CAPITULO 2

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Si me pidieran que describiera a Jared Santiní, solo diría una sola palabra: ARROGANTE.

Es igual a un príncipe heredero actual, con bombos y platillos, no voy a negar que es guapo, porque lo es y muy guapo con su pelo castaño oscuro siempre ordenado y ojos azules como el hierro y ni hablemos de su físico porque quiero evitar derrames nasales, pero es frio como un cubito de hielo, a mi poco ver. No es que sea un persona persuasiva que se da cuenta del tipo de gente que es con solo mirarlo, si hubiera sacado esa increíble habilidad no me habría metido con los hombres con los que me metí. Malas decisiones tienen consecuencias desastrosas, así es como conseguí mi mala reputación en la escuela secundaria, me acostumbre a lo que murmuraban las personas: zorra, perra,prostituta. Son solo algunos apodos suaves de muchos otros peores. Me lo merezco. Yo hice esa reputación de mi misma.

-Tomás, tu madre te llama- por favor podrías decirlo un poco más amistoso, no con ese tono duro, hombre.

-Hermano, Ana me hizo un rico jugo de frutas- oigo que dice, prefiero no abandonar mis tareas, ya veo que Míster perfecto me regañara por no hacer mi trabajo-¿ quieres que te prepare uno?

En verdad, no quiero prepararle nada a este tipo.

-No, ve con tu madre ahora.

Y quien se lleva el premio al mejor ser humano de este planeta: Míster perfecto, señoras y señores. Este hombre no tiene nada de amabilidad. Se estarán preguntando sobre esta confusión de "tu madre te llama" en vez de decir "hey, mama te llama"; pues verán, no es que sea entrometida ni nada, bueno un poquito: La madre de Tomás es la segunda esposa de Steven Santiní, una elegante mujer proveniente de una familia de petroleros, de unos treinta y tantos, es joven en comparación a él viejo Santiní. El único hijo hasta ahora de Steven y Karen Santiní.

Por otro lado están los otros tres hermanos mayores, hijos del primer matrimonio del Jefe con Melania Santiní:

1-Mackenzi Santiní, la menor de los tres y hasta ahora la única chica del clan, ella tiene 17 años, una adolescente.

2-Adam Santiní, de 18 años, mujeriego y fiestero. Pronto se ira a la universidad

3-Jared Santiní, de 26 años. Sin comentarios.

La cosa es que la familia Santiní es muy prestigiosa y adinerada. La pregunta que seguro se estarán haciendo seria :¿Cómo es que llegue hasta este lugar?, la respuesta es: por mera suerte, ese día había un anuncio en el periódico, fui, me entrevistaron y al parecer le caí en gracia a la Señora madre Santiní o bien dicho a la abuela Grace. Sí, ella me contrato y eso que la lista era muy larga y con mujeres con mayor experiencia que yo, seamos realista era una cucaracha al lado de las otras mujeres, fui con unos jeans todos rotos y una remera de Led Zeppelín con una camisa sobre ella. Muy profesional.

-Prepárame un café y llévamelo a la oficina de mi padre.

Casi lanzo una carcajada, pero me reprendí mentalmente y recupere la cordura. Así no más, sin un por favor.

-Claro, Señor.

Señor mi culo, pero mi salario depende de esta familia. Disfrutaría lavar su boca con jabón o con lavandina.

Me dedico a preparar la cafetera de última tecnología y que haga su trabajo, mientras espero hasta que este, me dirijo afuera a ayudar a María, ya ha recogido la mayoría de las cosas, solo queda lo más pesado.

-María, perdón por la tardanza.

-Levanta esas luces colgadas y limpia después el piso, yo me voy a cambiar.

Rápidamente descuelgo las luces en forma de estrellas que adornaron el patio y las guardo, voy adentro, no puedo hacer esperar a Míster perfecto. Por suerte con toda esta maquinaria la vida de empleada es más fácil.

Cuando entro a la sala, padre e hijo están sentados frente a la gran chimenea, por supuesto no está encendida, es verano. Un intenso olor a madera y oliva asaltan mi nariz, están fumando pero no un cigarrillo normal, es un puro y de esos que tienen etiquetas muy elegantes que tienen escrito palabras en otro idioma.

-Aquí está su café, Señor.

Lo dejo en la pequeña mesa ratona que hay a un costado y es el momento de preguntarme si el señor Santiní padre también querrá. Me arriesgo y hablo.

-Señor Santiní ¿quisiera que le preparara un café?

-No, gracias. Puede marcharte ya.

-Buenas noches.

Y así otra feliz jornada termina.

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