Capítulo 6.

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—Así que Carlo Mancini ha quedado en el olvido y ya no quieres ser monja. Me alegro bastante por ti, Karen. Al menos tu vida amorosa empieza a tomar un cauce, y no es un desastre, como la mía. —comentó la voz de Alondra al otro lado del teléfono. Por su tono, Karen deducía que había pasado algo que la tenía de un humor un tanto agrio.

Karen estuvo tentada de decirle que temía que todo no fuera tan bueno como se imaginaba, pero se calló para no causar más preocupaciones a alguien que estaba a un paso del manicomio. Pobre Alondra. Dios si que se burlaba de ella.

—Esta noche voy a cenar con la familia de Gabriel. Accedió a firmar el divorcio si iba. Creo que por fin acabará todo.

Karen consideró si era conveniente mencionar el tono un tanto melancólico con el que pronunció todo. Al final se dijo que mejor no. Alondra estaba en ese estado de negación en el que no iba a admitir que todavía sentía algo por Gabriel Mendoza, y es que si le hubieran hecho a ella lo que él le hizo a su amiga, Karen tampoco admitiría que seguía enamorada, no en voz alta. Era una pelea con el orgullo. Aunque en ese tipo de casos, puede que valiera la pena dejarlo a un lado. Al menos Gabriel se mostraba arrepentido.

—Espero que todo se solucione. —deseó Karen.

—Y yo espero que todo vaya bien con Alonzo. Piénsalo, es el destino, tal vez solo tenías que esperarlo a él.

El destino...a Karen a veces le costaba cree en las implicaciones de esa palabra. Siendo una persona estudiada, con frecuencia defendía la teoría de que cada acción tenía su consecuencia, y que eso era lo que marcaba cada situación de nuestras vidas. Sin embargo, a veces se permitía creer que había algo más decidiendo por cada persona. Algo que no se podía ver o tocar, lo llamaban Dios o destino y tenía escrito lo que sería tu futuro; así pues, por más que planearas, o tuvieras planificado cada detalle de tu vida, sino estaba escrito, no sucedería. Ella creía en Dios, claro que sí, pero no estaba segura de que el destino en verdad existiese. Era todo muy complicado, a veces parecía que sí, otras que no...era demasiada filosofía para pensarla en ese momento, cuando Alondra estaba esperando una respuesta.

—Puede ser. Nos hablamos.

Colgó y se dejó caer en su cama mirando el techo, como si este le proporcionara las respuestas a las mil y un preguntas que tenía en mente ¿Sería conveniente seguir con eso? ¿No sería mejor tomarse un tiempo de reflexión? ¿Y si Alonzo no era lo que aparentaba? ¿Y si estaba, irremediablemente, llevando a su corazón a otra desilusión? Quizás debería evitar volar muy alto, llevar las cosas con calma, no ilusionarse. No lo conocía. No era conveniente, pero ¿Acaso era eso importaba? A Carlo lo conocía, sabía que no era conveniente, y ya se sabe el final de la historia. Si es que el corazón humano era masoquista por naturaleza. Desde adolescentes, cuando nos encaprichamos con el que nos ignora e ignoramos al que nos para, debimos de tenerlo claro. No hay nada que hacer si este decide irse con el equivocado, solo ir pensando en la forma en que se reconstruirá luego de la decepción.

Se preguntó si Alonzo cambiaría su opinión de ella si escuchara tanto pesimismo de su parte, y es que para ser una persona que había afirmado hace nada siempre quedarse con el lado positivo de las cosas, estaba buscándole las cinco patas al gato; ¡Pero no podía evitarlo! Era una manera de protección hacia sus maltratados sentimientos. Si se pensaba lo peor, era más fácil recuperarse del golpe. Claro, que cuando uno se enamoraba, normalmente el pesimismo cedía su lugar a la esperanza, esa de que todo salga bien, así que el golpe era igual de duro...

Karen agarró una almohada y se la colocó encima de su cabeza para ahogar un gruñido de exasperación. Mejor se iría a dormir temprano.

El despertador acabó con su preciado sueño al la siete menos cuarto de la mañana. No debería tener motivos para quejarse, pues esa noche había superado con creces las ocho horas de sueño recomendadas habitualmente a las personas adultas, pero aún así, tanteó hasta apagar la alarma y con un gruñido, buscó su teléfono y lo revisó. El ceño fruncido se borró de su cara cuando vio un mensaje en whatsapp de un número no registrado, pero que ya conocía.

Una vida para encontrarte (Corazones rotos 2)Where stories live. Discover now