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-¡Ah! es muy original ese mister Fogg.

-Ya lo creo.

-¿Luego es rico?

-¡Ciertamente, y lleva consigo una bonita suma en billetes de banco nuevecitos! ¡Y no ahorra por cierto el dinero! ¡Como que ha prometido una prima magnífica al maquinista del Mongolia si llegamos a Bombay con buen adelanto!

-¿Y hace mucho tiempo que conoces a tu amo?

-¡Yo!-respondió Picaporte!-. He entrado a servirle precisamente el día de nuestra marcha.

Imagínese el efecto que estas respuestas debía producir en el ánimo ya sobreexcitado del inspector de policía.

Aquella salida precipitada de Londres poco después del robo; aquella fuerte suma con que se hacía el viaje; aquella prisa de llegar a países remotos; aquel pretexto de una apuesta excéntrica, todo confirmaba y debía confirmar a Fix en sus ideas. Hizo hablar todavía más al francés, y adquirió la convicción de que se mozo no conocía a su amo; que éste vivía aislado en Londres; que se le suponía rico sin saber el origen de su fortuna; que era un hombre impenetrable, etcétera.

Pero al propio tiempo Fix pudo cerciorarse de que Fogg no desembarcaba en Suez y se iba directamente a Bombay.

Fix dejó a su compañero que hiciera sus compras, le recomendó que no faltase a la salida del Mongolia, y volvió con premura al despacho del agente consular.

Fix, ahora firme en su convicción, había recobrado toda su serenidad.

-Señor-dijo al cónsul-, ya no abrigo duda ninguna. Tengo a mi hombre. Se hace pasar por un excéntrico que quiere dar la vuelta al mundo en ochenta días.

Y en pocas palabras refirió lo más importante de su conversación con el criado del susodicho Fogg.

-En efecto - dijo el cónsul-. todas las presunciones están contra él. ¿Y qué vas hacer?

-Expedir un despacho a Londres con petición urgente de un mandato de prisión, embarcarme en el Mongolia, seguir al ladrón hasta las Indias, y en aquella tierra inglesa salirle al encuentro cortésmente con mi orden en una mano y la otra sobre su hombro.

Un cuarto de hora más tarde, Fix, con su ligero equipaje en la mano y bien provisto de dinero, se embarcaba en el Mongolia.

La vuelta al mundo en 80 diasWhere stories live. Discover now