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Apreciable reina Evangeline:

Debo confesar que al recibir una carta de usted me tomo por sorpresa, y que me puso en una dura situación al decidir si debía o no responderle, cosa que hago en estos momentos desde el escondite que creí pocos sabían. Seguramente Clarisa le confeso que yo estaba aquí con el apreciable Teo, mi mayordomo.

Por desgracia, las noticias que he recibido son terribles. No estaba al tanto de la situación de ambas naciones, y lamento mucho que a Clarisa la tengan como un rehén y sobre todo, la angustia que debe estar sintiendo al no saber absolutamente nada de su querida hermana. Créame que me siento en las mismas circunstancias, ya que ella es una apreciable y muy querida amiga.

Suficiente, debo ser algo directo con usted. Por el cariño que le tengo a Clarisa, accedo a traerla de vuelta a Portland. Ella es una gran persona, y no merece estar rodeada de esas víboras bañadas en oro. Sin embargo, debe saber una cosa de suma importancia, o creo que ya debe saberla, de todos modos se la diré.

En Quebec, soy considerado un traidor.

¿No cree usted que podría traicionarla con tal de conseguir el perdón de mi familia y lugar en el trono?

Ambos estamos seguros de que Henry está en busca de cualquier pretexto para ir a atacar. Y la carta que ha enviado es un motivo perfecto, ya que está buscando al traidor de los Quebec. Afortunadamente, su cabeza ahora pesa más que la mía.

Ahora, al saber todo esto.

¿Usted quiere mi ayuda? ¿Confiara en mí?

Tome su mejor decisión, y hágamelo saber lo más pronto posible. Esperare su carta en compañía de Teo, y un par de cocos en las orillas del mar.

Espero que mi contestación no la asuste.

Atte.:

El príncipe traidor de Quebec. David. 

El príncipe de QuebecWhere stories live. Discover now