Capítulo 41

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Narra Nali

La miro, está inmóvil en el suelo, no lo puedo creer, hago unos pasos hacia atrás, siento que estoy en una pesadilla de la que no logro despertar, Vane corre hacia ella y se arrodilla a su lado.

-Anita, mi Anita, no.- Llora.

-La mataron.- Digo casi en susurro, casi sin reacción. -La mataron.- Me freno, siento que la rabia empieza a apoderarse de mi. -Los voy a matar.-

Tomo el arma de la cintura de Sergio, corro hacia mi deportivo, subo rápido y arranco, dejando atrás los gritos del grupo rogándome que no lo haga y pidiendo a Sergio que me siga.

-Juro que voy a matarlos. ¡Juro que voy a matarlos!-

Siento tanta rabia como jamás había sentido en mi vida, voy sumamente rápido. Los visualizo a una distancia, acelero un poco más, pero mantengo esa distancia, los dejo avanzar, conozco mis coches muy bien, todos tienen un sistema de seguridad diseñado para ser apagados con un mando que solo tengo yo, que fueron diseñados para casos como estos, en que fueran robados.

Siento bocinas a mi alrededor, seguramente por la velocidad que llevo, no presto atención, solo los miro a ellos. Me acerco y les doy un choque en la parte trasera que los desestabiliza un poco, Ainhoa dispara contra mi coche, pero no tiene sentido, es blindado también, vuelvo a acelerar y a chocarlos, no me interesa que pase con ellos, ni que pase conmigo, ya no me importa nada.

Cogen el camino que lleva a las sierras, es difícil de transitarlo, pero los sigo. Ainhoa vuelve a disparar, disminuyo la marcha quedándome en una zona donde no pueden verme mientras dejo que se aproximen más a las sierras y acciono el mando que hace que el coche se apague.

Ellos bajan mirado hacia todos lados, cogen las bolsas del maletero y se disponen a correr, yo los observo desde mi coche deseando que se mueran ahí mismo. Arranco de nuevo y acelero rápidamente, frenando de golpe frente a Ernesto que se queda helado al notar mi presencia. Descarga el arma sobre el auto y corre.

Bajo, intenta disparar pero debe recargar el arma, yo camino a paso a firme hacia él, mirándolo con suma rabia.

-Voy a matarte, maldito bastardo.- Sentencio.

Carga el arma y efectúa un disparo, siento algo en mi brazo, miro de reojo, es solo un raspón, no me importa, sigo mi paso hacia él. Siento un nuevo disparo y a alguien que cae a mis espaldas, es Sergio, a quien le ha dado en la pierna, Sergio responde el disparo y le da directamente en el pecho haciendo que Ernesto caiga muerto al instante.

-¡No! ¡Ernesto!- Grita Ainhoa a lo lejos.

Se queda helada unos segundos mirando el cuerpo inerte de su hermano, hasta que reacciona y vuelve a correr. Yo la sigo y disparo a su lado para hacer que se asuste.

-Nali, detente.- Dice Sergio desde el suelo.

No hago caso, vuelvo a disparar, esta vez dando a uno de sus pies, haciendo que caiga. Se gira, se para cómo puede y queda frente a mí, ya no tiene adonde ir, ni puede, está frente al precipicio. Yo la apunto con el arma.

-No tenias porque hacerlo.- Digo con lágrimas en los ojos, empezando a reaccionar con lo que ha pasado.

-Se lo merecía, era una imbécil.-

-¡No hables así de ella!- Grito. -Era Ana, tía, Ana.-

-Era una imbécil. ¿Quieres matarme? Hazlo. Sabes que es la única forma de la que te libraras de mí.-

-Nali, baja el arma.- Dice Sergio llegando a mi lado.

-Mátame, Nali, vamos. Si no lo haces, volveré a salir de la prisión y regresaré, esta vez por el bastardo que tienes como hijo.-

NalanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora