Elena

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Alex

Abro los ojos con una exhalación, me cuesta ubicarme unos momentos, estoy confuso y me duele la cabeza. Me quedo mirando al cielo, tirado en el suelo. Azul, inmenso, está amaneciendo. No sé qué hago ahí, no se oye nada más que el motor de una moto encendida. Que alguien la apague, por dios. Se me cierran los ojos y de repente me siento más exhausto de lo normal. Mi cuerpo me pide que poco a poco vaya cerrando los ojos y que me duerma, que todo va a estar mejor si me duermo.

Poco a poco...

Un estallido hace que abra los ojos de nuevo, viendo el cielo anaranjado de nuevo, aún se ve la luna. Dichosa moto. Cierro los ojos, siento que mi cuerpo no es mi cuerpo, siento que necesito dormir, todo va a ir mejor.

La moto. Gonzalo. Elena.

Abro los ojos de golpe y me incorporo tan rápido como puedo, soltando un gruñido de dolor. Me toco la nariz, me sale sangre, pero el corazón no me va a toda prisa por eso, sino porque ella no está, la busco a mi alrededor como puedo, apenas puedo moverme. Siento mi cuerpo pesado, como si no me perteneciera. Estoy mareado y creo que me voy a desmayar en cualquier momento, pero el corazón que antes palpitaba a duras penas, ahora paree que se me va a salir del pecho. Estoy muy asustado.

Me pongo de pie, pero mis piernas fallan y caigo al suelo de rodillas provocándome con un dolor agudo en la parte posterior de mi cabeza.

— ¡Elena! — Intento chillar, pero mi voz suena ronca y débil, aunque desesperada.

Me vuelvo a poner de pie con todas mis fuerzas, y chillo del dolor cuando doy un simple paso. Jamás he sentido un dolor físico tan fuerte como el que estoy sintiendo ahora mismo, no puedo pensar. Veo, asustado, como la moto está tirada en el suelo casi destrozada, aún en marcha.

Y entonces la veo, está tirada a unos 15 metros de donde la moto ha acabado, está inmóvil en el suelo, y es entonces cuando algo dentro de mí me impulsa y me activa toda la fuerza que necesitaba y no tenía.

Consigo llegar a ella casi hiperventilando y con los ojos llorosos por la idea de que esté muerta. Le sale sangre de la cabeza, y de las orejas. Me entra el pánico y me quedo sin respiración, cuando caigo a su lado.

— Elena. — me agacho a su lado e intento no moverla por si acaso. — Elena, mi amor. — sollozo acariciando su fría cara pálida y sin vida.

Está muerta, está muerta, está muerta, está muerta, está...

Me quito, soltando un chillido desgarrador de dolor, la chaqueta que llevo puesta y la pongo sobre ella. Debo tener algo roto porque apenas puedo mover el hombro y la muñeca izquierda me duele como si me la estuvieran retorciendo con alambres de fuego.

— Elena— suplico, buscando su pulso, mi corazón se calma un poco cuando lo encuentro, aunque está muy débil. — Nena, por favor. — digo desesperado, pero su cuerpo está inerte en el suelo, nunca la he visto tan quieta, tan silenciosa. Se está muriendo y lo está haciendo delante de mí, no puedo tapar ninguna hemorragia porque son internas. — ¡Ayuda! — chillo con todas mis fuerzas, veo que hay un coche que ha parado y está llamando a alguien, las luces de los coches me ciegan. — No, tú no te vas a morir. Maldita sea, no te vas a morir. — digo mientras lágrimas caen sobre mis mejillas. Le hago la respiración boca a boca como aprendí en el colegio, y le hago masaje cardiotorácico. Me muero del dolor, en cada movimiento que hago contra ella, pero me duele el alma y no puedo dejar de llorar mientras la tengo inmóvil debajo de mí.

— ¡Aparta! — se acercan dos chicos vestidos con traje reflectante y la suben en una camilla tras comprobar su pulso.

— Chico, ¿cómo estás? — una mujer vestida de la misma manera me enfoca con una linterna en los ojos y otro me incorpora para ponerme en la camilla. — ¿Cómo te llamas?

— No, espera. — la ignoro, no pierdo de vista el cuerpo de Elena. — ¿Dónde se la llevan?

— Al hospital. — corren a toda prisa hacia mi ambulancia.

— Quiero ir con ella. – digo débilmente, me cuesta hablar con claridad y no dejan de caerme lágrimas por la cara solo de pensar que puede ser la última vez que la vea.

— Claro, ahora iremos. — la chica da la orden para arrancar, y cuando se cierran las puertas veo como se cierran las de Elena.

La chica y el chico no paran de mirarme cosas del cuerpo y él apunta algo en la libreta.

— ¿Se va a poner bien? – la angustia no me deja respirar. Estoy muy mareado, los ojos se me cierran constantemente,

— Tranquilízate. Pedro, ven a ver esto. — dice la mujer con voz preocupada que intenta disimular sin éxito. Me enfoca con la linterna mientras me levanta el párpado del ojo y veo como comparten una mirada asustada. — Tienes un golpe muy fuerte en la cabeza, no sé ni cómo estás consciente. — me obliga a tumbarme en la camilla y me pincha algo en el brazo.

— Es por la adrenalina, por la chica. — oigo decir antes de dormirme.

Oigo voces y jaleo cuando abren las puertas de la ambulancia otra vez, estoy grogui, pero consigo abrir los ojos. Un hombre se acerca a mí mientras me bajan de la ambulancia tumbado en la camilla.

— ¿Qué tenemos?

— Múltiples hemorragias internas y hematoma subdural.

— López, ocúpate tú, me voy con la otra a ver si se puede hacer algo.

— ¿Qué? – digo sin poder respirar bien. La cabeza me va a explotar y no puedo parar de llorar del dolor y de la idea de perder a Elena.

— Tranquilo, todo va a salir bien. — alguien empuja mi camilla a toda prisa por los pasillos del hospital. – Sánchez, llama al doctor Ibáñez ya, es cuestión de minutos.

Y entonces se termina el dolor.

Buenas, os traigo capítulo nuevo.

No me matéis. En breve subiré la continuación. Espero que os guste mucho y me gustaría saber qué pensáis y qué os parece. Si queréis seguirme en Instagram podéis hacerlo, allí os enterareis de todas las novedades @mssrise

Os quiero,

Rise XX

Quédate conmigo #2Where stories live. Discover now