II

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Castiel se sentó frente a su cita, totalmente aburrido, ella no paraba de hablar sobre lo asombrosos que eran los padres de Castiel, con un fervor casi obsesivo. Y Castiel no paraba de revisar el reloj de la pared detrás de ella, como si el reloj pudiera sentir su mirada y se estuviera burlando de él, los segundos y los minutos pasaban demasiado lentos. Incluso parecía que el reloj iba en reversa.

¿Su madre le había organizado una cita a ciegas con Hannah? ¿Helen? Como sea... su madre lo había obligado a salir con esta chica, a pesar de sus protestas de que no quería ir, que no quería estar con nadie más que con Dean.

Pero entonces ella lo había mirado con esa manera que ella tenía y Castiel había accedido a una cita, era insoportable como a veces no podía negarle cosas a su madre.

Castiel había estado en varias citas durante los tres años que Dean se había ido, todas cortesía de sus preocupados amigos y familiares.

Y realmente eso no le importaba mucho; no había manera alguna de que formara ningún tipo de vínculo con ninguna de estas personas, Dean era su único y verdadero amor y Castiel tenía la esperanza de recuperarlo algún día. No había dudas en su mente de que Dean regresaría con él, su destino era estar juntos después de todo.

Su familia y amigos habían perdido la esperanza de que Dean regresaría; algunos lo consideraban muerto, pero algunos más crueles, aquellos con los que Castiel ya no hablaba, decían que se había fugado con otro hombre. Dijeron que era imposible que no pudieran encontrar información sobre Dean, y eso solo significaba, que él no quería ser encontrado bajo ninguna circunstancia o que estaba muerto.

Castiel sabía que ninguna de esas cosas era verdad; Dean lo amaba tanto como Castiel amaba a Dean, estaban hechos el uno para el otro. Nada se sentía bien sin Dean y Castiel sabía que pasaría el resto de su vida buscando a su esposo, su alma gemela, si tenía que hacerlo.

Los primeros seis meses de la desaparición de Dean, Castiel había pasado cada momento que estaba despierto buscando al hombre, buscando en todos los lugares donde habían estado juntos, solo para no encontrar nada. Era como si Dean se hubiera desvanecido de la faz de la tierra, lo que no tenía ningún sentido, ese no era el comportamiento de Dean. Castiel sabía que Dean nunca hubiera hecho algo así sin planearlo por adelantado. Y por supuesto, estaba la razón más importante, para Dean la familia era lo más importante. Dean no dejaría a Sam, ni a Castiel atrás, simplemente no lo haría.

Se había tomado seis meses de su trabajo como agente del FBI, siguiendo pistas casi inexistentes y usando todo lo que tenía a su disposición para tratar de encontrar al hombre; para su angustia incluso había recurrido a psíquicos y videntes, eso definitivamente era algo de lo que no le hablaría a su esposo cuando finalmente lo encontrara. Pero aun así no había logrado encontrar ni una pista.

Castiel sintió que su corazón se había roto en mil pedazos en el momento en que su madre sugirió darle un funeral a Dean. Sus padres no habían sido muy aficionados a su esposo y que su madre sugiriera eso, solo lo confirmó. Estaba seguro de que su corazón aún no había vuelto a la normalidad y sabía que no lo haría hasta que volviera a sostener a su pareja en sus brazos.

Después de sus seis meses de retiro, Castiel finalmente había regresado a su trabajo, dedicándole cada minuto de su tiempo y poniendo cada gramo de energía que tenía en él. Lo que le había valido un ascenso, muy satisfactorio. Sabía que Dean estaría muy orgulloso de él cuando regresara; siempre había animado el sueño de Castiel de unirse a la fuerza, incluso cuando los padres de Castiel querían que siguiera los pasos de su padre y se convirtiera en abogado.

Por las noches, Castiel apenas dormía, incapaz de lograr conciliar el sueño sin su amado esposo en sus brazos; incluso después de tres años, el espacio vacío en su cama lo hacía sentirse frío y vacío por dentro.

Castiel se había dedicado a vagar por las calles de noche, caminando por la ciudad sin rumbo fijo, con la vaga esperanza de que, tal vez, un día, simplemente se encontrara con Dean. Castiel realmente se había quedado sin ideas y no podía simplemente sentarse en su casa sin hacer nada.

Además de todo, Castiel realmente creía que podía suceder, después de todo, era su destino estar juntos; Dean siempre había dicho que eran almas gemelas y que pase lo que pase se encontrarían el uno al otro, así que Castiel tenía la esperanza de que el destino los reuniera nuevamente.

Castiel había prometido a todos los dioses existentes en los que podía pensar que una vez que le devolvieran a Dean, nunca dejaría que el hombre se fuera de su lado.

Solo esperaba que, algún día, escucharan su suplica.

No me olvides... | DestielWhere stories live. Discover now