aún. Él apunta a Marcos con su dedo índice, emocionado.

- ¡Bien! Marcos, ¡bien! – grita sin parar de señalarlo. – Gracias.

Carolina rápidamente mira a Marcos sonriendo, sorprendida por la reacción de Héctor. Pero en la cara de Iván sólo hay odio.

- Al fin una persona sensata. Hay alguien que no se traga toda esta basura, toda esta 'mierda' como dijo Marcos. – Héctor ríe. – Os estaba tomando el pelo... -hace una pausa. – El fin NO justifica los medios. –dice remarcando la palabra 'no'.

Victoria sonríe. Ella sabía que podría confiar en Héctor siempre. Nunca la había defraudado. Y no lo haría ahora.

- Lo que quiero de vosotros no es que seáis competitivos. Es que seáis personas. – Alza sus dedos mientras enumera: - Que os comprometáis, que seáis honestos, leales, humanos... No necesito que seáis los mejores, no. Lo que quiero es que seáis buenos. Si consigo esto, mi tarea como educador habrá tenido sentido.

Hace una pausa mientras los mira a todos de nuevo, lentamente. Sus caras habían cambiado desde que los miró al principio de clase. No físicamente, no. Ellos parecían poseer un nuevo espíritu. Parecían chicos con seguridad en sí mismos, aunque la mayoría quizás ya la tuviera. Pero ahora son más fuertes. A excepción de Iván, que intentaba esconderse bajo su pupitre.

Laguna Negra » 2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora