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-Yo también tengo sentimientos, no hace falta que me trates más como un trapo sucio.

Sé que eso te dejó desconcertado, pero la verdad es que no me gustaba mucho tu actitud. Yo soy frío, incluso puedo ser peor que tú, pero no me gusta en absoluto que a mi me digan toda la mierda que tengo encima y me la restrieguen. No sé si fuiste capaz de entenderlo, aunque la verdad, quería que tuvieras eso en cuenta.

-Claro que sé que tienes sentimientos, ¡pero los demás también los tenemos! Y tú no te das cuenta de que tenerte constantemente diciendo que si soy Kira es muy irritante. Y además, tú me contestaste mal cuando simplemente yo, me preocupé por ti.

-Supongo que no debes meterte en mis manías.

-Pero es por tu bien, Ryuzaki. Que trabajes desmantelando crímenes no significa que todo el mundo sea malo.

-Nadie me ha demostrado lo contrario.

-¡Porque tú no te dejas, estúpido!

Esas palabras resonaron como un eco vago en mi cabeza. Una especie de presión subió al lagrimal de mis ojos, la cual rechacé completamente y me negué a que se apoderara de mi. Di una bocanada de aire, la cual inevitablemente zozobró, pero pude articular palabra sin mucha dificultad.

-Supongo que tienes razón, Light. Es difícil ser empático teniendo en mente que mucha gente quiere matarte, ¿no crees?

No dijiste nada más, y fuiste subiendo la escalera en dirección a mi habitación. Habíamos acordado dormir allí. Yo, aunque no quisiera, me vi obligado a ir contigo. Una vez entramos en la sala, te señalé dónde podías encontrar ropa que usar como pijama, mientras que yo, en la otra punta de la salita, encendía el ordenador y me ponía a rebuscar algo, que ni si quiera sabía que era, en los archivos del caso Kira.

-Ryuzaki. -respondí con un gruñido.- ¿Está bien si uso esto?

Me enseñaste una camisa como la que yo llevaba puesta y unos pantalones de chándal de hace bastantes años. Me encogí de hombros, y volví a girarme en dirección al monitor. En el reflejo del cristal de este, pude discernir lo que parecía tu espalda y, cuando te giraste, algo de tu torso.

-En verdad estás fornido, Light. ¿En serio no practicas deporte? -mordí mi pulgar, inquieto, mientras me daba la vuelta mirándote con más claridad.

-Solía hacerlo, pero en estos últimos años no he podido hacer mucho. ¿Y tú?

-No. Aquí donde me ves lo que más trabajo son los dedos. -me miraste con una mirada infantil, como si fueras a reírte por algo que dije.- ¿Te ocurre algo?

-No, no... Es que me hizo gracia tu comentario. Si no viniera de ti, habría pensado muy mal Ryuzaki. -dijiste entre risas.

-Ah bueno. Por supuesto, me refería al teclado. -miré al techo.- Y a coger dulces, si eso se considera un deporte. Dicho en alto suena contradictorio.

-Si, la verdad que sí.

Hubo un silencio durante unos largos minutos, aunque el ambiente no era tan pesado y tenso como antes. Había vuelto a quedar la pantalla en estático por tu culpa. Simplemente estaba pensando en qué decirte. Qué decirte para romper el hielo, y si se pudiera, sacar alguna otra cosa que contradijera tu tan elaborada personalidad de no-Kira. Aunque si soy sincero, más bien estaba pensando en qué decirte. Me... Divertía, tan solo a veces, hablar contigo. Iba a abrir la boca para soltarte alguna cosa sin sentido cuando tú me interrumpiste, pisando mis palabras.

-¿Cuál es tu dulce favorito Ryuzaki? -dijiste, acomodándote en la cama.

-Bueno, me gusta el chocolate. Y las fresas.

-¿Y qué me dices de las chicas? -pude sentir tu penetrante mirada burlona en mi nuca.

-Supongo que eso no es algo que me interese mucho. De hecho, lo considero una auténtica chorrada. -me puse nervioso.

-Entonces, ¿nunca has tenido nada con nadie? -sonreíste.

-Nop. No es algo que me interese en absoluto. En verdad, nunca he salido de casa, si exceptuamos los hoteles y lugares de residencia. No me gusta la calle. -giré mi silla de nuevo para poder hacer contacto visual contigo. La verdad es que mi camisa te quedaba muy bien.

-Alguna vez podríamos salir juntos. Por ahí. A dar una vuelta. -apoyaste tu cabeza sobre tu mano, y me sonreíste.

Me ruboricé.

-M-Me temo que eso no es posible. Aún no hemos sacado nada en claro de la investigación, y te acabo de decir que a mi no me gusta salir. -dije como pude, intentando no quebrar mucho mi voz.

-Pues, como estamos atados, si yo salgo tú también saldrás. -dijiste en un tono... Cómo explicarlo. Diferente. Melodioso.

¿Acaso estabas intentando que me pusiera nervioso? ¿Acaso no se notaba que no me gustaba la conversación? Bajé un poco la cabeza, interrumpiendo nuestro contacto visual, y comencé a jugar con los dedos de los pies. No sabía que responderte. Me había quedado totalmente pillado. Noté que te levantaste de la cama y te paraste frente a mí. Con tu dedo índice acariciaste mi barbilla para que mirara hacia arriba, y me topé con una mirada profunda y una sonrisa lasciva por tu parte. Esas sonrisas... Eran mías.

-¿Qué pasa, Ryuzaki...? -te acercaste más a mí.- ¿No será que el punto débil del mejor detective del mundo son... -casi rozabas mi nariz con la tuya, podía sentir tu respiración.- ...Las relaciones sociales?

Un impulso se apoderó de mi e inhalé mientras me acercaba ligeramente a ti, pero en un segundo me percaté, y tosí lo más exageradamente que pude para que te apartaras. Por tu mirada, habías conseguido lo que querías, y yo no pude hacer más que girar de nuevo mi silla y mirar la misma pantalla, con mi corazón a mil pulsaciones por minuto.

-Ryuzaki. -¿ahora qué?- Llevas dos horas en la misma pantalla. No estás haciendo nada. No soy tan estúpido.

-S-Sí estoy haciendo algo, estoy buscando unas imágenes que no encuentro y...

Pusiste la mano sobre mi hombro y me giraste. Te miré de nuevo con cara de sorpresa.

-¿Por qué no descansas un rato?

No quiero que seas Kira // Light x LWhere stories live. Discover now