Capítulo 11: Las ideas locas de Clint

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La noche pasó tranquilamente, habían optado por dejar al millonario descansar después de haberlo regañado, habían dejado al castaño menor como niño castigado, por Dios, a veces puede ser muy infantil y en otras ocasiones es todo lo contrario.

El Capitán se había debatido si aprovechar la oportunidad y hablar con su canelita o dejarlo descansar, ¿Qué sería mejor? Por más que se removía en su cama no lograba pegar ojo, observó su reloj y ya pasaban de las 3 de la mañana, era obvio que el menor estaría dormido.

El rubio se sentó, se llevó sus manos a su rostro para pasar sobre el, se levantó de la cama y salió de su habitación con dirección a la cocina, tal vez un vaso con leche calientita le ayude, los pasillos estaban levemente iluminados.

Recorrió los pasillos hasta que llegó a la sala, pero una sombra enorme le llamó la atención, fue cuando su cerebro carburó, se había olvidado por completo de Clint, el rubio caminó hacia su amigo que yacía dormido en el suelo de la sala, exactamente en la misma posición en la que se había caído, esa botarga podría atar a cualquier villano.

Se acercó hacía él, se agachó y empezó a empujarlo para que despertara. –Clint, si duermes aquí te vas a resfriar. –Volvió a empujarlo.

-¿Hm? ¿Qué? –el arquero se confundió.

-¿Ya estás despierto?

-No, sigo dormido. –hablo con sarcasmo el arquero. –Ayúdame a levantarme. –el Capitán le dio la vuelta a su amigo para luego sujetar sus manos para jalarlo y así lograr levantarlo. –Mucho mejor.

-Perdona amigo... -se avergonzó el Capitán mientras se llevaba una de sus manos a la nuca.

-Déjame decirte una cosa Steve. –respiró hondo. -¡Jodete! –se relajó. –¡Me dejaron ahí tirado desde las 8 de la noche! Pero bueno... ya que, por cierto, ¿Cómo está Tony?

-Está bien... como siempre.

Barton miró detenidamente al contrario, intentó agarrarle el hombro pero no pudo. –Maldito traje de corazón...

-Lenguaje...

-Dejemos eso de lado por un momento, por qué no vas con el hombre dona ahora.

-Porque está dormido. –bajó la mirada el Capitán. –No quiero despertarlo.

-Es tu oportunidad de que hables con él sin interrupciones de Bucky. –dijo obvio. –Además es completamente seguro que se va a enojar, no pierdes nada con intentarlo. –comenzó a caminar hacia su habitación. –Mientras yo me quitaré esto de encima.

El Icono de América pareció meditar lo que el arquero le había dicho, tenía razón, no perdía nada con intentarlo y su mejor amigo no estaría allí para arruinar la situación. Y sin más partió hacia el cuarto de su canelita.

Cuando el Capitán llegó al cuarto, lentamente abrió la puerta, le sorprendió que no estuviera atrancada pero dio por hecho de que fue por suerte, la habitación estaba levemente iluminada por la luz que entraba por la ventana. Se adentró y ahí lo vio, su castaño estaba profundamente dormido, abrazando una almohada y de vez en cuando balbuceando palabras que no lograban entenderse, con su respiración tranquila, sin duda el rubio añoraba esos momentos.

El Capitán se acercó a la cama del menor, se quedó a un lado de él, observándolo con detenimiento, tanta fue su mirada sobre el castaño, que aunque el menor estuviera dormido la sintió. El ingeniero abrió sus ojos lentamente, lo primero que vio fue el reloj que marcaba las 3:33 a.m. vaya hora para despertar, después de ver la hora el ingeniero posó sus ojos al lado de él, vio una sombra que estaba parada al lado de su cama, la luz de la habitación no era suficiente como para lograr distinguir la silueta ajena.

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