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Evangeline

-¡Es un traidor!

Lord Marco ha dado un puñetazo en la mesa, llamando la atención de todos los presentes.

-¡Cuide la forma en la que me habla, señor!-grito desde la cabecera de la mesa- sí he decido escribirle fue para que me de las soluciones que ustedes no dan.

-¡Lo que hizo fue una tontería, Quebec nos acabara! – alza más la voz - ¡Ha condenado a todo su pueblo! ¡A su corona!

-Suficiente, señor- me levanto de mi silla- si a lo único que ha pedido esta junta es para reprochar algo que ya está hecho, no tiene caso que siga perdiendo mi tiempo en usted.

Aparto la silla, todos se ponen de pie. Hacen reverencia mientras yo camino hasta la salida, pero antes paro en el lugar de Lord Marco.

-Recuerde cuál es su posición, señor.

Sin más, salgo de la sala y cierro fuertemente la puerta.

Grecia tararea una canción mientras cepilla mi cabello, yo solo la observo por el reflejo del espejo. Está concentrada en su trabajo, creo que todos lo están. Tratan de mantener su mente ocupada en algo.

El pueblo no recibió del todo bien la noticia, y pocos han sido los nuevos soldados que se han unido a la armada. Incluso algunas familias se han marchado del centro, por miedo a un ataque futuro, al menos en las provincias estarán a salvo de todo este caos.

-¿Crees que debería casarme?

Levanta una ceja, y aparta el cepillo.

-No, majestad – vuelve a pasar el peine por mi cabellera – también merece amor.

-Oh, Grecia...Temo no estás haciendo lo correcto para protegerlos.

-Usted es sabía- pone su mano sobre mi hombro, coloco la mía sobre la de ella. Esto me hace sonreír.

-Eres una buena amiga.

-Para eso estamos, majestad.

Grecia deja el cepillo en su lugar, y busca el camisón que usare para dormir. Saca uno color durazno, tiene mucho que no lo usaba.

-¿Llego alguna carta?

-No. Estaré al pendiente. Sólo tenga paciencia.

-Sí, tienes razón. 

El príncipe de QuebecWhere stories live. Discover now