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Leo una y otra vez la carta de mi hermana, incrédula de lo que ha escrito en puño y letra. No sé cómo sentirme ahora, si enojada, decepcionada o desilusionada por la noticia.

¿Cómo puede durar tanto el luto en un país?

Días después de mi coronación, Clarisa y Henry partieron a Quebec, se esperaba que la boda se llevara a cabo semanas después. Desafortunadamente el padre de Henry, Octavio, falleció días después de su llegada. Los planes de boda se pospusieron, al igual que el nuevo tratado de paz que se firmaría por parte de ambos países. Ya han pasado tres años.

Me acaricio la sien, respiro lentamente para tratar de calmar la taquicardia. Esto me ha caído de bomba.

Tengo que actuar rápido, antes de que el tiempo nos gane a todos.

-¡Grecia!

En cuestión de segundas, entra mi doncella con paso rápido al despacho. Al tenerla de frente, me quito las gafas y arrogo la carta al escritorio. Necesitaba consejo, y que mejor que los antiguos monarcas para dármelos.

-Majestad – hizo una reverencia.

-Necesito un favor.

-Estoy a sus órdenes.

Tomo un pedazo de papel, y un bolígrafo. El mensaje que escribo es breve, pero a la vez alarmante. Lo doblo y guardo en un pequeño sobre, no es que no confié en ella, pero no quiero alarmar a nadie aún. Coloco el sello real, extiendo la mano y se lo entrego.

-Llévaselo a la doncella de mi madre, y no olvides mencionar que no es una invitación para el té.

-Sí, Majestad- antes de retirarse, hace una reverencia y sale corriendo del despacho.

Estoy frustrada, y alarmada. No esperaba tal cubetada de agua fría. Más bien, creo que nadie esperaría una tan grande como esta, o como lo es la guerra.

Quince minutos después, mis padres han venido a mi llamado. Les he dado la carta para que ellos mismos entiendan la situación. La cual a mi parecer, estuvo planeada desde hace mucho tiempo. Grecia se encargó de traer el té y unos cuantos bocadillos, al terminar con lo que ordene, hizo una reverencia y se retiró a sus demás labores.

Fueron varios los minutos que el despacho se quedó en silencio, el ambiente del lugar cada vez se volvía más tenso.

-Sigo sin creerlo, Carlos – susurro mi madre -¿por qué nos harían esto?

- Tampoco lo entiendo, cariño.

-Tenemos que traer de vuelta a Clarisa- dijo mamá al borde de las lágrimas- temo por ella.

-Ella estará bien, madre. – digo con calma, no quiero que le dé un ataque- ella y el bebé que espera.

-Quebec, nos ha traicionado- añade papá.

No será la primera vez que la familia de Quebec nos apuñale por la espalda. Y la última, no fue hace poco.

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Holaa, ¿Cómo estas? ¿Todo bien en casa? ¿Cómo te va en la escuela? 

Espero que el capitulo de hoy te haya gustado, al igual que la galletita. He estado pensando en actualizar cada viernes, siempre y cuando voten y comenten. No es necesario que pongan su opinión sobre la historia, puede ser algo que les ha sucedido o cualquier cosa. 

Bueno, hasta aquí mi comunicado. Nos vemos pronto. :3

El príncipe de QuebecWhere stories live. Discover now