Capítulo 4;

846 75 44
                                    

               Estaba algo cagada, Raoul no quería ni darme una pista de a dónde estábamos yendo, aunque sí me dijo que llevara ropa cómoda.

El taxi nos dejó en una calle sin nadie y entre ambos le pagamos. Al bajarnos escuché como susurraba el taxista "malditos jóvenes".

Agoney nos estaba esperando ahí, y enseguida vino a saludarnos.

—Joder, sí que habéis tardado chicos.

Después de un par de bromas y unos minutos, ya estábamos bastante lejos de donde nos había dejado el taxista.

—¿Porqué no le hemos pedido que nos trajera hasta aquí? —pregunté mirando a ambos, mientras guardaba el teléfono en el bolsillo del pantalón.

—El taxista no quería venir por aquí—respondió Ago.

Poco tiempo después se empezaba a escuchar música, cada vez más cerca. No entendía nada, si estábamos a las afueras de la ciudad, ¿qué coño estaba sonando?

Y entonces me lo encontré, un polígono, al parecer abandonado, abarrotado de gente, casi todos ellos vestidos con ropas oscuras.

—Qué cojones...—conseguí murmurar.

Raoul enseguida se animó y me agarró para arrastrarme hasta meternos entre aquellas personas. Él ya estaba integrado, dando saltos y hablando con desconocidos. Yo no me separaba de él.

Pero llegó, jamás pensé que me alegraría tanto de verla. Venía con una chica más bajita y el pelo de color... ¿rosa?

—Hola Rubia—su tono burlón ya tan usual seguía sacándome de mis casillas. Le sonreí y miré a su amiga—. Ella es Marina.

—Hola Marina, soy Nerea, encantada...—cuando fui a darle dos besos ella se echó a mí para darme un abrazo, y cuando nos separamos vi cómo le cogía la mano a Aitana.

—Hombre, Aiti me ha hablado de ti, y Agoney también... ya tenía ganas de conocerte, ¿quieres que te traiga una bebida? —la chica dijo eso tan rápido que apenas sin enterarme asentí.

—Vale, lo que quieras, gracias.

Cuando se alejó, Aitana pasó un brazo por mis hombros y comenzamos a andar entre todas aquellas personas.

—¿Agoney te ha dicho ya la gran sorpresa? —me miró y dio un sorbo de su vaso. Yo negué, algo confusa—. Bueno, qué divertido—de sus labios salieron unas carcajadas.

No entendía absolutamente nada.

Marina llegó y me dio un vaso y, a pesar de que no conocía su contenido di un sorbo... quizá demasiado grande.

Unos minutos después me encontraba bailando con un grupo de chicos que no conocía.

—Oye, si yo te conozco—escuché cómo decía uno que se acercaba a bailar conmigo—. Tu viniste con Agoney a casa. Ese tío es un crack.

—Sí, sí que lo es—exclamé para que me oyera.

No me apetecía seguir entre aquellas personas, así que me hice una coleta por el calor y me alejé de ellos, y para mí sorpresa vi algo que no me esperaba.

Aitana y Marina estaban junto a los baños, besándose y tocándose de manera pasional. Casi se me salen los ojos de las órbitas, o sea... ¿Dónde los baños? ¿enserio? ¿con toda esa peste?

esencia del último verano. |Where stories live. Discover now