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Es sábado en la noche y todavía no me han llegado los nudes de Tae. Díganle por WhatsApp que se está tardando y me tiene esperando. ¿Recuerdan que le pasé mi número? Pues ya han pasado varios días de eso y no me ha enviado nada. Ni un hola, ni una bendición, nada. Supongo que con TaeHyung todo lo que tenga que ver conmigo llega tarde, qué triste.

Adivinen qué amixes, voy a ir a una peda. Ayer en la escuela un tal JinYoung se me acercó, y o sea, juré que era para hacérmela de pedo pero no, re buena onda y me invitó a su fiesta. Así que ya me tienen acá con mis pantaloncitos de gay todos apretados y una camisa blanca. Me tomé el atrevimiento de desabotonar los tres primeros botones, dejando a ver un poco de mi pecho. Deténganse nenas, este bombón es sólo de TaeHyung. Además de que me puse un poco colonia, me maquillé un poco y peiné mi cabello —por primera vez, como, en mil años—. Es que o sea, no es necesario, de por sí ya es lacio, lindo y aplacable.

O sea, sólo estaba esperando a Nam, a YoonGi y a JungKook —el novio de YoonGi—, que supuestamente vendrían en la carroza del negrito sandía, pero no han llegado y queda sentarme todo aburrido en mi cama mientras mi hermana me platica de su vida amorosa, la cual por cierto, es una mierda. Me platicó que hay una niña que le gusta pero es hetero hasta la puta madre, entonces ahí empiezan los pedos de mi triste y solitaria JiWoo. Ciertamente llevamos una relación muy buena, ella sabe prácticamente todo sobre mí como yo lo sé todo de ella.

Justamente en ese momento cuando me empezaba a entrar la lástima por ella, sonó el teléfono. Era un mensaje de Nam, ya habían llegado. Sinceramente me hubiera gustado quedarme a hablar con ella, pero o sea, estaba la fiesta, así que me despedí con un besito y apoyo moral hacia ella, tomé mi chaqueta y salí hacia la entrada de mi casa, donde en la calle estaba estacionado un auto blanco —impecable, por cierto, ¿Cómo chingados tienes un carro blanco tan limpio?—, con las ventanas abajo, por donde podía ver a NamJoon en el asiento del piloto, a YoonGi en el del copiloto y supuse que JungKook se encontraba atrás. Sonreí y me subí a la troca.

—¿Tus zapatos están limpios, Ho? Porque toma tiempo limpiar mi carroza— pinche mamón. Sólo le hice una cara de niño con retraso mental severo.

Él sólo negó riendo y comenzó a conducir. El ambiente que llevábamos era la verga; JungKook y yo echando desmadre desde atrás mientras que YoonGi se quejaba de la canción que estaba —Barbie Girl— y NamJoon tarareaba la rola. La dirección de la casa de JinYoung se encontraba, al parecer, en un pueblito todo remoto y culero que nadie conoce, porque llevábamos poco menos de media hora en el coche y según Google Maps oppa faltaban cuarenta minutos de camino. Y me preocupo, porque estamos entrando a una especie de carretera en donde lo único que se ve es el cielo negro y los árboles pobremente alumbrados por las luces del carro. Acá bien película de terror.

—Y, ¿TaeHyung va estar ahí?— pregunté, a lo que JungKook sólo se rió y comenzó a chiflar como pinche camionero. Le di un madrazo en la cabeza—. ¿Qué? Yo sólo quería saber.

—¿Trajiste condones? Porque sin globito no hay fiesta, tú sabes— contestó Jeon mientras los demás se reían—. Si no, nosotros sí traemos, ¿verdad, Yoonie?

Cuatro palabras: ASKO.

—A huevo— contestó él volteándose hacia nosotros desde su asiento, JungKook se abalanzó sobre él y le dio un beso.

—Sus joterías a su casa, por favor— habló NamJoon y yo juro que tomó las palabras de mi cabeza, porque justamente pensé eso. Almas gemelas—. Aquí pura heterosexualidad, señores.

Fangirl «vhope»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora