RYDER
Me despierto en un lugar desconocido. No, espera, esta habitación me suena. Escucho la televisión en el salón y veo una pequeña luz que entra por la rejilla de la puerta entreabierta. Camino hasta allí y la veo tumbada en el sofá. Vale, estoy en su casa. ¿Qué cojones?
—Ey... ¿Cómo te encuentras? —pregunta levantándose.
—¿Qué hago aquí? ¿Qué ha pasado?
—Te desmayaste. Tu padre llegó poco después y cuando le contamos todo... él pensó que no querrías estar con nadie más que conmigo.
—O sea que todo ha ocurrido de verdad. Está muerto.
Las piernas comienzan a temblarme. Después de todo, pensé que quizá esto podría haberse tratado de una jodida pesadilla. Pero no. Ese hijo de puta ha matado a mi mejor amigo. Y lo peor es que ha sido por mi culpa.
—Oye —dice sujetándome cuando me tambaleo—. Ven, siéntate. Te haré algo de comer, llevas horas sin probar bocado.
—No tengo hambre.
—Me da igual.
ALEXIS
Cuando me aseguro de que está bien, voy hacia la cocina y le preparo un sándwich. Sé que no se lo va a comer, pero al menos lo intentaré.
—Ten. Por lo menos la mitad —digo poniéndoselo delante.
—Te he dicho que no tengo hambre, joder —dice de manera borde.
—No vas a conseguir nada tratándome mal.
—Alexis, déjame en paz —se levanta y va hacía la puerta. Intenta abrirla pero está cerrada con llave. Sabía que sería lo primero que haría.
—Vuelve aquí y cómete el sándwich.
—Abre la puerta.
—No.
Abre la puta puerta —dice respirando con calma, controlando la ira.
—No.
—¡Abre la puerta ya!
—No —me cruzo de brazos preparándome para la tormenta.
Comienza a revolver todo, tirando al suelo platos y vasos que hay sobre la encimera, revistas, fotos... Arrasa con todo. Cuando ya no le queda nada, me mira y juro que siento terror, a pesar de saber que jamás me haría daño. Las venas de su cuello están hinchadas. Su rostro está rojo y todos los músculos de su cuerpo se encuentran tensionados. Camina hasta mí con paso decidido y se detiene muy cerca de mi cara.
—Si no abres esa puta puerta ya...
—¿Qué? ¿Qué vas a hacer? ¿Me vas a pegar?
—Alexis... la puerta —dice apretando la mandíbula.
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Toxic
Teen FictionÉl amaba las armas, quería su vida de traficante al margen de la ley, a pesar de que su padre fuera el jefe de policía. No pertenecía a nada ni a nadie, solo él, sus amigos y su carrera de Derecho para algún día marcharse lejos. Ella era terca y am...