CAPITULO 1

10 0 0
                                    


No todo en nuestras vidas es correcto, siempre venimos manchados de alguna forma, como los baches que existen en las carreteras que esperan pacientemente ser reparados, pues así es como se siente. Nada ha sido correcto ni fácil en mi vida, pero yo he sido la principal causante de esos hoyos en mi hoja de vida. Podría haber elegido cambiar pero no lo hice a tiempo, las consecuencias han sido terribles en todos los sentidos.

-Anabella ya terminaste.

Como podría terminar si aún me quedan veinte platos de entrada que esperan ser refregados y lavados, podría usar el gigante lavavajillas pero no porque la loza es finísima y solo se debe lavar a mano. Sin contar los veinte tenedores y cuchillos que hacen un total de cuarenta. Mayormente parezco una máquina que una empleada de servicio doméstico.

-No, María.

No es lo único que quiero decirle pero me muerdo la lengua, es la jefa y no quiero que me tome a mal.

Llevo unos dos años trabajando en el mismo lugar, debería estar acostumbrada a su compasivo trato pero no es así, dentro de todo entiendo un poco su actitud, ella ya es vieja, pero buena persona.

-Bien, cuando termines con eso, debes ayudarme a recoger los almohadones del jardín.

Cuando sale disparada por la puerta, suelto un suspiro ruidoso. Como si fuera poco llevar ya más de seis horas yendo para un lado y para el otro y todo porque a la "señora" se le ocurrió ofrecer su casa para el babyshower de su sobrina, oh pero no fue un babyshower común y corriente, no señor, es el evento del mes, según vi en una revista de la ciudad de Nueva York anticipando el enorme evento.

Eso es lo que odio de estar persona, están tan podridas de dinero que solo piensan en sus lujos y su alto nivel de vida. Explíquenme ustedes como un bebe que aun no nace puede tener una fiesta con un cisne de hielo y recibir regalos que cuestan un salario mío del mes. Es increíble.

El dinero por ejemplo es un hoyo enorme en mi vida, no me quejo, este empleo es lo mejor que me pudo suceder y créanme que si de empleos se tratan tengo bastante experiencia en el rubro. Me pagan muy bien y he logrado subsistir bastante bien con él, teniendo en cuenta que tengo que pagar la renta de nuestro departamento, las boletas, los medicamentos de mi viejo padre, un hermano menor y mi pequeña sobrina de tres años, ha que por cierto su madre (mi irresponsable hermana mayor) la dejo a mí responsabilidad cuando tenía un año y nueve meses. Esa es otra larga historia que la dejare para más tarde.

Sip, ahí está mi hermosa y perfecta vida.

Volviendo a mi engorrosa tarea de seguir limpiando los trastos, puedo jurar que ya no siento mis piernas, estar parada cerca de unos 30 minutos no le está haciendo bien a mi circulación.

-Anabella

Veo una pequeña cabeza color rojo fuego a mi lado, en que momento habrá aparecido que no lo escuche. Estos niños son tan sigilosos algunas veces.

-¿Qué se le ofrece, señor?- digo con una reverencia hacia el pequeño niño de rizos rebeldes, que por cierto debería hacer una nota mental de raparlo, sería más fácil para peinar, tarea que por cierto a mí me concierne. Su madre me encerraría en la cárcel por varios años si hago eso.

-Helado.

Este niño, está jugando con fuego y yo soy la que ha provocado esto.

-NO.

-Siempre me das helado.

Levanto una ceja y lo miro con indiferencia, aunque tanto el como yo sabemos que lo que acaba de decir es verdad, pero la cosa es que al niño hace pocas semanas le diagnosticaron diabetes, lamentablemente. Nunca dio muchos signos de que la pudiera padecer, al parecer es algo hereditario por lo que escuche.

-Sabes muy bien que no puedes comer dulces.

Y ahí está, me pone su mejor cara de cordero degollado, no flaquees me digo mentalmente. Lo he malcriado mucho, y él no es un niño malcriado en todos los aspectos puedo decir.

-Qué tal si te preparo otra cosa- le digo, a ver si lo convenzo.

Se toma su tiempo en pensarlo, sigo con mi tarea pero de reojo lo miro, a ver que expresión demuestra su cara.

-Bien. Pero que sea algo muy rico.

-Como ordene, caballero.

Dejo por un momento los platos y cubiertos y saco algunas frutas del refrigerador, pelo una naranja, una banana y le saco el cabito a una manzana, los lavo bien y los corto en trozos para que entren en la juguera. Unos cuantos segundo más le estoy sirviendo un apetitoso jugo de frutas. Se lo coloco frente a él que me está esperando en la mesa y espero el veredicto.

El sorbo se hace escuchar por toda la cocina, y luego otro y otro.

Bingo.

Vuelvo triunfal a mi labor y continuo. Veinte minutos más ya está todo lavado y ordenado. Me giro para ver al niño y oh ¡sorpresa!

-¿Y?- le pregunto. Me da mucha gracia porque en la parte superior de su boca ha quedado espuma imitando un bigote.

Me levanta los pulgares de sus manos.

-Muy rico, Ana. Quiero otro.

-Wow, wow, alto ahí amigo- lo detengo, no quiero que le dé una indigestión frutal- mañana te preparare otro.

No hay un solo día aburrido en la casa si estas con el pequeño Tomás, se hace querer. Él es el menor de cuatro hermanos, solo tiene nueve años. Supuestamente al ser el más pequeño debería ser el más regalón de la casa, pero no es así. Tomás es lo más alejado a un niño malcriado, siempre anda revoloteando alrededor mío o de Maria como un perrito faldero cuando sus hermanos no estan. Me he preguntado si se deberá a que su madre no pasa mucho tiempo con él.

-Tomás

Últimamente se ha hecho escuchar más por aquí. No lo conozco casi nada. El hijo mayor de la familia Santiní: Jared Santiní.

HOLA, EL PRIMER CAPITULO AQUÍ.

NO OLVIDEN VOTAR.

GRACIAS.

BUEN FIN DE SEMANA.

SOLO TÚWhere stories live. Discover now