Capítulo 8: Relleno de ayuda

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Ambos castaños todavía se encontraban profundamente dormidos, eran alrededor de las 8 de la mañana, el primero en despertar fue Barnes, pero por alguna razón el soldado no despertó en la cama como persona normal, al contrario, despertó en el suelo.

El sargento abrió los ojos y de inmediato se confundió, "¿Qué carajos?" pensó, después de todo, él es de las personas que se duermen en una posición y así se despiertan, en otras palabras el mayor no es loco para dormir.

Se levantó del suelo con la mitad de la cobija, bostezó y luego observó al castaño menor que estaba dormido como piedra, acaparando toda la cama, las almohadas estaban regadas por toda la cama al igual que la sabana. "Me pregunto si Steve le pasa lo mismo" pensó.

Se le cruzó por la mente despertar al millonario de la peor manera posible, es inevitable después de todo, pensó en mojarlo con agua helada pero sería un problema si se enfermara, "Ahora, ¿Cómo debería?".

El castaño mayor se subió a la cama, se puso de pie sobre esta y miró atentamente al menor para ver si había tenido señales de despertar, afortunadamente no hubo ninguna. El genio se encontraba dormido boca arriba con los brazos extendidos a los lados. ¿Cuánto puede llegar a pesar un súper soldado? ¿De 80 a 100 kg? ¿O tal vez más?

No lo pensó más el soldado de Invierno y se dejó caer sobre el estómago del filántropo, obviamente el menor despertó confundido, sorprendido, adolorido y sin oxígeno en sus pulmones. Por inercia levantó las piernas cuando sintió un peso extra en él de manera repentina y veloz.

-¿¡Qué mierda!? –se exaltó y como pudo se quitó a Barnes de encima arrojándolo a un lado de la cama. –¡Animal, pudiste matarme!

-Pero no lo hice. –se levantó y lo observó divertido. –Además no quería ir solo a desayunar.

-¿Qué hora es? –preguntó mientras se estiraba y bostezaba.

-Buenos días, son las 8:30 señor. –contestó V.I.E.R.N.E.S.

-¿Cómo se te ocurre despertarme a estas horas de la madrugada? –el genio se enojó. –Genial, ahora ya no podré volver a dormir y me duele mi bello cuerpo.

-Tony ya levántate, y no es para tanto, solo te aplasté y ya.

-Si mamá. –Habló con sarcasmo. A lo que el mayor solo rodó los ojos. –Me pudiste sacar el relleno. –contestó a lo último dicho por su amigo.

-Te espero en la cocina. –finalizó, se dio media vuelta y salió de la habitación del menor. El castaño mayor iba caminando por los pasillos, por el olor que percibió sabía que el desayuno ya estaba listo.

Llegó al comedor como si nada de lo que había sucedido ayer hubiera pasado, saludó todos los presentes, los miembros del equipo observaban cada movimiento que hacía el soldado, tal vez ya se le había pasado el coraje.

-Por cierto. –comenzó Bruce, tenía su taza de café al lado y un plato de un desayuno al estilo estadounidense. -¿Dónde Tony?

-En su habitación, supongo que ya no ha de tardar ya que tuve que despertarlo. –contestó viendo fijamente al Capitán que estaba sentado a un asiento de él, quedando así un asiento vacío entre ellos, y como sabemos ese lugar es para cierto castaño millonario.

Por alguna razón el ambiente se tensó, todos podrían sentirlo. Segundos después llegó el genio bostezando. –Buenos días a todos. –todos lo voltearon a ver. -¿Llegué en un mal momento?

-No, Tony llegaste justo en el momento ideal. –Se apresuró Bruce. –Siéntate, vamos, el desayuno ya está listo.

-¿Esta... Bien? –se extrañó por el comportamiento del doctor, aun así el genio observó los asientos, hizo una mueca divertida al notar el único asiento.

EngañadosOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz