O4. Dudas

1.4K 176 84
                                    

Me paré lo más rápido que pude del sofá ignorando la anterior pregunta de Gold. Me resultaba difícil caminar con el pié recién lastimado pero me importó poco.

Me dirigí a la habitación, Fred estaba ahí sentado en el borde de la cama con la mirada pérdida en el suelo. Me acerqué lentamente hasta él y me senté a su lado simplemente observándolo con tristeza.

—Fred... —lo llamé, entonces él volteó a verme arqueando una ceja dándome a entender que prosiguiera.
—Escucha, en serio, esto no es lo que estás pensando —dije señalando el notable chupete—. Tengo algo que contarte y eso lo explica todo.

—_____, también noté la mordida en tu labio, creí que me estaba equivocando, pero no, esa mordida alguien la hizo. Y sé que no fuiste tú, eres mala mintiéndome —confesó, solté un suspiró negando levemente con mi cabeza.

Todo era lo que parecía, un chupete, una mordida en mi labio, todo era cierto. Pero nunca fue algo que yo quisiera ni de lo que estuviera completamente consciente cuando ocurrió. Y eso Fred lo tenía que saber.

—Está bien, sí, todo eso es cierto. Alguien lo hizo —admití, de inmediato el rostro de Fred se transformó a uno de ira y confusión—. Pero no es lo que piensas, yo nunca estuve consiente, no se quién lo hizo.

—¿Cómo mierda no lo sabes? —cuestionó al borde del colapso— Es absurdo.

—No quise esperarlos ayer cuando salieron... —conté— Me fui a dormir y unas pocas horas después, alguien me despertó. Por la oscuridad no podía ver nada y creí que eras tú, sus manos eran tan frías como las tuyas, me besó el cuello haciendo el estúpido chupete y después me beso mordiéndome el labio. Pero al final, yo ya no sentía que fueras tú. Él era demasiado brusco... Y me dijo algo que me dejó pensativa todo el día de ayer.

—¿Qué fue lo que te dijo ese idiota?

—Que ahora estaba marcada por él... —dije casi en susurro, Fred llevó su mano a su cabello, éste se despeinó mientras Fred solo apretaba su mandíbula en señal de frustración.

—¿¡Cómo es que no estaba en la habitación cuando llegué!? —gritó.

—¿Qué está pasando aquí? —interrumpió Nahel, Gold venía detrás de él aún más confundido que cualquiera de nosotros.

—Gold, ¡ven conmigo! —le exigió Fred, tomó a Gold de su chaqueta y lo sacó casi a rastras de la habitación dejándonos a Nahel y a mí con la palabra en la boca.

—¿Y a ese idiota qué le sucede? —me preguntó.

Me quedé callada maldiciéndome a mí misma internamente una y otra ves. Nahel se sentó a mi lado con rostro preocupado.

—No me digas que le eres infiel —dijo—. No desperdicié cinco años de mi vida en un basurero por nada, ¿verdad?

—No seas idiota, no haría algo así.

—¿Entonces qué fue lo que paso? —preguntó, mi mirada conectó con la suya haciéndome sentir más culpable al ver su expresión de preocupación y disgusto.

—Te contaré lo que paso...

- - -

Fred

Habían pasado unas horas después de haber tenido aquélla rara discusión con ella. Al parecer no quiere ni verme ahora, ni yo a ella...

Me resulta extraño esto, estoy muy confundido y mi cabeza estaba a punto de explotar.

—Oye, ya basta —dijo Gold—. Haz estado horas con esa cara de idiota con problemas y para serte sincero no creo que resuelvas nada así.

—¿¡Es qué que otra cosa puede ser!? Es imposible que alguien desaparezca así como así, sólo nosotros podemos y se supone que solo existían tres brazaletes, Gold. Uno de ellos lo tenía aquél hombre, pero dudo mucho que se lo haya dado a alguien más.

—No lo sabemos, puede que sí —respondió, me quedé pensativo varios segundos. Ese hombre estaba completamente decidido a no entregarle su brazalete a alguien más, era su único boleto a este mundo y para ser sincero, sería estúpido que cometiera el error de regalarlo a cualquiera.

—Pero me llena de rabia aún así —me queje— ¿Por qué de todos los millones de lugares apareció aquí? A tocar a ______, a decirle esas cosas...

—Amigo, no lo sé, pero estás hirviendo en celos y creo que deberías tranquilizarte por ésta vez.

—¡No puedo! ¡Colapsaría si me entero de que la volvieron a tocar de esa manera! —grité, golpeé con fuerza la mesa de billar que estaba a mi lado, Gold sólo me observaba reservándose cada una de sus palabras.

Pero su mirada sobre mí lo decía todo.

—Fred, necesitó descansar y estoy harto de esto, no me escucharás si te digo que te tranquilices, pero... Hazlo —dijo—. Voy a dormir, hablamos mañana, cuando estés más tranquilo.

Me dio una última sonrisa de lado y salió de la sala de entretenimiento cerrando la puerta con un leve golpe.
Solté un suspiro exasperado echándome en el sofá que había por ahí, estaba tan exhausto y confundido...

No quise dormir con ella esa noche, me sentía extraño al imaginarme todo tipo de cosas las cuales hubieran pasado si no hubiese llegado.

Apagué la luz dejando que la oscuridad me hiciera más fácil el poder dormir sin tanto esfuerzo.

Sólo quería olvidarme de todo.

- - -

—Fred...

Escuché como una voz me llamaba, era _____. Se escuchaba débil y su voz entrecortada me hizo difícil no escucharla.

—Perdóname —se disculpó, cuando abrí mis ojos, pude ver un poco su silueta por la poca luz de la luna que entraba por la ventana. Cuando estuve a punto de prender la luz, se sentó sobre mi regazo mientras lloraba en mi pecho.

No pude evitar abrazarla y sentir como su piel me hacía estremecer, estaba caliente de su rostro y fría de su cuerpo. Mis manos fueron directo a su cintura haciendo que ella se acomodara mejor sobre mí.

—Me perdonas, ¿Fred? Lo siento tanto...

Su delgada y fina voz me hizo asentir inútilmente al saber que ella no podía verme.

Dio un pequeño brinco sobré mí en el intento de acomodarse mejor  haciendo también que una pequeña chispa de lujuria se encendiera en mí. Besó mis labios lentamente mientras yo la sujetaba con más ganas de sus caderas y la acercaba a mí. Arañó mi espalda sobre mi camisa haciéndome soltar un quejido de dolor, sin embargo, de ella no me importaba...

—Te perdono... —logré decir, ella dejó de besar mis labios dándome un beso en la mejilla.

—Yo no hice nada... —dijo— Nunca te sería infiel.

—Lo sé, linda.

Ella se acomodo a mi lado posando su cabeza en mi pecho, la abracé cerrando mis ojos y quedando completamente dormido.

No podía enojarme con ella.

Mi Chica {Fred & Tú} EDITANDO #O2 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora