Capítulo 11.

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*Jisa*

Estaba tumbada en la cama de Step, con discos de Nyman esparcidos por esta, y, de fondo, se escuchaba The Morrow, la canción que sonaba cuando Step y yo nos dimos aquel primer beso.

Rodé sobre mi costado y suspiré.

Lo añoraba con cada célula de mi ser, pero le habían recortado las visitas y sólo me dejaban ir los fines de semana. Miré el reloj; 4:35 a.m. Llevaba toda la noche despierta.

Últimamente siempre era así. Siempre sola. Siempre despierta. Siempre pensando. Siempre vacía.

Me levanté y caminé hacia el baño. Agarré unas tijeras que había en uno de los cajones bajo el lavabo. Miré mi pelo rosa y cerré los ojos.

Los volví a abrir y mi rosa melena ahora quedaba un poco por debajo de mi hombros.

Miré hacia el suelo, donde había mechones de pelo rosa intenso por todo el suelo. Le di con el pie a los mechones de pelo y sonreí, por alguna extraña razón.

Miré mi atuendo; llevaba un jersey ancho gris, unos leggins gris oscuro y unas Doctor Martens negras. Iba bien.

Agarré mis llaves que estaban sobre la cama, The Piano Sings de Nyman y salí a la calle.

Una fuerte ráfaga de viento helado me golpeó, haciendo que el aire abandonara mis pulmones momentáneamente.

Comencé a caminar por la calle, sin rumbo fijo, tocando los acordes de The Heart Ask Pleasure First por las paredes de la ciudad, con Step en mi mente.

Recordé la primera vez que hablamos, en el metro. Recordé nuestro primer beso, con The Morrow sonando. Recordé nuestra primera vez, y que puso The Piano Sings, mi disco favorito de Nyman, para que fuera especial. Sonreí ante aquellos recuerdos, él era tan especial.

Recordé cuando le detectaron esquizofrenia, cuando tuvo su primer ataque, y la tristeza me invadió.

Lo amaba, Dios, sí que lo hacía. Lo amaba más que a mi propia vida. Y lo añoraba demasiado.

Cuando me quise dar cuenta, estaba frente a las puertas del psiquiátrico de Step; Greenswood.

Las grandes verjas negras de metal estaban cerradas y eran demasiado grandes como para treparlas. Suspiré.

Di varias vueltas alrededor de las verjas, buscando algún agujero, algún sitio por el que entrar.

Lo que encontré fue que en una zona determinada de las verjas, faltaba un barrote. Por suerte, yo estaba lo suficientemente delgada para caber.

Me deslicé con agilidad entre ambos barrotes y mis botas crujieron al dar contra las hojas secas del patio trasero de Greenswood.

Con cuidado, caminé por el patio, miré por todas las ventanas y había tan sólo una encendida. Y supe que era él.

Miré la hora 5:43 a.m. Tenía que ser él.

Agarré una piedrecita que tenía a mi izquierda y la lancé a su ventana. Luego otra. Y otra. A la tercera piedrecita, la ventana se abrió.

Era él, con su cabello castaño despeinado y sus ojos grises, mirándome. No llevaba camiseta, y se veía agitado. Fruncí el ceño.

-Jisa -susurró él, sorprendido.

-Step, ¿qué pasa?-preguntó una voz claramente femenina, aguda y suave, desde el interior de la habitación.

La chica avanzó hacia la ventana. Era una chica pequeña y extremadamente delgada, con grandes ojeras y estaba en sujetador. Puso su mano sobre el hombro de Step y me miró con confusión.

Mi pulso aumentó y las lágrimas comenzaban a nublar mi vista.

-¿Steppy? -susurré.

-Jisa, no es lo que crees, déjam...-intentó defenderse.

-¡Ni lo intentes!-chillé-. Ni lo intentes -dije esta vez más bajo-. Vengo aquí, me cuelo, hago todo lo posible sólo por verte, ¿y tu me engañas con una loca cualquiera? Que te den, Step, que te den.

Acto seguido, cogí el disco de The Piano Sings que tenía en mi mano y se lo lancé, el cual le dio a aquella chica en la mano. Solté una risa histérica.

-¡Por puta!-exclamé.

Y salí de allí, antes de perder la poca dignidad que me quedaba.

Repetí mis pasos anteriores y volví al apartamento de Step, ya que mi madre me había echado de casa hace años y había estado de albergue en albergue hasta que conocí a Steve y me fui a vivir con él y luego con Step.

Casi podía escuchar mi corazón, partiéndose lentamente, al ritmo de Memorial de Nyman, que era la canción que repetía una y otra vez en mi mente, esa canción tan llena de tantos sentimientos.

En aquellos momentos, lo que sentía, era decepción, dolor y tristeza.

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Hey,

espero que os haya gustado el capítulo y que no me odiéis demasiado.

Creo que el próximo capítulo será el último o el siguiente, aún no lo tengo claro. Pero queda otro cap más y el epílogo.

Disfrutadlo,

-Leid.

Pink hair, dark soul.Where stories live. Discover now