「capíтυlo 30」

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El agua estaba lista. YoonGi se dirigió a la cama donde su novio se encontraba y se acercó hasta quedar frente a él.

—¿Estás bien?— preguntó al ver que miraba a un punto muerto y se mantenía estático.

La vista de Jimin se dirigió a él, y se clavó en los ojos ajenos durante algunos segundos en los que el silencio prevaleció.

—¿Qué pasa si mi hija no quiere venir conmigo cuando la encontremos?

—Jimin, aún es muy pequeña, los niños son fáciles de convencer. 

—Pero...¿Y si tardamos más?

—Amor mío, yo te prometo que verás a tu hija antes de que se cumpla otro año.

—¿De verdad?

—¿Alguna vez he roto una promesa?

Jimin sonrió de lado para negar con la cabeza, después se acercó para poder besar sus labios.

—¿Nos bañamos?— preguntó cambiando el tema, poniéndose de pie y tomando a YoonGi de la mano.

Ambos caminaron juntos hasta quedar frente a la bañera, donde Jimin contempló el agua cristalina y la tocó con la yema de sus dedos, sintiendo la calidez de la misma.

Aunque eso no fue lo único que sintió en ese momento, sino también sintió los brazos de YoonGi rodear su pecho, y aquellas manos pálidas desabotonar su saco y camisa lentamente. Botón por botón fueron separados, dejando su piel expuesta. La tela se fue deslizando, dejando al descubierto sus hombros, después su pecho y finalmente su torso quedó desnudo.

Se mantuvo quieto, sintiendo besos suaves sobre la tersa piel de su cuello, mientras los ágiles dedos de su novio desabrochaban su pantalón, hasta dejarlo deslizarse libremente por sus blancas piernas junto con su ropa interior.

Se quedó mirando hacia la pared cuando escuchó a YoonGi desnudarse a sí mismo. Estaba un tanto estresado, pero suponía que el baño ayudaría un poco, bueno, el baño y algo más. 

Las manos de YoonGi sujetaron sus caderas, y con delicadeza lo guío junto a él hasta que ambos quedaron dentro de la tina de baño. El azabache estaba detrás, y el peli gris dándole la espalda, sentado entre sus pierna.

YoonGi tomó la esponja y le colocó una cantidad generosa de jabón, para enseguida comenzar a pasarla por el cuerpo de Jimin, quien cerró los ojos y disfrutó de aquel exquisito masaje que le daba su novio.

—¿Te gusta?— preguntó haciendo movimientos lentos, el peli gris se limitó a asentir mientras mordía sus labios.

La relajación de pronto pasó a la excitación, los miembros de ambos comenzaron a despertar tras cada roce, y ante eso, casi por instinto, Jimin comenzó a frotarse lentamente contra la entrepierna de YoonGi, quien dejó escapar un suave gemido y dirigió la mano a la hombría del peli gris para comenzar a masajearlo.

El chapoteo del agua, mezclado con los gemidos era lo único que se escuchaba.

La sangre que había salpicado partes de sus cuerpos ahora era enjuagada por la misma agua donde ambos se encontraban besándose casi con desesperación.

Jimin se separó repentinamente y le sonrió al mayor con lascivia. Se puso de pie y salió de la tina dejándole una perfecta vista de su cuerpo a YoonGi.

—¿A dónde vas?— preguntó un poco confundido. Sin embargo, no obtuvo respuesta, y sólo pudo observar al menor alejarse.

El peli gris salió del baño con el agua escurriendo, y el peli negro tardó un poco en reaccionar. Abandonó la tina y fue detrás del menor tratando de averiguar qué era lo que había pasado, pero fue grande su sorpresa al encontrarlo hincado sobre la cama masajeando su miembro con una mano, mientras con la otra recorría despacio su cuerpo, con su belfo preso entre sus dientes y los ojos cerrados.

YoonGi tragó en seco al ver como el menor lanzaba la cabeza hacia atrás y abría un poco más sus piernas. Sus ojos brillaron de la lujuria y quedó hipnotizado por aquella escena.

Jimin lo miró por fin, sus ojos azules fijos en aquellos ojos marrones que le enloquecían, que le acompañaban, que le observaban.

Subió su mano hasta su boca y comenzó a chupar dos dedos, pasando su lengua entre éstos lentamente, y después de que la saliva quedara en ellos, los guío hacia su entrada y comenzó a introducirlos lentamente,  cerrando de nuevo sus ojos y dejando escapar algunos gemidos.

Sus movimientos se hicieron cada vez más rápidos hasta que el orgasmo lo azotó deliciosamente, mandando aquellos finos hilos blancos a la sabana de color rojo.

—Estas lleno de malicia.

La mirada oscura de Min hizo a Jimin estremecer. El peli negro se acercó hasta quedar sobre el cuerpo del menor, entre sus piernas.

—¿Te gustó?

—Me fascinó, amor mío.

Y finalmente atacó de nuevo aquellos apetitosos labios que tanto amaba, al mismo tiempo en que comenzó a frotarse contra la entrepierna de Jimin, que ahogó varios gemidos mientras sentía como el miembro de su pareja se abría camino en su interior.

Sus paredes se contrajeron y YoonGi podía jurar que vió el paraíso.

Comenzó a moverse despacio, pero poco a poco el movimiento se hizo más rápido, hasta que el sonido de sus pieles chocando le hacía compañía al rechinar de la cama junto con los jadeos y gemidos.

YoonGi gruñó al sentir una corriente recorrerlo hasta que por fin se liberó dentro del peli gris, viendo como su esencia fluía entre los muslos de su novio una vez que salió de él.

—Acuéstate conmigo— jadeó el menor con su cuerpo lleno de sudor y su respiración agitada.

YoonGi obedeció y se acomodó al lado de Jimin. Ambos mirándose fijamente, frente a frente.

—Eres precioso, ¿Te lo había dicho?

—Sí, me lo habías dicho... Pero si yo no fuera así... ¿Te hubieras fijado en mi?

—Por supuesto que sí— respondió sin dudarlo—. Más allá de tu belleza exterior, puedo sentir lo que hay dentro de ti. Me enamoré de quien eres Jimin, no de tu apariencia.

—¿De verdad?

—Te lo juro— tomó su mano y la dirigió a sus labios para besar el dorso de ésta—. Te amo. Nosotros compartimos todo. El dolor, el amor, la tristeza, la alegría...la locura. 

—¿No te arrepientes de haber vuelto a ésto?

YoonGi negó.

—No, amor mío. Por ti le quitaría la vida a quien sea, o daría la mía sólo para mantenerte a salvo.

Jimin sonrió feliz de la respuesta, después de todo, YoonGi y él eran iguales.

—Te amo, mi precioso asesino.

Cuando la mañana llegó, partieron de aquel hotel, y al cabo de unas horas se encontraban ya de camino a Roquefort-sur-Soulzon, una comuna francesa situada en el departamento de Aveyron, a unas seis horas de camino de dónde se encontraban antes.

El sol se reflejaba en los cristales del automóvil mientras éste se mantenía en movimiento.

—¿No has pensado en que podrías tener un seudónimo, como el mío?

Jimin lo miró y frunció los labios. Después asintió.

—Ya lo había pensado, pero la verdad soy malo con ese tipo de cosas, no tengo idea de cómo usar un seudónimo.

—Deberíamos encontrar uno, ahora que somos una pareja, pondremos nuestra firma en cada una de nuestras preciosas obras. 

—Hmm, ¿Tienes alguno?

YoonGi sonrió de lado y esta vez fue él quien asintió.

—Creo que si.

вajo la мáѕcara || уσσимιиTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon