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152 días antes del atracó.

Nunca me gusto la idea de tomar clases, es más, nunca me gusto la idea de estudiar en una escuela de mierda, pero este caso era muy diferente. Estaba sentada en un pupitre apunto de tomar la clase que cambiaría por completo mi vida y a diferencia de las otras veces que tomaba este tipo de cosas, esta vez no me encontraba en una escuela y mucho menos escuchando a un viejo aburrido, esta vez estaba dándole toda mi atención a un tipo más inteligente de lo que me pareció la primera vez que lo vi.

— No quiero nada de nombres, preguntas personales ni relaciones personales. Así que les recomiendo que busquemos un nombre, no lo sé, números, ciudad...

— Podemos ser ciudades. — Comentó una chica de cabello corto.

— Genial, quiero ser Grecia. — Le conteste dándole una sonrisa fingida.

— A ver, idiota, que Grecia es un país, no una cuidad. Profesor, ¿podría darle clases de geografía a esta niña?

Y así fue como comenzó mi amistad con la señorita Tokio, estando a punto de pelearnos en serio, y es que dicen que las mejores amistades empiezan con este tipo de problemas, aunque en los 5 meses que estuvimos estudiando el plan lo único que Tokio y yo hacíamos era lanzarnos miradas malas y de vez en cuando nos dábamos ligeros jalones de cabello. Una de las cosas que aprendí estando con ella es que cuando un chico de casi tu edad empieza a lanzarte miraditas cuando esta con alguien como Tokio lo único que ganas es un problema asegurado, pero bueno, ¿Alguien se resiste ante los encantos de Río?

Denver me tomo por la cintura y me hizo sentarme en mi pupitre, no sin antes darme una mirada llena de desaprobación, el Profesor nos miró por unos segundos y sin darnos importancia continuo con su clase.

Creo que para empezar esto debería decir cómo es que llegue aquí, pero era algo de lo cual nunca quise hablar mucho.

Solo dire que así como Tokio tuvo a su ángel de guarda yo igual lo tuve, Denver fue el mío durante muchísimo tiempo antes de que estuviéramos planeando "el mayor atraco de la historia" y era un pequeño secreto que solo él y yo sosteníamos, ni siquiera su padre estaba enterado del lío en el que nos habíamos metido dos años atrás, para el señor Moscú su hijo solo me miraba como a una hermana pequeña, no sabía que sentir cuando sabía que en lo último en lo que Denver pensaba de mí era en ser parte de su familia.

La semana había pasado tranquila, me limitaba a ignorar a Denver siempre que me lo topaba e incluso había ido a pedirle al Profesor que evitara decir que él y yo llegamos juntos, solo por si se le ocurría sacar el tema del ambiente familiar, era un tema del cual hablaba siempre que podía, pues la mayoría de nosotros no nos llevábamos muy bien y lo que él quería era que todos sintiéramos que éramos parte de una familia. Me daba tanta ternura como lo repetía en los momentos en los que había pequeños roces entre los miembros de la banda y a veces me sentía mal cuando lo desobedecía, solía darle problemas de vez en cuando.

La noche había caído, ese día habíamos hablado sobre lo que nos esperaba con la policía y esos eran uno de los temas que más miedo me daban. Me encontraba sola sentada en la entrada de la gran casa, el Profesor no nos dejaba salir y mucho menos solos pero yo nunca fui de esas tipas que seguían las órdenes de cualquiera.

— ¿Que piensas hacer con el dinero? — Pregunto el chico sentándose junto a mi.

— Creí que nada de preguntas personales, Río.

Beauty and the Beast || DenverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora