XXXIV

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XXXIV. Adorable.







Thea mira el sencillo anillo que adorna su dedo anular izquierdo, dos semanas habían pasado desde que se lo entregué.

Mayo había llegado y con este el cuarto mes de embarazo de mi castaña, como cada mes la llevé a su revisión para checar que todo marchara en orden, y si bien todo parecía indicar que así lo era, mi doctor me dijo algo cuando Thea se fue a cambiar que me hizo sentir como un verdadero monstruo, el peor que jamás haya existido.

Recuerdo haberle dicho en el pasado a mi castaña que no era monstruo, pero también recalqué el hecho de que al menos todavía no lo era, pero ahora ese "no todavía" me había alcanzado, ya lo era. Y solo dependía de mi cambiar o seguir siéndolo. La verdad era que no quería serlo.

Si Thea volvía a perder el bebé no sería la culpa de nadie más, sería únicamente la mía.

Ya no discutía con ella, bajo ninguna circunstancia, le daba todo lo que quería, le daba la razón en todo, no quería ocasionarle el más mínimo de los disgustos.

—¿Este anillo era de tu... —Comienza a formular su pregunta, pero se calla de repente, probablemente pensando en que obtendría una mala reacción de mi, quizá en otro momento hubiese sido así, pero ahora  me veo obligado a responder.

—Era de la antigua reina, en si, solo ha sido portado por reinas de Dinamarca. —Contesto antes de tomarme lo poco que restaba del té servido frente a mi. —Niall va a venir la próxima semana. —Le aviso para cambiar de tema.

—¿En verdad? —Pregunta sonriendo, con su rostro iluminándose ante la mención del rubio, Thea le había agarrado mucho cariño al irlandés, y eso en cierta manera me molestaba, era algo que no podía evitar, pero tenía que aprender a vivir con ello. Mi castaña era muy feliz teniendo a Niall cerca, y su felicidad era lo único que debía importarme.

—Si, dijo que esta vez me avisaba para que así lo supiéramos y evitáramos recibirlo con alguna escena comprometedora, según él lo hemos traumado. —Le comento haciendo que sus mejillas adquieran un color rojizo.

—¿Y viene a quedarse mucho tiempo? —Cuestiona a lo que me encojo de hombros.

—No lo sé, no lo mencionó. —Le contesto, tanto Niall como Nash siempre se tomaban libertades respecto a su estadía en el castillo, vienen cuando se les da la gana y se marchan de igual manera, no es que me moleste, pero yo no voy y me presento en sus castillos cada que se me antoja.

Thea asiente poniéndose de pie, la miro con detenimiento acercarse a mi, hago mi silla un poco hacia atrás sabiendo lo que hará, últimamente le daba mucho por sentarse en mi regazo para que la abrazara, en si, últimamente andaba muy sensible, el otro día se había puesto a llorar porque los peonies se habían marchitado, luego se molestó conmigo por haber comprado una exagerada cantidad, y después volvió a llorar por no poder quedarse con ellos para siempre.

Como lo suponía, mi castaña se sienta de lado en mis piernas, recarga su cabeza en mi pecho y yo rodeo su cuerpo con mis brazos, se remueve un poco buscando acomodarse y yo tomo el consejo de Niall, trato de pensar en el clima para que así no se creara una situación en mis pantalones, lo cual me resulta extremadamente difícil teniendo en cuenta que la última vez que estuve íntimamente con mi castaña fue el día que le di el anillo, y si ella decía que no le apetecía que la tocara, no lo iba a hacer.

Thea se queda quieta y mi tortura termina, dejo salir el aire que había retenido comenzando a mover mi mano lentamente sobre su espalda, mi castaña suspira.

H E I R   |S.M.|   #2Where stories live. Discover now