13. Odio, batidos y encuentros.

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—La odio —confiesa en un murmuro, sin apartar la mirada de la mujer entretenida con las demás alumnas

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—La odio —confiesa en un murmuro, sin apartar la mirada de la mujer entretenida con las demás alumnas.

—Tú odias a todo el mundo, Meredith —bromea Stephanie, solamente para calmar la situación tensa.

Aunque su propósito fue bueno, en esos momentos no había nada que la calmara más que expresar todo el odio que estaba sintiendo hacia la persona que tenia a unos metros.

Es que su odio no era por nada, la había mantenido toda la tarde bajo el sol esperando solamente para decirle que se quedaría en el banco de suplente porque el grupo estaba completo. ¿Todo por qué? Porque la odiaban y siempre buscaban como joderla sin ser tan obvios.

Meredith sabía que asistir a uno de esos tontos equipos le traería problemas, sobre todo porque estaba en la mira de todos. Pero Stephanie tenía un don para convencer a las personas que la dejo sin otra escapatoria.

¡Es que era muy obvio! ¡Hasta su mejor amiga había quedado en el equipo y ella no!

—Ojala pierdan —sigue con sus maldiciones, echándose hacia atrás para recostarse en el escalón.

—Gracias por la buena suerte —bromea su amiga, sonriéndole.

—¿Tú seguirás en el equipo? —pregunta y al ver que asiente observando a las demás suspira—. Yo me iré de aquí, paso de tener que servirle agua nuevamente.

—¿Nos vemos después? —Meredith se levanta del escalón tomando su botella de agua—. Quedamos en ir de compras.

—Lo recuerdo, te espero a la salida.

Se despide con un meneo de cabeza y destapando la botella de agua comienza a caminar por toda la pista de atletismo. Al pasar por la zona donde están los hombres practicando futbol escucha un comentario de una voz conocida, pero como siempre lo ignora y mantiene la mirada hacia adelante.

Recorre los pasillos del colegio en busca del despacho de secretaria y cuando lo encuentra se detiene detrás la puerta. Golpetea con sus nudillos la madera y al abrirse finge una sonrisa igual que la persona que la recibe.

—¿Sucedió algo? —La atiende, bajando la mirada hasta los papeles en la mesa.

—Sí, quiero salir del equipo de Hockey —cuenta.

—¿Por qué?

Meredith suspira y se cruza de brazos.

—Me he dado cuenta que en la vida no quiero ser parte del equipo estadounidense de Hockey y entre tanto pensar he decido dedicar mi vida a ser una vil ciudadana interesada en la comodidad de la biblioteca. —La mujer detrás del escritorio se la queda mirando sin comprender todo lo que dijo. Al notar aquello, la pelinegra pone sus ojos en blanco—. Cámbiame al trabajo comunitario de recoger libros, gracias.

—Necesito una escusa más válida para poder cambiarte a estas alturas del tiempo.

"—¡Escusas mis ovarios!" pensó, deteniéndose a no gritarle en la cara que pasaba de ser aguatera nuevamente. Estaban intentando humillarla y ella debía ser mil veces más inteligentes que todos.

Mi sexy AMOR. [#1]Where stories live. Discover now