32. Descubiertos.

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Agotado, Minato, no pudo evitar caer de lleno sobre la peliazul, quien lo recibió con los brazos abiertos, pero con lágrimas en los ojos. Rápidamente la tomó y dio lo que sería una media vuelta en la cama para que ella quedará sobre él. Sus respiraciones se encontraban muy agitadas.

— Lo siento — pronunció por lo bajo y acarició su espalda. Apenas se daba cuenta que en la última fase había ido muy rápido.

— No tienes por qué pedirme perdón, estoy bien — le contestó con la voz entrecortada debido a que tenia muchas ganas de llorar.

— Pero... estas llorando — tras decirle aquello, la peliazul escondió el rostro en su pecho.

— Es que... — comenzó a llorar — Me siento tan feliz — el rubio se sorprendió un poco al escuchar aquello — Porque, no lo se, me siento tan sentimental... esto que hicimos fue... — no terminó debido a un gran sollozo que salió de su boca, el rubio sonrió y la abrazó más fuerte haciendo que ella se soltará llorando debido al sentimiento a flor de piel que tenia.

— Me alegra escuchar eso, también creo que fue hermoso haber juntado nuestras almas en una sola — le contestó cerrando los ojos.

La dejó llorar mientras la escuchaba, era cierto que él odiaba que ella lo hiciera o cualquier mujer, pero esta vez la dejaría por que eran sentimientos buenos los que la hacían hacerlo.

— Te amo — le dijo y al instante recibió su respuesta.

— También te amo — su voz sonaba adormilada. Ella se encontraba muy cansada.

Luego de unos minutos, no se dio cuenta cuando había parado de llorar, puesto que se moría de sueño y al parecer, cuando le echó el ojo y le llamó por su nombre, se percató de que esta se encontraba ya dormida sobre su pecho.

<< Me siento muy feliz... >> pensó el rubio acariciando con cuidado la espalda de su chica para después con torpeza poner una sábana sobre ellos. Tenia mucho sueño, pero no quería dormir, quería disfrutar toda la noche de la sensación del cuerpo desnudo de Shinato junto al suyo, pero minutos más tarde, el sueño y cansancio le ganaron. Pronto se había quedado dormido.

(...)

Cuando amaneció, la primera en despertar fue Shinato, quien rápidamente se avergonzó al acordarse de la noche anterior, se bajó con cuidado del cuerpo del ahora su hombre, y se sentó en la cama con una extraña sensación en el estómago. Le observó el rostro, se encontraba totalmente dormido, con sus preciosos ojos escondidos y no pudo evitar observar su cuerpo desnudo, ya que ella al levantarse y quitarse de arriba de él, le había quitado la manta. Se sonrojó al instante y rápido puso otra manta sobre su cuerpo. Lo que le había visto... ya entendía porque le había dolido tanto. Si, nos referimos a eso.

Se acercó y dejó un pequeño beso en su frente para después levantarse de la cama con la sábana envuelta. Primer error...

¡Duele..! — gritó su subconsciente y se tocó el vientre de manera involuntaria.

Se arrimó a la pared más cercana y se recargó con los ojos cerrados. Solo pensaba en porque nadie le había dicho de eso, que de haber sabido le decía al rubio con todas sus fuerzas que fuera más amable con ella. Le dolía a montones su parte íntima y es que como no, si Minato había sido un total salvaje para ser su primera vez.

A paso lento, avanzó hacia el baño y ahí, se dio una ducha lenta y puso ropa cómoda en su cuerpo, una de las típicas yukatas que siempre solía llevar. Cuando salió de la habitación, notó que el rubio se había movido en la cama, ahora le daba la espalda, pero seguía dormido. Sin querer molestarlo, salió de la habitación y fue a la cocina.

Rápidamente, se dió a la tarea de cocinarle algo comestible para cuando se despertara. Había pasado cerca de media hora cuando el desayuno por fin estuvo listo, sirvió los platos en la mesa y algo para beber, quería que todo estuviera perfecto para Minato, de alguna manera se sentía radiantemente feliz, sin ninguna pisca de enojo, estrés o nervios por estar con el rubio. Se sentía muy bien... eso, hasta que escuchó como la puerta era abierta.

— ¡Estoy en casa Shinato! — esa era Tsunade, quien ya acostumbraba gritar de esa manera cuando llegaba aun que fueran las dos de la mañana.

Llegó a la sala de estar donde se encontró a una Shinato muy nerviosa.

— ¿Qué te pasa? — le pregunto al instante y soltó su cabello rubio.

— Nada, ¿q-qué me pasaría? — ahora quedaba claro que quien nunca había mentido, no servía para mentir.

La rubia la observó fijamente notando algo distinto en ella, es decir, le brillaban los ojos y toda la cosa, algo tenia que estarle pasando, entonces puso su mirada en su cuello y abrió la boca sorprendida.

— Shinato — le dijo en voz baja no creyendo que su discípula hubiera hecho lo que estaba pensando — ¿Quién te hizo eso? — le preguntó señalando y la peliazul de inmediato puso una mano sobre su cuello para ocultar la marcas.

— ¿Esto? — le dijo — No es nada Tsunade-sensei, es solo... — en ese momento, la voz de alguien la interrumpio.

— Shinato, ¿por qué no me despertaste para ayudarte con el desayuno? No es... — se quedo callado cuando llego a la sala de estar y vió a las mujeres en ella.

Minato ni siquiera llevaba la camisa puesta.

— ¡Tú! — sonó aun mas sorprendida y los señaló acusatoriamente — Ustedes... — no podía creer lo que sus ojos veían — ¡Ustedes pasaron la noche juntos!

— ¡No! — Shinato enseguida se defendió — No es lo que cree, de verdad, solo se quedo en mi habitación y yo en la de Orochimaru-sensei, en serio que no hicimos nada — explicó rápidamente.

De alguna manera, el rubio se sentía muy ofendido.

De pronto, la rubia comenzó a reírse en alto.

— Tranquila, Shinato — le dijo cuando se relajo — No diré nada — le guiñó un ojo y la peliazul se sonrojó, no había manera de esconder los hechos — Pero tú, Minato... — está vez le habló fuerte — Hablaremos después - le vió acusatoriamente y se fue de la sala dejándolos solos.

— ¿Qué te parece si vamos a desayunar? — ella pronunció después de un rato en silencio y vio a un rubio muy asustado en su lugar.

— Si — contestó solamente.

《Mitad X Mitad》Minato Namikaze☇/ En edición.Where stories live. Discover now