Mi sexy AMOR. [#1]

60. El encubrimiento de los hermanos Walk.

Azael no había aparecido, ni al día siguiente con unas falsas disculpas ni mucho menos los días después cuando el extenso tiempo le dio para reflexionar sobre las palabras que había dicho, sus intenciones y la actitud que lo había llevado a perder lo que tenía con Meredith. El día después de la pelea entre los hermanos Walk, ella hizo como si realmente no estuviera tan pendiente de su móvil y del chat de su profesor que parecía estar en línea solo en la madrugada unas pocas horas hasta que se desconectaba.

Nunca habían hablado tampoco, solo tenían unos cortos mensajes sin importancia que no supo con exactitud cuándo los habían intercambiado, pero nada más. Hasta ese punto lo que sea que habían tenido le parecía inexistente, solo producto de su imaginación, porque con el pasar de los días sus caricias se volvieron polvo y el viento poco a poco se las llevó.

Al segundo día la presión en su pecho fue más intensa, porque ya no tenía un lugar en donde volver a verlo, porque las posibilidades habían comenzado a hacerse escasas desde que ambos dejaron de ir al colegio. Su padre seguía reacio a la idea de que vaya porque presentía que Meredith necesitaba más espacio, incluso si eso significaba perder un año de escolaridad, y Azael, luego de lo que había ocurrido con su antiguo jefe, había decidido renunciar.

Francis no estaba, los hermanos Walk nuevamente habían desaparecido y con ello las posibilidades de que Meredith se encontrará con Azael. Al tercer día ya la ansiedad era latente, nunca la distancia le había dolido tanto y solo era porque le confirmaba las palabras que no quiso creer de Theodoro.

Entonces se encerró nuevamente y en el recuento de su mente comenzó a recapitular todos los encuentros con Azael, y su corazón poco a poco se empezó a encoger. No conocía de él más que palabras que en ese momento le parecían vacías, falsas. No conocía más que su cama, más que su cuerpo desnudo, más que sus caricias repletas de llamas, más que su boca besándola con vehemencia, más que su actitud indiferente.

Lo cierto es que él nunca le había propuesto nada, ni mucho menos prometido. Fueron momentos consensuados que ella aceptó, que fueron arriesgando los dos hasta el punto en el que ella involucró estúpidamente a su corazón. Y el cuarto día que él no apareció lo supo, se había enamorado de Azael y de su estadía pasajera.

¿Qué tan estúpida se podía sentir al saber que se había enamorado de alguien que solo quería tener sexo con ella? ¿Dónde había quedado su fuerza de voluntad y todos los escudos que había construido para que algo como tal no ocurriese? ¿En qué momento había bajado tanto la guardia?

Y entonces lo recordó, al quinto día. La frase que Francis le había dicho y que ella simplemente ignoró: "Azael tiene azúcar en su boca y veneno en su corazón"

—¿Estás prestando atención? —preguntó su madre cuando vio la mirada perdida de su hija en algún punto de la ventana. Meredith parpadeo varias veces antes de girarse hacia ella y asintió, sosteniendo con fuerza el bowl con una mano y la espátula con la otra—. ¿Está todo bien?