Pasado J. H.

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La veía dormir. Me sentía feliz. Por fin estábamos juntos otra vez, como debía ser.

No sé cómo pude estar tanto tiempo creyendo que ella no existía.

Aún no sé cómo fue que pude vivir sin ella. Para mí ella lo es todo.

Mi mundo, mi amor, según ella, mi obsesión, pero serán peras o manzanas. Ella es mía ahora, como también es la madre de mis bebés.

Acaricié su vientre. Amaba saber que tenía a mi familia en un sólo lugar. Que ella estaba aquí, conmigo.

Cubrí mejor su cuerpo desnudo para que no le diera frío y me esforcé por contener las ganas de saltar sobre ella y hacerla mía otra vez.

Suspiré.

Ella estaba muy sensible y con eso de que por la licencia de su doctora, quien nos iba a atender hoy era David, todo iba peor.

Hay muchas cosas que están mal en esta relación, lo sé y trato de fingir que no me importa, que puedo vivir así, pero últimamente no me es suficiente. Necesito más de ella.

Necesito algo que ese maldito tiene y ha tenido desde hace años.

Agonizo por un beso suyo que sea por iniciativa propia. Preciso que me vea como yo la veo. Que me ame como yo la amo.

El único momento en el que siento que conecto con ella de alguna manera es cuando hacemos el amor. Siempre inicio yo todo el acercamiento y luego ella se deja llevar y sucumbe a mi seducción.

Ojalá las cosas hubieran sido distintas.

Deseo regresar en el tiempo y haber aceptado su amistad cuando estábamos en el jardín de infantes.

En ese tiempo ella me quería. Ella me adoraba y yo fui un idiota, un imbécil que la rechazó por motivos que ahora considero tan estúpidos...

Todo lo que un día desprecié de ella, es lo que ahora me vuelve loco. Cada vez que la veo, quedo como un helado a pleno sol. Derretido.

Es tan hermosa...

Y sé que lo que siento es real porque aún cuando no la recordaba, durante todo ese tiempo, soñé con ella. Con sus ojos, su sonrisa, su voz.

En sueños recordaba cuando le hacía el amor y después me levantaba y todo estaba sucio, manchado con mi semen después de un sueño tan vívido. Ahora entiendo que no eran sueños, eran recuerdos de los momentos que pasamos juntos, antes de ese terrible accidente que nos separó por tanto tiempo.

Miré su hermoso cabello esparcido sobre la almohada y recordé otra ocasión en que la observé dormir. Bien, lo hacía todo el tiempo ya que era una de las cosas que más disfrutaba. Verla, abrazarla, olerla.

Si había algo que amaba más que hacerle el amor, era escucharla reír, lo cual no pasaba mucho. En contadas ocasiones la escuchaba reír y era casi un milagro.

Veía su rostro lleno de golpes e hinchado. Reprimí una imprecación y me dije que a la próxima que los viera se los iba a cortar.

Lo juro.

Había sido un completo idiota al entretenerme con ese proyecto y dejarla sola.

Yo soy quien la vigila y se encarga de que ella esté a salvo.

Antes de la pubertad, no había tanto problema, pero cuando ella empezó a cambiar y a verse más y más bonita, vi la reacción de todos los chicos.

Lo acepto, era divertido molestarla, pero ahora reconozco que la sensación agridulce que eso me dejaba se debía a que me lastimaba verla llorar.

Antes no lo entendía y lo achacaba a debilidad, pero ahora lo entiendo.

Lastimar a quien amas te lastima.

Cuando llegó la edad en la que le presté atención a las chicas, todo fue un caos. Tenía la atención de casi todas y digo casi porque me faltaba ella.

Ella me ignoraba y eso me molestaba. Quería que me mirara como cuando era un niño.

Que me siguiera como lo hacía en el jardín de niños, pero nada. Si yo iba a la derecha, ella a la izquierda. Si yo decía azul, ella rojo... En trabajos en grupo nunca quedaba con ella.

¡Claro!

El hijo del dueño debe tener lo "mejor" y lo mejor era Grina.

Era la mejor en todo. Si hubiera escala de putas superdotadas, ella tendría el índice más alto.

Creo que se lo había dado hasta a el conserje.

En fin.

Acomodé su cabello para que no fuera un desastre a la mañana siguiente y procuré cuidar su sueño.

—Perdón... haré que paguen, lo juro,nena - besé sus labios con cuidado. No podía lastimarla más de lo que ya estaba.

Jeanna me había contado cómo los había encontrado y cada vez que recordaba sentía odio.

Gracias a Jeanna también descubrí cuando me enamoré de ella.

Jeanna como mi hermana mayor era sobreprotectora. Me cuidaba y protegía de todo y todos, incluyendo a mi amada mujer.

Aceptar que la quería fue una lucha constante. Una lucha contra mi crianza, contra mis ideales y mis creencias.

Todo empezó cuando me la imaginaba a ella en vez de a Grina cada vez que me hacía una mamada o teníamos sexo.

Soñaba con ella sonriendo hacia mí, muy feliz y contenta, acariciando su vientre redondeado. Hasta llegué a soñar con nuestros bebés.

Con nuestra familia.

Cada vez ella se metía más y más en mi mente, cada vez que ella entraba a algún lugar, la reconocía, hasta llegué a colarme en su habitación y oler sus cosas.

Una vez me masturbé con una de sus bragas en su propia cama un día que estaba ella en clases.

La puerta de su habitación se abrió y giré a ver quién había llegado.

Era mi padre y mi madre.

Apenas mi padre la vio, asintió hacía mi madre y ella tomó su teléfono.

—Preparen el traslado- negué con la cabeza. No.

Ella no podía irse y dejarme sólo.

—¿Qué? - pregunté confuso. Tomé su mano tan oscura y a la vez hermosa.

—Nos enteramos de lo que han estado haciendo y no lo vamos a tolerar. Su padre es un colaborador muy valioso u no podemos perderlo. La competencia tiene los ojos puestos en él. El padre de la chica tiene todos los argumentos para romper el contrato laboral, pero si él se va, está empresa se va a pique... ¿Entiendes? - —asentí.

Claro que entendía. Para ellos lo más importante era la empresa.

Ese mismo día Félix y sus amigos como también su familia, fueron echados de la ciudad.

Ella se fue unos días después y entendí lo que significaba el término, muerto en vida.


Gracias por leerme. Sugerencias!!! Nos leemos a la próxima.

¿Qué les parece Jean?

Ya saben son dos capítulos una semana sí y otra no. Nos vemos el fin de semana del 23 creo.

Saludos.

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