XXXIII

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XXXIII. Destino.









"Y porque el destino es quien creó un juego cruel y abusivo, donde nos utiliza y nos mueve a su parecer, como simples piezas en un juego de ajedrez, haciendo de algunos un león destructivo, y a otros más, los hace un cordero inofensivo."

-HEIR.






30 años atrás.










Elizabeth a sus jóvenes 20 años no quería casarse, mucho menos con el prepotente príncipe, a ella le importaba muy poco si era el próximo rey de Dinamarca, ella detestaba a Elias.

Por otro lado, el príncipe Elias compartía el mismo sentimiento que Elizabeth, lo último que quería en el mundo era casarse con ella, una persona tan fría y odiosa, con aires de grandeza solo por ser hija de el duque con más influencia en Dinamarca.

Ni siquiera se gustaban, en si, al futuro rey parecía interesarle más la hermana de Elizabeth, era una lástima que ya estuviera prometida a un príncipe en las Netherlands.

El príncipe Elias no era fiel creyente del destino, el claro ejemplo era Elizabeth, ¿como podía estar destinado a casarse con ella?

Era un matrimonio arreglado entre los reyes y el duque, claramente él nunca la habría elegido, pero desgraciadamente no había mucho que pudiera hacer, ya todo estaba planeado, incluso ya hasta la fiesta de compromiso había pasado y Elizabet ya portaba la joya.

—Deberíamos llevarnos bien, o al menos aparentarlo, su alteza. —La futura reina le sugirió, en el baile de invierno previo a su boda.

—Si realmente quisieras llevarte bien conmigo, ya me habrías llevado a tu alcoba, princesita. —Respondió para molestarla, cuando en si, ni deseo de acostarse con ella sentía... O quizá si, sólo que no se lo iba a admitir.

¡Oh cuanto detestaba Elizabeth a Elias! Siempre burlándose de ella, pero quizá ya era hora de que se lo olvidara el comportamiento de una señorita y se comenzara a burlar también de él.

Elizabeth entrelazó su mano con la de él, cosa que muy raro lo hacían, con cuidado y discreción lo guío fuera del salón donde el baile era llevado a cabo y lo llevó hasta la habitación que ella usaba cuando visitaba el castillo.

Cerró la puerta cuando ambos estuvieron dentro, Elias no tenía idea que era lo que estaba sucediendo, pero no se iba a quejar, después de todo iban a contraer matrimonio, lo que él pensaba que sucedería esa noche era algo que eventualmente tendría que pasar entre ellos, claro que él supuso que no pasaría hasta su noche de bodas.

Elizabeth jugó cruelmente esa noche con él, cuando Elias pensó que un acto se consumaría, la futura reina se alejó riéndose.

—¡No será tan divertido cuando estes pariendo a mis hijos! —Exclamó el príncipe molesto, viendo cómo su futura esposa salía de la habitación.

En ese momento se juró que nunca le buscaría esposas a sus hijos, que ellos se casarían con la mujer que ellos quisiesen, y lo mismo aplicaba para sus hijas. Lo que menos quería era que sus hijos terminaran casados con una loca como lo era Elizabeth.






Actualidad.









La miro a los preciosos ojos azules que tiene antes de pasar la venda sobre estos mismos, o mejor dicho la corbata, ya que era lo que tenía más cerca a la hora de tener que improvisar.

—¿Estás seguro que esto es necesario? —Me pregunta, con desconfianza.

—No te dejaré caer, lo prometo. —Beso su frente al terminar de atarla, asegurándome de que no fuera a moverse de su sitio.

—Pero es que no entiendo el motivo por el que tienes que vendarme para atravesar la puerta que da al jardín, es ridículo. —Dice en un balbuceo, estaba nerviosa.

Abro la puerta que da al jardín, la luz del día hace que me tome un momento acostumbrar mi vista a la nueva iluminación, tomo la mano de mi castaña y la guío hasta el único reducido espacio en el que no había peonies, Thea aprieta mi mano con fuerza, debe estar temerosa a caer, pero conmigo no lo hará, no lo permitiría.

Me detengo en el lugar que creí preciso, mi castaña también lo hace. —¿Es aquí? —Pregunta.

—Si, pero aún no te quites la venda. —Respondo soltando su mano.

Thea se queda parada sin moverse, me quito de su lado y camino hacia atrás de ella.

Aquí vamos...

Saco el anillo de mi bolsillo tomándolo entre mis dedos y me hinco.

Mi corazón late a un ritmo exageradamente rápido, me siento como si estuviera a punto de lanzarme de un precipicio, esa inseguridad y miedo se apodera de mi, así como la adrenalina y la emoción ante la anticipación del acto.

Supongo que siempre estuve destinado a terminar en este lugar, hincado ante Thea, amándola, con un hijo en camino, a punto de pedirle matrimonio.

—Puedes quitarte la venda. —Le digo.

Los segundos que le toma quitarla se sienten como una eternidad, cuando esta ya no está y Thea parece demasiado ocupada viendo la imagen frente a ella comienzo a hablar.

—He cometido error tras error, pero el más grande siempre será el no haberte tratado desde el principio como lo que eres, mi reina. —Thea se da la vuelta, su rostro parece un poema plasmado de diversas emociones, no dice nada, y me alegra, porque así puedo seguir con lo que estoy diciendo. —Este es el acto más egoísta que algún día cometeré, porque yo quiero todo de ti, que seas completamente mía, que seas mi esposa, y así mismo yo te ofrezco todo de mi, seré completamente tuyo, seré tu esposo. Seré tu rey, y tú serás mi reina.  Eres el amor de mi vida Thea, de eso ya no me queda la menor duda, y me quema, siento como me consume lentamente el amor que siento por ti y si tú sientes lo mismo, entonces vamos a quemarnos juntos. Estaba destinado para ti Thea, y todo lo que sé es que no me molestaría ser prisionero de mi destino si tú estás en el. Te metiste en mi cabeza, en mi piel, en mi sangre, y nunca podré sacarte, pero está bien, porque tampoco planeaba hacerlo. Muchas personas creen que tienes que conocer perfectamente a tu pareja antes de contraer matrimonio, sinceramente no estoy de acuerdo con ello, pues he ahí la belleza del mismo, es la promesa de querer conocer a alguien por el resto de tu vida, y yo, mi dulce castaña, quiero conocerte cada día hasta el último de mis alientos. ¿Te gustaría casarte conmigo, cor meum?

Mi pulso es inestable, el anillo comienza a sentirse pesado entre mis dedos, Thea me mira en silencio como si aún no pudiera procesar todo lo que había acabado de decir, y entonces me temo que me rechace, pero cuando sus labios se curvan en una sonrisa y sus ojos se vuelven llorosos ese sentimiento desaparece.

—Si, Shawn, ¡si!

La euforia y la alegría me invaden, me pongo de pie y la beso como si el mundo fuera a acabarse cuando nuestros labios perdieran el contacto. La beso hasta que el aire nos falta, y cuando me separo de ella tomo su mano y le pongo el anillo.

—Te amo. —Le digo.

—Te amo. —Responde, antes de volver a fundirnos en otro beso.

Thea oficialmente era mi prometida.






Hola, hola. ¡Que bonito es lo bonito mientras es bonito! Tengo tanto que decir sobre este capítulo, pero a la vez nada. Me puse a leer los comentarios respecto a mi nota anterior y nunca imaginé que tendría tanto impacto en algunos de ustedes, y yo que pensaba que a nadie le importaban mis notas, y es bonito, ¿saben? Porque siento que ustedes me quieren por lo que tengo que decir. Por cierto, hablando de comentarios y matrimonio, qué onda con los que se quieren casar conmigo? Me hacen sentir especial y luego termino deprimiéndome porque no los merezco. Los amo. ⚡️

H E I R   |S.M.|   #2Where stories live. Discover now