CAPITULO 3

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-¡John! ¡Vamos!- este chico va a ser que un día de estos le dé una paliza. Que tienen los adolescentes que ahora se toman más tiempo en prepararse que una chica. Yo solo necesite diez minuto, cinco para bañarme y cinco más para vestirme y lavar mis dientes. Mi cabello es tan lacio y sin vida que no me molesto en peinarlo, con una cola se arregla todo- ¡John!- a la mierda con la paciencia.

-¡Ana! ¿Qué rayos estás haciendo?, deja el gel.

Sí , mi paciencia con mi hermano se esfuma en menos de un milisegundo, arrojo su pote de gel por la ventana, cuando vuelva lo podrá recoger.

-Vamos, John, no lo repetiré de nuevo.

Adolescentes.

Recogo mi mochila, la de Emilia y ese extraño peluche que parece un abejorro. Le doy un sonoro beso en la frente a papá, quien se esta preparando para salir. Él es feriante y trabaja muy cerca de aquí, hace dos años atrás desafortunadamente sufrió un infarto al corazón, pero él es fuerte y sobrevivió, fue un año difícil para toda mi familia. Está muy medicado, lo obligamos con mi hermana a renunciar a su trabajo como mecánico y le conseguimos un puesto en la feria, allí vende calzado, al principio dudamos ya que era un negocio nuevo pero le va muy bien.

Salimos por fin, y primero dejo a la niña en la guardería, cuando mi hermano sale de la escuela la recoge, a veces papá.

Dejo a John en la escuela y al fin me encamino a mi trabajo.

-Hola, María.

Le digo entrando a la cocina, pero ni siquiera me responde. Parada al final del pasillo que une la cocina con el comedor me acerco, unas personas charlando bulliciosamente se hacen escuchar.

-¿Qué pasa?- le digo colocándome a su lado.

-La señora Melania está aquí.

Eso solo significa una cosa: caos.

Ella es del tipo de mujer resentida, no soporta a Karen, casi nunca viene aquí pero cuando lo hace termina mal. Solo espero que ninguno de los chicos este aquí, solo les causarían más dolor del que ya tienen. María me conto que cuando se separaron fue en verdad terrible, termino todo muy mal, al punto de que el señor Steven pidió una orden de restricción de acercamiento a sus hijos para su ex esposa. No me imagino por lo que habrán tenido que pasar.

-¿Ellos están aquí?

-Gracias a Dios, no. Solo Jared esta en medio de esas locas.

No conozco mucho a Jared, hace unos meses que volvió a vivir de nuevo en la casa, ya que su padre expandió su empresa multimillonaria y lo llamo desde el otro extremo del país donde estaba realizando su maestría porque lo necesitaba con él, termino sus estudios y regreso. Aun así siento pena por él en ese momento.

La mañana se volvió muy alterada, la señora Melania se ha quedado bastante tiempo para estar con sus hijos.

-Hijo ¿Cuándo volverás a traer a Alma?- escucho que dice su madre mientras yo estoy limpiando la parte de debajo del balcón con vista a la piscina.

-No se, madre. Sabes que está muy ocupada con su muestra en la galería de arte en New York.

Vaya, debe ser increíblemente inteligente. Sabía que era una artista, pero presentar sus obras en una galería de arte muy importante debe ser asombroso. Con ella recupere mi fe de que no todas la estúpidas y mimadas ricas son vacías como una cubeta. Esta tiene cerebro.

-Auchh- grito ante lo que haya sido que casi me deja un derrame cerebral- pero que rayos- me agacho y veo una enorme pelota de ¿beisbol?

-Lo siento, Ana.

Si seguro que lo sientes, lo sentirás cuando abofetee tu bonita cara, Adam. Este muchacho acaso cuantos años tiene ¿cinco?, será un mujeriego que lleva a la cama a muchas chicas pero es tan estúpido a veces.

-¡Adam!

Su madre lo llama, veo como los tres se reúnen en la lujosa terraza del jardín. Pero esto no termina allí, la señora Melania está levantando su mano con perfecta pedicura que por cierto puedo oler el acetato a metro de aquí.

-Anabelle, ¿puedes venir un momento?- esperaba esto, la madame llama a su criada. Y yo en estas fachas, espero que no sean muy escandalosos mis jeans descoloridos y mi camisa "cállate la boca".

-Señora.

Los tres pares de ojos se centraron en mí. Pero lo que más temía es al águila que frunce en ceño en mi dirección. Siempre es lo mismo.

-Anabelle, acércate más- NO QUIERO, MUJER- Que horror, mira estos harapos- prácticamente me esta tirando de mi remera, recuedo las veces que tuve que acompañarla a los centros comerciales para ayudar a llevarle sus bolsas, un completa diversión.

-Es ropa, señora.

Bueno si lo miramos desde su punto de vista, una mujer en un costoso traje a medida de quien se yo quien, un hombre en un traje negro de Armani impecable (lo sé porque vi cuando llego de la tintorería etiquetado), y él estúpido adolescente con su look urbano, que solo grita dinero, a comparación mía de ropa de tienda de tercera, soy un parasito venido del planeta Melmak.

-Deberían darte un traje de sirvienta- ah, por favor.

-Madre, basta- salvada por la campana- Anabelle sigue en lo que estabas.

La primera vez que me llama por mi nombre. Eso debería anotarlo. Sigo con mi ardua labor, y pensar que todavía me queda cortar el pasto y desyuyar, el señor Antonio está muy jodido con su artrosis, por ello debo hacer su trabajo, pero estoy penada acercarme a las plantas y lo agradezco porque temería por la vida de las mismas

-¡Ana!- el pequeño Tomás ya está aquí, esta pesado, se sube a mi espalda, y todo porque aún no termino de desyuyar, ni se hace cuanto estoy aquí- fui a Neverland, mamá me dejo subir a muchos juegos y mira junte tickets- me los enseña.

-Oh, son muchos.

Como si todo el mundo pudiera ir allí, con lo caro que es sino me equivoco una sola vez fuimos con mi hermana hace años luz ya.

-Te felicito, Tomás. Qué tal si vas a dentro y me esperas así te preparo ese licuado de frutas que tanto que gusta.

Sip, mi licuado maestro funciono.

-¡ Sí!, licuado- casi quedo sorda.

SOLO TÚWhere stories live. Discover now