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—¡La chica mantequilla está de vuelta!.

No me llames así.

—Lo haré porque en primera: te queda el apodo ya que siempre pides lo mismo, y en segunda: porque no sé tu nombre, lo cual por cierto me tiene en desventaja ya que tú sabes el mío.

¿Acaso es una indirecta para que te dé mi nombre?.

—Si lo fuera, ¿me lo dirías?.

No.

—Entonces no lo fue.

Bien, como sea, quisiera un...

—¡Palomitas de mantequilla!.

No esta vez, hoy solo quiero un refresco.

—¡¿Qué!? ¿Cómo piensas disfrutar la película si no compras unas palomitas? ¿qué comerás durante los comerciales? ¿cómo podrás tocar accidentalmente la mano del chico que te gusta si no compras unas palomitas? ¿qué le arrojaras a las personas que no dejan de hablar durante la película? ¿Cómo...?

¡Ya, basta! No quiero palomitas esta vez, ya he comprado unos nachos.

—Las palomitas son mejores que los nachos.

Ajá, y Ezra Miller es mejor Flash que Grant Gustin.

—¡Suficiente!, no permitiré que manches el gran nombre de los superhéroes de DC con semejantes comparaciones.

Fue sarcasmo, genio.

—Sólo dime qué refresco quieres para que pueda dartelo y vayas a ver tu película mientras comes esos feos nachos y yo pueda seguir molestando a otros clientes en paz.

Se suponía que tú eras quien debía sacarme de mis casillas como en otras ocasiones, pero, por lo visto, esta vez he ganado yo, así que ya satisfecha con lo sucedido, te pediré un refresco de Coca-Cola.

Alan sonrió internamente con malicia, sabía que esa era su oportunidad para que él terminara siendo el vencedor.

—Claro, ¿Grande o chico?.

Chico.

—¿Coca light, sin azúcar o normal?.

¿Yo qué sé? ¿Normal?.

—¿Con hielos o sin hielos?.

Con hielos...

—¿De lata, botella o vidrio?.

¡De lata!.

—Entonces no le puedo poner hielos.

¡Muy bien, me cansé! Estoy harta de este jueguito, estoy cansada de ti, te voy a... te voy a...

—¿Arrojar el bote de palomitas a la cabeza?.

¡Exacto!.

—Pero no tienes palomitas, sino nachos.

...

—Te dije que las palomitas eran mejores, ¡Vivan las palomitas!.

Yo me voy.

—Disfruta tu función y tus no palomitas, que no compraste.

Por el grito que lanzó la castaña luego de que Alan dijera eso, el rubio supo que definitivamente, él había sido el ganador.

PalomitasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora