Prólogo

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Prólogo


¡No aguanto todo este teatro!... Es la verdad.

Dejen que me ponga cómodo. Esto, de por sí, ya es muy difícil para mí, lo único que puedo hacer para que esta tarea sea más llevadera es salirme de la etiqueta; simplemente, no va conmigo.

Me sentaré en el suelo, en estos escalones, porque hablar de pie, desde el atrio, con el corazón como lo tengo... Y me desharé de estas gafas de sol, porque la verdad, me considero un hombre fuerte, pero no me avergüenzo de que vean las lágrimas que se me salen, por el amor tan grande que le tengo a mi amigo.

¡Ahora sí!:

Sebastián, tuvo la estúpida idea de elegirme a mí, para que diera el discurso hoy, en su funeral. Se los aseguro, le dije una y otra vez que no fuera a cometer semejante cagada, porque ustedes me conocen, yo la cagaría; pero, igual me eligió, y no puedo dejarlo colgado ahora, así lo haga de la peor forma posible.

Ya que los pocos que estamos aquí en este recinto cerrado, lo hemos conocido tan íntimamente; diré, en primer lugar, que para mí, él no es un psicópata asesino, como lo quieren pintar allá afuera todos esos malditos periodistas; ni un ajustador de cuentas desalmado, como lo quiere hacer ver el hijo de puta del fiscal.

Para mí, y me atrevo a decir, para todos los que estamos aquí, él siempre ha sido, y será, la persona más valiente y noble que hemos conocido. Nadie ha sufrido todas las cosas que él sufrió con tanta entereza y dignidad, y puedo jurar por mi vida, que nadie amará tanto como Sebastián lo hizo.

¡Es que yo soy artista plástico! Él era el escritor, sus libros, sus relatos, son tan hermosos... Y llega y me dice, que como yo soy un artista, entonces lo haría perfectamente; este discurso, ante ustedes. Pero la verdad, no sé qué más decir.

Que lo extraño, que me duele los dedos al pintar los miles de bosquejos que le tengo, que cuando tengo sus libros en la mano escucho su voz en las letras... Me siento devastado. Se supone que todos estábamos preparados, lo sabíamos, incluso duró más tiempo con nosotros del que debería, no entiendo, por qué me siento tan mal.

Ustedes también, ustedes comparten mi dolor, ¿cierto?


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