[DE LOS QUE NO SE HAN IDO]

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Sentado en la misma vieja banca de siempre, Kyungsoo dobló el papel despacio en dos, cuatro, seis partes exactas, y le prendió fuego. Sus ojos redondos y cansados se detuvieron en los colores cálidos escupidos por las llamas.

De pronto, una lágrima pequeña se deslizó por su mejilla. Osada y fría se hizo camino a través de su rostro, goteando desde su barbilla. Cayendo a un ritmo calmo, cual cada fibra de aquel papel, desmoronándose en cenizas, golpeando el azulejo a sus pies.

Miró al cielo y suspiró. En un instante sacudió sus ropas, agachándose a tomar las margaritas blancas que descansaban a su lado. Con una mueca las colocó junto a la cruz y fue vaciándoles la frescura del agua clara.

—Siempre te gustaron de este color, ¿cierto?— dijo —Yo las llevo siempre conmigo, he plantado algunas en casa.

El tiempo pasó. Segundos. Minutos. Tal vez horas. El viento balanceaba los árboles. Estaba helando, Kyungsoo pensó, confirmándolo un instante más tarde cuando el calor de una mano familiar se posó sobre su hombro izquierdo.

—Es hora de irnos.— habló, su voz baja.

Él se limitó a asentir. Su rostro permaneció serio mientras caminaba,  hombro a hombro con Chanyeol, llevando la esperanza de ver de nuevo a Baekhyun atorada en la garganta.

Era tan solo el golpeteo de sus zapatos contra el concreto lo que se oía. Las ramas de los árboles permanecieron sordas, pese al viento fresco que las golpeaba. Kyungsoo, en un intento por sobrellevar el incómodo silencio, tomó el pequeño encendedor de su bolsillo izquierdo y le prendió fuego al cigarrillo entre sus dedos.

Unos ojos oscuros y juiciosos se habían posado sobre sus labios. Él lo sabía.

Decidió evitar que tal cosa le molestara, sin embargo, y luego de una segunda calada, suave y profunda, se atrevió a hablar:

—¿Crees que él pueda ver que sigo a su lado?— preguntó.

—No lo sé— Chanyeol suspiró, su rostro serio, sus ojos fijos en la acera —, pero de poder hacerlo ¿él estaría feliz por ti?

—Él sería feliz de verme continuar— la voz de Kyungsoo sonó baja  —y eso estoy haciendo...

—No suenas muy seguro— Chanyeol mencionó.

Para ser honestos, no pensó mucho en sus palabras. Sin embargo, una mirada rápida al rostro triste de Kyungsoo fue suficiente para entenderlo. Debía cambiar el rumbo de la conversación. Definitivamente.

—¿Saldrás mañana con SeHun?

Tal y como esperaba Chanyeol, los ojos redondos del contrario se iluminaron. Al menos un poco.

—Sí— respondió, dejando caer el cigarrillo a medio fumar y apagándolo, un segundo después, con su zapato contra la acera.

—Él es lindo.

—Lo es— Kyungsoo sonrió ligeramente, un tono carmesí se apoderó de sus mejillas. Su rostro se arrugó en malestar, sin embargo, cuando una tos poco saludable provino desde el fondo de su pecho.

—Deberías dejar de fumar.— Chanyeol suspiró.

Por su parte, Kyungsoo se encogió de hombros, alzando lentamente la vista al cielo.

—Deberías dejar de pensar en mí hermano.— respondió a la defensiva.

Chanyeol frunció los labios, sus ojos castaños se nublaron un poco. Pero su andar no se detuvo. Sus zapatos siguieron golpeando contra el concreto, paso a paso.

—Pídeme dejar de respirar, sería más fácil.

Kyungsoo sonrió en una mueca cansada, cargada de pena y arrepentimiento.

—Lo siento.— le dijo.

Chanyeol asintió despacio y metió las manos en su abrigo antes de continuar:

—Puedo obligarme a eso, ¿Sabes?

—¿Eh?

—Dejar de respirar.— aclaró —Hay maneras en las que puedo obligar a mi cuerpo a dejar de hacer algo tan necesario como respirar. Pero, no he encontrado la forma, al menos no todavía, de evitar que Baekhyun se meta en mis pensamientos.

—Chanyeol, no tienes que...

—No, está bien.— carraspeó —Está bien decirlo.

Un silencio corto se instaló entre ellos. Chanyeol permaneció serio, sus manos temblaron dentro de sus bolsillos y algo dentro de su pecho ardió. Su voz salió ronca, casi inaudible cuando habló:

—No puedo apartarlo de mi mente, es la verdad. Ni siquiera cuando me obligo a estar fuera de mí. El alcohol y otras drogas sólo hacen que su imagen se vuelva más clara dentro de mi cabeza. Es como si ver su rostro fuese algo más necesario que tomar aire en mis pulmones. — suspiró —No puedo escoger mis pensamientos. Pero para fortuna mía, él sigue ahí. Gracias a Dios, porque no quiero olvidarlo.

Kyungsoo bajó la mirada, una lágrima ácida resbaló por su mejilla. 

—Sé que, incluso, el día que muera y un último respiro escape de mí, voy a tener el rostro de Baekhyun impreso en mi memoria. Y está bien. Eso está bien. Lo vale. Prefiero sufrir su pérdida que no haberlo conocido nunca.

—Empecé a fumar porque me sentía más tranquilo de esta manera. —Kyungsoo habló, su vista aún fija en sus zapatos —Dan menos ganas de romperlo todo si tengo uno de estos entre los labios. Y sé que es no es la manera correcta de encontrar la calma, pero es lo que tengo por ahora.

Chanyeol asintió y Kyungsoo alzó suavemente la vista. Ninguno dijo nada más. No hizo falta. Sus ojos se cruzaron en una mirada cómplice, cargada de comprensión y pena.

Entonces emprendieron marcha fuera del cementerio. A paso lento, triturando poco a poco las hojas esparcidas de los árboles.

Dos suspiros unísonos al viento, una brisa ligera humedeciéndoles las pestañas y un cómodo silencio les abrazó.

Unos cuantos pasos más adelante, cruzaron la gran puerta de metal, con la idea de ser, en un futuro no muy lejano, frescos y libres como la lluvia.

De Cigarrillos Y Notas De Amor.  °CHANBAEK°Where stories live. Discover now