Incorregible Asir

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Tweek observó los atuendos acumulados en perfecto orden, en especial los trajes religiosos frente a él. Teo Templo parecía burlarse cínicamente de otras religiones y al mismo tiempo hacerlos increíblemente inclusivos. Los uniformes de los pastores eran iguales sin importar el género o tipo de cuerpo, formales pantalones y camisas negras con el cuello blanco, las únicas diferencias se hacían a medida, así que la figura de modelo de alta costura de Tricia no se perdía o la fortaleza de Craig se resaltaba con el uniforme religioso. Todo para el gran show. Luego estaban los abad o abadesa, que eran los padres espirituales de los más jóvenes, los introducían al teoísmo y se volvían sus guías hacia la Salvación. Tweek podía ver la ironía del asunto, padres entregando a pequeños hacia un demonio, pero había una diferencia, por el momento no planeaba condenar almas inocentes cuando tenía jugosos pecadores que devorar en las llamas del Infierno.

Los trajes de los abades y de las abadesas también eran idénticos: una túnica alargada de color añil oscuro, con un corte profundo en la falda, mostrando la pierna por alguna razón, mientras que el resto del atuendo censuraba todo y como las ropas más recatadas de una monja, se cubría el cuello y cabeza con un capuchón blanco y como toque final usaban un manto añil para ocultar el cabello. A Tweek todo eso le recordaba a un traje de monja, por donde fuese que lo viese. Un atuendo muy conservador hasta que veía el coqueto corte en la falda que mostraba descaradamente la pierna de quien lo usase.

Y al parecer esto había sido una idea de Clyde que por alguna razón fue aprobada.

Una sonrisa se formó en sus labios mientras sentía la suave tela del traje, demasiado fina para el frío de South Park, así que no le extrañó descubrir que por dentro había un camisón térmico que protegía a la persona sin comprometer el fino material externo.

Tweek espió por la puerta del depósito a la pequeña concentración de ovejas retirarse solemnemente después del funeral de su hijo que se había suicidado o eso era lo que ellos creían. Solo él notaba la pequeña diversión en los ojos de su novio, la manera en que despedía a las dolientes ovejas que desconocían el verdadero final del difunto. Tweek se deleitó con esa carencia de empatía que Craig mostraba a la mayoría de personas y que hacía de contraste con lo que era capaz de hacer por él. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios cuando descubrió que la túnica en realidad tenía un cierre en la parte trasera que si lo mantenía abierto aparentaba un escote para la espalda. Aunque en todos esos meses se había mantenido en su forma humana en las zonas donde otras personas podían verlo, prefería dejar sus facciones imp a la vista. El demonio meditó mientras se retiraba sus prendas sin importarle que alguien lo viese, que si pudiese escoger andaría desnudo y libre.

El cuerpo había sido el principal fruto del pecado y la moneda de más uso para los demonios. La lujuria, el deseo, la indiferencia a la censura eran lo que más usaba para tentar. Los humanos se cubrían ¿Pero los Dioses? Bueno, los actuales reprobaban al cuerpo, a diferencia de los Dioses Antiguos que festejaban al mismo ¿Y los demonios? Oh... ellos amaban la carne del pecado, el jugoso centro espeso de las emociones más primitivas. Los griegos lo habían entendido, las olimpiadas habían requerido la desnudez de los competidores en todo momento, al igual que las celebraciones a la Diosa Afrodita. El instinto por competir, el instinto por luchar, el instinto por poseer, todos ellos se sentían mejor sin las inseguridades, complejos y culpas de la ridícula censura moderna.

Él era libre, amado en cada pedazo de su piel. Doblemente libre, como Dios y como demonio. Pero admitía que la ropa tenía el encanto del erotismo, el misterio de la seducción y la cacería. El predador debía desgarrar para devorar, la pasión requería cierres, botones, lazos o cualquier cosa que se abriese, se estirase o rompiese. Tweek escuchó la fina lluvia caer, la muestra de su alegre calma. Agua para alimentar las plantas, limpiar las heridas, agua para mantener la vida y acompañar a las almas solitarias. De niño solía mirar la lluvia caer como método relajante, con una taza de café en su escritorio y legos entre sus dedos. La lluvia siempre lo había llamado y tal vez por eso había encontrado trágicamente románticos a los góticos cuando deambulaban en la lluvia. En ese precioso momento... ¿Pete estaría allá afuera? ¿Fumando un cigarrillo para calentar sus huesos mientras Tweek dejaba que sus nubes oscuras cubrieran South Park?

Inconciliable Destino «South Park» [Creek]Where stories live. Discover now