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Olivia dejó que un suspiro se escapará de sus labios, estaba feliz, no, estaba más que feliz. ¡Estaba por tener una cita con Ismael!, el chico del cual estaba enamorada desde hace un año, el chico del cual era compañera en la clase de química, materia en la que por cierto él no era muy bueno y fue la razón por la que Olivia tuvo la oportunidad de hablarle ya que se le había asignado al joven rubio como tutora, cosa que Olivia estaba más que encantada de hacer, pues pasar tiempo con él era algo que le fascinaba, aunque fuera solo por ayudarle a pasar la materia.

Pero ahí estaba ella, esperándolo para tener una cita.

¡Una cita! Pensó con alegría mientras jugaba a balancear sus pies en la silla alta que se encontraba fuera de la cafetería Dulce Café, esperaba impaciente la llegada del castaño, y mientras lo hacía, su mente divagaba con cientos de preguntas sobre lo que estaba por pasar, pero había una que en especial le inquietaba más y era: ¿Por qué Ismael la habría invitado a salir?, es decir, no es que Olivia no fuera bonita, al contrario, ella era muy linda, su cabello era lacio y largo, era delgada y alta, tenía unos característicos ojos color miel y una nariz respigada, pero le parecía algo extraño que Ismael, siendo un chico algo popular, saliera con ella, Olivia sabía la clase de chicas con las que él salía, y ella definitivamente no entraba en esa categoría, además, ellos solo hablaban de vez en cuando, por lo regular lo hacían más en química, debido a que eran compañeros, de vez en cuando Ismael la saludaba fuera de clases, pero Oli se sentía insignificante en la vida de aquel castaño, por ello se preguntaba, ¿por qué la habría invitado a salir?, ¿Le gustaba?, ¿Había sido una apuesta?, ¿Quería pedirle algo?, ¿Estaría relacionado a la escuela o realmente era una cita fuera de asuntos escolares?.

Olivia sacudió la cabeza y dejó de morderse el labio, un mal habito que ella tenía mientras pensaba; rápidamente sacó el pequeño espejo que traía en su mochila para corroborar que el labial no se había arruinado y suspiró de alivio al darse cuenta de que todo estaba en orden con su maquillaje, Gabriela había pasado un buen rato arreglandola para esa cita y sabía que no podía echar a perder el gran trabajo que había hecho con ella.

Guardó de nuevo el objeto y miró la hora en su celular, 5:32, apagó la pantalla del aparato y se dedicó a esperar.

Esperó, esperó y esperó.

Los minutos pasaban y no había señales de Ismael, Olivia miró la hora nuevamente, 6:15. Era más que obvio que Ismael no llegaría, pero Olivia siguió esperando de todas formas, se rehusaba a aceptar la verdad.

Pasaron otros 15 minutos cuando Olivia entendió que esperar sería una perdida de tiempo, debía aceptar que el castaño jamás llegaría.

La había dejado plantada.

Y aunque no quisiera admitirlo, eso de verdad le dolía, tenía la esperanza de que Ismael y ella tuvieran una increíble cita, pero la realidad fue como un balde de agua fría que la llenó de decepción.

La castaña cerró sus ojos y dejó caer su cabeza contra la mesa, se sentía ingenua.

—Vaya, miren a quien tenemos aquí, a mi fiel asistente la chica palomitas—habló alguien llamando la atención de Olivia, sabía perfectamente de quien se trataba, la castaña levantó la cabeza y observó al rubio quien la miraba con su típica sonrisa burlona.

—¿Alan?, ¿qué haces aquí?, ¿no deberías estar trabajando?—le preguntó mientras limpiaba bruscamente la pequeña lágrima que se le había escapado y que agradeció, Alan no notó.

—Sí, debería, pero hoy es mi día de descanso, o al menos eso me dio a entender mi gerente, es decir, ¿Qué más se podría interpretar si él te dice algo como?: ¡No te veré mañana!.

—No lo sé, ¿Quizá que él sería quien iba a descansar?—respondió, Alan lo pensó unos segundos y luego reaccionó.

—Salsa tartara—masculló el rubio en forma de reproche para sí mismo, lo cual hizo reir a Olivia.—Bueno, supongo que no puedo hacer nada más que esperar a que llegue mañana y aún conserve mi empleo.

—La verdad, me sorprende que aún lo tengas después de todo lo que has hecho.

—¿Qué te puedo decir?, soy un chico con suerte—se encogió de hombros, Olivia negó con una sonrisa, ese rubio era todo un caso.—¿Puedo sentarme o esperas a alguien? Que casi estoy seguro de que así es por la forma en la que te arreglaste, ¿Tendrás una cita?—le preguntó mientras tomaba asiento frente a ella, Olivia rápidamente negó y sonrió apenada.

—¿Una cita? ¡No!, ¿Qué, acaso una chica no puede arreglarse solo para tomar café a solas?, ¿Cita?, no, que va—el rubio enarcó una ceja, sabía que Olivia mentía, pero prefería no cuestionarle nada respecto al tema.

—Bien, creo que este es el momento en el que me aprovecho de la situación—rió.—¿Te gustaría ir a ver una película? Hay una muy buena que no he visto aún, irónico, ya que yo trabajo en un cine—Olivia se lo pensó unos segundos, no quería desperdiciar su tarde lamentándose el hecho de que Ismael la había dejado plantada, por lo que aceptó ir con Alan, sabía que él sería capaz de alegrarle el día, como siempre.

PalomitasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora