Lienzos

944 75 33
                                    

Tenía solo quince años cuando la conocí, ella era dos años mayor pero no lo parecía, no era una cuestión de físico, las dos aparentábamos ser las niñas que éramos, se trataba más de un asunto de madurez.

Ella era una chica libre y yo... bueno, la desventaja de ser la hija de una familia rica en una época como en la que vivíamos era que... prácticamente tu vida y tus decisiones no eran realmente tuyas. 

Sin embargo, a mis quince sentía que podía serlo. 

"Realmente tienes talento."

Estábamos sentadas a la orilla de un pequeño riachuelo, sobre una roca mientras las puntas de los dedos de nuestros pies se mojaban ligeramente. 

Ninguna de las dos era lo que se puede decir de una persona alta, así que apenas conseguíamos rozar la superficie del agua. 

Camila sostenía sus manos un sencillo portafolio de piel, herencia de su padre y dentro de él tenía varios trozos de lienzos cortados meticulosamente por su madre, Sinuhe. En uno de ellos había conseguido captar a la perfección la belleza del pequeño paisaje, a las afueras del terreno de mi familia, no podíamos alejarnos demasiado, aunque si por ella hubiera sido, podríamos habernos ido al fin del mundo. 

Lo que nos detenía era mi familia, por supuesto, si nos marchábamos y nos encontraban, quién sabe que sería mi padre capaz de hacerle a Camila o a su mamá. 

Camila se encogió de hombros y me sonrió. 

Estaba usando un vestido blanco, muy sencillo y manchado de carboncillo igual que sus dedos a causa de su reciente trabajo. 

"Creo que hay cosas mucho más bonitas que mis dibujos." Me respondió, la vi a los ojos y de pronto apartó la mirada. 

"Yo creo que no hay cosa más bonita que tus dibujos... Excepto tal vez, quien los hace." 

Y era verdad. Camila era muy bonita, más que bonita. Y ni siquiera estaba hablando del físico, aunque Dios se había lucido con ella. 

Camila rio suavemente y negó con la cabeza. 

"Tú no puedes decir eso." 

Fruncí el ceño al escucharla e hice una mueca con mi boca.

"¿Y por qué no?" Pregunté cruzando los brazos sobre mi pecho. 

Ella se acomodó el cabello detrás de la oreja, hacía eso siempre que iba a decir algo que le parecía muy serio, la conocía perfectamente. 

"Pues... porque eres tú, Lauren Jauregui. Sabes que todos los chicos en la ciudad están detrás de ti." Expresó mirando hacia la húmeda hierba que limitaba el riachuelo.

Me reí. 

"No es por mí, es por mi dinero... Además el apellido Jauregui pesa, todos quieren tener eso en el bolsillo." 

"Pues lo que tu vales no creo que quepa en un bolsillo... Ni siquiera en una caja fuerte." Dijo Camila mirándome a los ojos, parecía muy determinada. 

"Por eso prefiero pasar tiempo contigo que con cualquiera de ellos." Le contesté haciéndola sonreír de nuevo. 

No fue mucho tiempo después cuando su madre llegó a donde estábamos acomodándose la falda del vestido y diciendo que estaba desesperada buscándonos por todos los jardines. 

Ella tenía diecisiete y yo quince, pero incluso a esa edad sabía que si quería que alguien me acompañara toda la vida, era ella.

Su madre llegó a trabajar a casa de mi familia luego de que el padre de Camila, que era carpintero, muriera.

One Shots - CamrenWhere stories live. Discover now