42. Despedida temporal.

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—¿Qué sientes exactamente por Azael? —la pregunta de Francis la tomó desprevenida, no porque no se la esperaba, sino porque justo había decidido comenzar a desayunar después de insistir en que preguntara lo que quisiese antes de que aquellas pregu...

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—¿Qué sientes exactamente por Azael? —la pregunta de Francis la tomó desprevenida, no porque no se la esperaba, sino porque justo había decidido comenzar a desayunar después de insistir en que preguntara lo que quisiese antes de que aquellas preguntas le sentaran mal al estomago. 

Tampoco su pregunta especificaba nada en concreto, incluso la sintió hasta tonta porque si se acostaban era obvio que sentía atracción, pero presentía que su preguntaba no tomaba esa ruta así que decidió fruncir su entrecejo mientras tragaba las frutas de sus waffles.

—No sé a qué te refieres...—Se encogió de hombros dándole un sorbo a su batido de fresas.

A Francis tampoco le gustaba aquella situación, mucho menos le importaba con cuantas mujeres sus hermanos se acostaban, pero aquella situación la sentía muy injusta. Quería saber a fondo qué era exactamente lo que sentía Meredith por Azael, hasta donde habían llegado y si aquello terminaría pronto. No podía ni siquiera llegar a comprender cómo alguien como ella se había fijado en alguien como él, es que no tenía ni siquiera ninguna lógica.

Moralista no era su segundo nombre, él más que nadie sabía que la atracción que nacía entre los dos era mucho más física que otra cosa porque Francis siempre solía tener vínculos por la misma razón y reconocería una situación similar hasta con los ojos cerrados, pero lo que le preocupaba era el tiempo determinado en el que aquello se extendería. Ya habían tenido sexo, ¿qué esperaban para terminar con todo?

—No te conviene enamorarte de Azael...—se le escapó decir. Carraspeó su garganta cuando aquello no pasó desapercibido para ella y jugó con el sorbete de su batido—. Él es más grande, es tu profesor y tienes una vida que disfrutar como para anclarte a su lado.

—No estoy enamorada de Azael —se limitó a aclararle, sin deshacer su mirada entrecerrada que estaba acusándolo de algo que todavía no llegaba a comprender—. ¿Qué escondes, Francis? ¿Qué esconden?

—Nada relativamente importante, solo es que me he tomado muy a pecho el papel de amigo y estoy aconsejándote. Azael puede ser mi hermano, pero no deja de ser un imbécil y la ventaja es que yo lo conozco a la perfección, así que puedes confiar en mis palabras.

Meredith decidió dejar de acosarlo con su mirada porque sabía que no sacaría nada de ello y se recostó en el respaldo del sofá mirando por la ventanilla. Sus reacciones eran muy extrañas cuando se trataba sobre ellos dos y él tenía razón, la preocupación de Francis era tan palpable que Meredith no dudaba de aquello. ¿Pero por qué?

Ella no confiaba en los hombres, jamás lo iba a hacer y si con eso Francis quería decir que Azael era un mujeriego tampoco le importaba. Él tenía la libertad de hacer con su vida lo que quisiese, no tenía ataduras y tampoco las tendría con ella, claramente mientras todo fuera hablado entre los dos. Meredith podía llegar a comprender y perdonar muchas cosas, sobre todo una infidelidad —que no significaba que volvería con esa persona—, pero una mentira jamás. Una mentira era algo que no estaba dispuesta a soportar.

Mi sexy AMOR. [#1]Where stories live. Discover now