2. Cosas que resolver

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Narra Aitana

Luis había vuelto a irse sin dejar rastro, pero esta vez no quise ir detrás. Quizás quisiera o necesitase estar solo. Sólo segundos después de nuestra pequeña pero, para mi, intensa conversación, simplemente soltó un "bueno chicos, yo me voy yendo ya hacia el hotel, ha sido una galaza, muchas gracias, en serio ¡hablamos esta semana!" nos dedicó un guiño conjunto a todxs y antes de que nadie pudiera contestarle, se marchó.

¿Qué le pasa a Cepeda? Está un poco regulero, ¿no? preguntó Mimi.

No sé ustedes, pero yo ya me lo imagino. respondió Ana sin dudarlo.

Sí, yo también... contestó Miriam.

Ay, la vida. ¡Qué situaciones más complicadas! A ver si mañana logramos hablar con él. Bueno, ¿qué? ¿Nos vamos de fiesta? dijo Roi como queriendo quitar hierro al asunto mientras llevó su mano a mi hombro para atraerme hacia él.

Siiii, ¿no? se le oyó decir a Nerea.

¡Yeah! gritó Agoney.

Venga, ¡va! ¡Vamos a terminar esta noche como se merece! soltó Marina.

Bua, yo no sé, es que mis padres estarán fuera esperándome y querrán que me vaya con ellos al hotel. confesó Amaia.

Yo mañana madrugo, chicos. Si eso voy un rato. dijo Alfred.

Aitana, ¿tú te vienes no? ¡Que quiero irme de fiesta contigo de una vez! gritó Raoul.

Todxs me miraron cuando Raoul se refirió a mi y al ver que mi cara no expresaba lo que se dice alegría, se fueron uniendo de unx en unx a mi y terminamos juntxs en un abrazo. Yo lo agradecí con una sonrisa. Sabía que lxs chicxs estaban al corriente de las cosas y ellos más que nadie eran conscientes y testigos de todo lo que estaba pasando, aunque no dijesen nada delante mío para no incomodarme.

Al final yo también me despedí de mis compañerxs después de rechazar unas cuantas insistencias para intentar convencerme en salir de fiesta. No me apetecía nada. Lo único que quería era tumbarme en mi cama, mirar al techo y reflexionar acerca de todo lo que estaba pasando dentro de mi. ¿Qué iba a hacer?


Al salir del recinto de las instalaciones allí me esperaban mis padres y Vicente en el parking, a los cuales recibí con un abrazo. Me halagaron y felicitaron por cómo había cantado las canciones esa noche y me aseguraron que estaban muy orgullosos de mi. Nos metimos en el coche y durante todo el trayecto no me salió decir ni una sola palabra, tan solo me dediqué a mirar las calles vacías de Barcelona que estaban siendo alumbradas por las farolas. Vicente iba dándome la mano en el asiento de atrás y tampoco hizo el esfuerzo de hablar. Nunca pensé que el tan solo hecho de que él me estuviese dando la mano resultara algún día incómodo para mi. Sabía que de una forma u otra no estaba siendo leal con él, pero sobre todo no lo estaba siendo conmigo misma y estaba claro que tenía que solucionar muchas cosas y hacerle participe a Vicente de mis sentimientos. Pero, ¿cómo?

Cuando llegamos a casa, Vicente subió con nosotros. Claro, como siempre hacia. Pero esta vez me resultó un poco desconcertante.

¿Quieres que me quede a dormir? me dijo él mientras me cogía la cara.

Estoy súper cansada mentí. Lo estaba, pero no en exceso. Mañana hablamos, ¿vale? terminé de decir.

Sólo me he quedado a dormir un día desde que saliste. Me apetece dormir abrazado a ti. ¿Te pasa algo? preguntó.

PARECE QUE VA A LLOVER - (Aiteda)Where stories live. Discover now