(Inma)
Terminé de recoger todo mientras pensaba en lo increíble que había sido el día de hoy, En lo feliz que me había sentido al verme rodeada de todas las personas que hacían de Bogotá mi hogar desde hacía ya cuatro años. Nuestros amigos, Aleja y Martín, recién prometidos y emocionados con los preparativos de su boda. Simón y Eli, quiénes habían decido por fin irse a vivir juntos después de tanto tiempo saliendo y que no perdían esa chispa que hacían tan especial su relación. Sue y Villa tan diferentes el uno del otro y a pesar de ello cada vez más unidos. Tania y Alejo, acompañados de la pequeña Pati y esperando a su segundo hijo. Los padres de Juan Pablo y sus hermanas, quienes se habían convertido en mi familia desde le día que los conocí.
Miré por la ventana de la cocina y me parecía seguir viéndolos ahí dispersos por el jardín de la casa que Isaza y yo habíamos comprado a la afueras de la ciudad. Dejando de lado el mundanal ruido del centro de Bogotá, dispuesto a empezar una nueva etapa de nuestra vida portando en brazos a quién hoy era nuestra alegría. Un bebé que hoy ya era un hombrecito que cumplía cuatro años y que jugaba a ser músico como su padre.
Me asomé al estudio, dónde Juan Pablo estaba sentado frente al piano con Bruno a su lado disfrazado con un de los sombreros de su padre, intentando seguir el ritmo que éste le marcaba para que aprendiera a tocar ese complicado instrumento. Los observé apoyada en la puerta durante varios minutos. Bruno se parecía mucho a su padre. El pelo y los ojos oscuros. Las manos, la nariz. Había heredado su amor por la música y por el fútbol. Su personalidad gruñona pero también su buen sentido del humor y esa sonrisa permanente en su rostro.
-¡Lo conseguí! - exclamó Bruno emocionado con esa voz tan infantil y su bonito acento colombiano- me he ganado mi helado, papá
-Pues vamos a por él - respondió Isaza riendo
-Creía que habíamos acordado que nada de helados antes de ir a la cama - dije enarcando una ceja
-Mami, por fi - hizo un puchero mientras se apartaba un poco el sombrero que le chocaba con las gafas- que hoy es mi cumpleaños y papá me lo ha prometido si conseguía completar este acorde
-Creo que solo vas a conseguir convencerla si le dices lo guapa que está - susurró Isaza en su oído mientras me miraba riendo
-Mamá, ¿te dije lo guapa que estás hoy? - me dijo poniendo cara de niño bueno
-Eres tan pelota como tu padre - reí - vamos a por ese helado, pero después a lavarse los dientes y a la cama
-Vale - respondió poniéndose de pie - pero quiero que me cuentes una de tus historias antes de dormir
-Eso está hecho - le guiñé un ojo antes de que saliera corriendo a la cocina
Juan Pablo se acercó a mi para dejar un dulce beso en mis labios. Eché su pelo hacía atrás y pensé en estos últimos cuatro años juntos. En lo mucho que habíamos aprendido gracias a la llegada de Bruno a nuestras vida. En esos meses de gira en los que el tenía que irse y que a medida que los chicos seguían consiguiendo éxitos se alargaban aún más. En las noches sin dormir porque Bruno estaba malo o porque tenía miedo. En la emoción de llevar al pequeño a su primer concierto de Morat. En las sesiones de películas y canciones infantiles que Bruno le montaba a su padre solo para pasar tiempo con él antes de que tuviera que irse. En todos los momentos que los dos hombres de mi vida me habían regalado hasta ahora y que hacían que todo tuviera sentido.
-¿Crees que deberíamos darle ya la noticia? - preguntó
-Supongo que ya va siendo hora - sonreí - pero primero vamos a por el helado
Cuando llegamos a la cocina, Bruno estaba sentado a la mesa dando una cucharada a la tarrina de helado. Nos sentamos con él y tras un rato de risas en familia, me lo llevé para prepararlo antes de dormir. Se lavó los dientes a conciencia y le ayudé a ponerse el pijama. Se metió en la cama junto a su mono de peluche, del que nunca se separaba. Llamó a Malta para que se tumbara al final de la cama como todas las noches. Lo arropé con la sábana y me senté al borde la cama dispuesta a contarle un cuento. Isaza apareció por allí y se sentó junto a Bruno, apoyando la espalda en la pared. Ambos me miraban expectantes esperando la nueva historia.
-¿Qué cuento toca mamá? - preguntó acurrucándose al lado de su padre
-¿Te he contado alguna vez el cuento del niño que quería ser músico? - pregunté mientras miraba a Juan Pablo
-No - respondió
- Pues dice así - empecé a narrar - Erase una vez un pequeño niño, que vivía en la preciosa ciudad de Bogotá. Ese niño soñaba con ser un gran cantante. Tocar la guitarra, el piano y recorrer los escenarios de todo el mundo, acompañado de sus tres amigos más fieles - me inventé - Los años pasaron y ese niño se hizo mayor, sin dejar de lado ese sueño. Así que un día reunió a sus amigos. Un banjista, algo dramático; un bajista muy metalero y algo rarito; y un baterista, que en realidad soñaba con ser un gran arquitecto y que tras estar un tiempo en la banda que habían decidido formar, acabó dejando una vacante libre que ocupó un muchacho alocado y de pelo alborotado
-Parece que estés hablando de la banda de papá - apuntó Bruno entre risas
-Pero ¿sabes qué? - añadió Isaza - ese chico, no solo soñaba con tener una banda y recorrer escenarios - me miró - sino que también deseaba encontrar una niña de la que se había enamorado siendo muy pequeño. La buscó durante mucho tiempo, y justo cuando perdió toda esperanza, la encontró - me miró - y al principio parecían no llevarse bien, de hecho ella era un poco gruñona
-Más bien el gruñón era él - le corregí - tenía muy malas pulgas, pero en el fondo resultó ser tierno cual osito de peluche
-Ambos superaron muchos obstáculos juntos - continuó Isaza - se enfrentaron a una malvada bruja, de esas que tiene una verruga en la nariz, llamada Martina. El chico tuvo que reconquistar a su amada, después de que un cantante y rival, llamado Sebastián la embrujara con una guitarra encantada, para poder así enamorarla - miré a Isaza casi riendo, mientras Bruno atendía a su padre embobado - y cuando parecía que todo estaba estaba bien, tuvieron que enfrenarse a un horrible troll que hizo que ella enfermara, pero nuestro protagonista la cuidó, la mimó y ella se recuperó
-Y mientras ella estaba enferma, ambos se enteraron de que iban a ser papás - añadí - y tras varios meses de espera, nación un niño regordete y risueño al que llamaron Bruno
-Ese soy yo - rió
-Pero ahí no acaba el cuento - dijo Isaza - porque Bruno, dentro de unos meses va a disfrutar de un hermanito o hermanita al que va a tener que cuidar mucho, mientras su papá está fuera
-¿Ha oído señor Mono? ¡Voy a tener un hermanito! - exclamó emocionado

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¿Quién te dijo esa mentira?
FanfictionAl final del camino siempre encuentras a esa persona capaz de reparar un corazón tan roto que parecía no tener arreglo. Sabe exactamente que hacer, o decir para cicatrizar esas heridas que no cerraban. Por que a veces tenemos que rompernos, para q...