Vendedora de Caricias

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ADVERTENCIA: Contenido explícito. G!P. 

Los ojos verdes de una joven mujer observaban ligeramente enrojecidos el amarillento líquido dentro de aquel transparente vaso con hielo. 

Ojalá el alcohol lograra mitigar su dolor, pero no lo conseguía, lo que si provocaba era que ese sentimiento se transformara en ira y rencor.

¿Por qué ella la había traicionado de esa forma tan cruel? 

Durante años sólo se había dedicado a hacerla feliz, a darle todo lo que deseaba, cumplirle todos sus caprichos, ayudarla a alcanzar sus sueños ¿Y qué había hecho ella? Le había robado millones mientras se acostaba con su mejor amigo. 

Y Lauren cada vez estaba más enfadada.

Keana estaba dándose una vida de lujos con todo lo que le había robado y compartiéndolo con el otro maldito traidor, mientras ella estaba ahí hundida en la miseria, alcoholizándose para tratar de dormir al menos una jodida noche sin recordar a su novia acostándose con otro. 

"¡¡MALDITA SEAS!!" 

La ojiverde arrojó la copa de cristal contra la pared de su despacho y mientras resoplaba violentamente para intentar controlarse, la puerta de la habitación se abrió de pronto, dejando ver a Verónica, su mejor amiga.

"Ya es suficiente Jauregui. Te llevaré a casa." 

"Déjame en paz Iglesias. Lárgate." Rugió la morena. Su amiga rodó los ojos. 

"Keana no se merece esto, Lo." Dijo Verónica tratando de usar un tono más comprensivo. "Es una perra que no vale ni una sola de tus lágrimas y mucho menos que te hagas daño bebiendo así." 

"Tienes razón en eso." Dijo Lauren. "Es una cualquiera, sólo estaba conmigo por el jodido dinero. Pudo habérmelo dicho ¿Sabes?" Enunciaba Lauren con dificultad. "Le habría pagado todo el dinero que quisiera y me habría ahorrado el enamorarme de ella y sentirme tan jodida ahora." Continuó para luego dar un trago directamente a la botella de tequila, la garganta le escoció un poco. "Brindemos Iglesias, por la puta más cara que he pagado en mi vida." 

Lauren levantó su botella y se tambaleó en medio del despacho. Verónica alcanzó a tomarla por la cintura y ayudarla a volver al sofá. 

"Deja eso ya." Ordenó con seriedad, arrebatándole la botella de la mano y dejándola fuera de su alcance. 

"¿Sabes qué?" Dijo Lauren sonriendo para luego sorber por la nariz. Su blanca dentadura se mostraba enorme, como si se le hubiera ocurrido una muy buena idea. Aunque a los ojos de Verónica parecía como si lo que pasaba por la mente de su amiga y casi hermana fuera una completa locura. "Pagaré por una prostituta... Pero una más barata."

"Estás delirando." Habló Verónica negando con la cabeza. "Vamos a casa."

"No." Dijo Lauren apartándose cuando su amiga intentó hacer que se levantara del mueble para llevarla a su hogar. "Eso es lo que quiero. Necesito el calor de una persona Verónica... Necesito sentirme querida, aunque sea mentira. Puedo pagar por eso.... Sabes que no hay otra manera de que alguien quiera estar conmigo." Decía Lauren en voz baja, con dolor y vergüenza que le rompían el corazón a Verónica. Era terrible ver a su mejor amiga así de destruida. "Ayúdame." 

"Te ayudaré. Te llevaré a tu casa Lo." Insistió Verónica. 

"Llévame a casa si quieres. Pero mañana cuando esté sobria insistiré con lo mismo." Aseguró la mujer arrastrando las palabras. "Sólo quiero estar con alguien que me haga olvidar aunque sea por unas horas a Keana."

Verónica hizo una mueca pero sabía que era cierto. La terquedad de Lauren era incluso una leyenda, y no tenía caso ponerse con Sansón a las patadas, por eso se limitó a acercarse a Lauren y ayudarla a ponerse en pie para dirigirla a través del despacho con la firme intención de llevarla a su apartamento. 

One Shots - CamrenWhere stories live. Discover now