Capítulo 7;

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               Solo quedaban las patatas fritas en mi plato, pero no podía comérmelas, estaba demasiado ocupada mirando como Ana y Aitana se abrazaban y besaban sin parar, de hecho, Aitana ni siquiera se había terminado el plato.

—Jo mi amor, como te quiero—decía la mayor mientras le agarraba del rostro para volver a besarla—. Eres mi vida entera, mi niña.

—Ay Ana, yo también te quiero.

Rodé los ojos desganada, ¿para qué me había dicho Aitana que viniera con ellas?

Llegó Roi, quien se había ido hace un rato al baño, y se sentó a mi lado.

—¿Al final te gustó la hamburguesa? —tenía un acento muy marcado, lo cual le hacía adorable al hablar.

—Mh... sí, gracias por recomendármela, ¿y la tuya?

—La verdad es que estuvo muy rica, si pudiera retroceder en el tiempo para volver a comerla lo haría.

Reí ante su comentario y, como forma de evadirme de esa situación tan incómoda, miré el móvil.

Raoul: Está yendo super bien joder

Raoul: Nerita, QUE LE HA GUSTADO

Raoul: No sé a qué hora llegaré, así que mañana te cuento

Me gustaba que a él al menos le salieran bien las cosas, por el contrario, yo no abrí los mensajes que me había mandado Alfred.

Al levantar la mirada de nuevo, Ana ya no estaba.

—Se ha ido al baño—dijo su novia—, te cae mal, ¿verdad?

—¿Qué? No, no me cae mal... no la he podido conocer, apenas hemos hablado.

—Bueno, pero Ana es la puta ama—dijo el chico, el cual seguía sin entender qué pintaba en esta cena—, la conozco de toda la vida... tuvimos nuestros rolletes, pero luego a ella le molaron más las chicas y yo acabé saliendo con su hermana.

Le miré con un ápice de confusión, no me caía nada bien, y si volvía a decir algo tan aleatorio acabaría enfadándome.

—Vaya, gracias por la información, la necesitaba—me fue imposible ocultar mi tono irónico.

—¿Tienes algún problema conmigo? —respondió él.

No esperaba que se lo fuera a tomar tan ofensivo, por lo que su réplica me dejó sin palabras. Me quedé mirándole sin expresión, me parecía tan absurdo todo esto.

—La verdad es que sí—me levanté y dejé un billete en la mesa—. Me voy a casa, es muy tarde ya.

—Rubia, espera...

No dejé que Aitana dijera nada más, porque no me giré hacia ella, seguí de frente hasta la salida.

Estaba bastante cansada de tener que jugar siempre a sus juegos, de seguirle el rollo para que no me soltara una bordería, y encima ahora me invitaba a esta cena tan sin sentido, ¿acaso es que quería restregarme su amor por la cara? ¿enserio era necesario haber visto cómo Ana la besaba?

Me sentía tan confundida, por un momento me imaginé a mi besando sus labios, siendo yo quien la abrazara y dedicara palabras que realmente merecían la pena.

esencia del último verano. |Where stories live. Discover now