Capítulo 4

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-Ese título no es más que una cortesía, Marisa- respondió él exasperado, y con fuerza, alzó la tapa de la maleta obligándola a quitar las manos- tú mejor que nadie debes saberlo. No te incumbe porque fui a las Vegas ni que hice allá. Es mi vida y no tengo porque compartirla contigo-terminó de meter las cosas que faltaban en la valija y la cerró- Adiós.

-¡Alonzo! ¡Alonzo! -gritó la mujer persiguiéndolo por todo el pasillo- No te puedes ir así. Me exasperas cuando te pones así ¿Todavía te preguntas porque esto no funcionó? ¡Es todo tu maldita culpa!

El hombre se paró en seco y giró sobre sus talones. Una mirada tan helada que pudo haber congelado el infierno le advirtió a la mujer que se había pasado de la raya, y por instinto, esta dio un paso hacia atrás.

-No más, Marisa, no más. Sabes tan bien como yo que esto no funcionó porque ambos no estamos hechos el uno para el otro. Pensamos diferente, tenemos una forma diferente de ver la vida, y somos incapaces de respetar la posición del otro. Esto no funcionó, Marisa, porque desde el principio debimos darnos cuenta de que sería así. No pienso tolerar que me eches la culpa de todo. No aguantaré más tus acusaciones sin fundamento. Puse todo mi empeño para arreglar algo que en realidad, estaba roto. Me doy por vencido.

Y mientras la mujer sopesaba sus palabras, él se marchó.

Alonzo cerró la puerta de su departamento de un portazo y se dejó caer en el sofá sintiendo como sus músculos pedían a gritos descanso, a pesar de que el sol estaba en ese momento en su punto más alto por rondar las doce del mediodía. La discusión con Marisa lo había dejado agotado. Últimamente todas sus discusiones lo dejaban así. Sin duda, tanto esfuerzo y tormento mental no debía de ser bueno para la salud, y él sentía que si seguían así, ambos, no solo él, terminaría muy mal. Ojala ella comprendiera eso y firmara los malditos papeles de una vez por todas en lugar de alargar ese suplicio. Todavía faltaban unos meses para el día en que se les había asignado el juicio. De no firmar los papeles ahora, tendrían que llegar a las consecuencias extremas, lo que sin duda sería algo más tedioso.

Pero Marisa no lo comprendía, o quizás sí, pero no quería perder la batalla. No era el amor que lo que impulsaba a su esposa a querer mantener ese matrimonio, sino lo que podía ganar si seguía poniendo tensión en el asunto. Ella quería mucho por firmar esos papeles, más de lo que Alonzo quería ceder y más de lo que le correspondía. Cuando sus amigos le sugirieron que la hiciera firmar un acuerdo de separación de bienes para evitarse precisamente ese tipo de problemas, él se había negado porque lo consideraba una falta de confianza hacia la que creía, sería su compañera para toda la vida. Que iluso. Resultó que los amigos servían para algo más que tomar y hablar tonterías. Ahora, sus abogados vivían en una pelea constante para que la mujer no se quedara con más de la mitad de los bienes, que era por derecho lo que le pertenecía. Los bienes que él había construido solo o heredado de sus padres. Una empresa publicitaria, algunas propiedades, y varios miles de dólares ahora estaban en juego por unos miserables papeles que los declaraban esposos ante la ley.

Agotado, Alonzo se dijo que no le importaría incluso empezar de cero con el fin obtener por fin la ansiada libertad, y sobre todo, paz mental. Sin poder evitarlo, y a pesar de saber que no venía al caso, comparó a Karen con Marisa. Dos personas tan diferentes...una tan jovial, risueña, optimista...y la otra...sinceramente ya no sabía como describir a Marisa. Al principio de su relación, puede que le hubiera adjudicado características similares, pero con el tiempo descubrió que no eran más que fachada, y que solo estar medio atontado por ella impidió que lo viera. Karen en cambio, parecía ser original, o al menos, ahora con más experiencia, le costaba ver sus actitudes como fingidas, sobre todo si consideramos que se pasó toda la noche hablando con ella cuando tenía algunas copas extras. Como ella misma lo afirmó: si te agrada una persona en su estado de ebriedad es bueno, porque la estás conociendo realmente.

Una vida para encontrarte (Corazones rotos 2)Where stories live. Discover now