Capítulo 5

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Se despertó entre sudores con la respiración muy agitada, agarrando las sábanas con fuerza e intentando tranquilizarse.

El mismo sueño de siempre. Los mismos ojos azules.

Llevaba una semana allí, atrapado en Edén. Sus días se habían basado en despertarse a las 6 de la mañana, acudir a las duchas, las cuales compartía con algunos soldados de rango bajo que no hacían otra cosa que humillarle y burlarse de él, incluso a veces le daban alguna paliza por tonterías como no responder a sus preguntas o responderlas sin tener el permiso de hablar. Luego de aquello, iba a un inmenso comedor donde normalmente comía él solo. Solo algunas veces veía a personas llegar allí, esposados y con cadenas en sus pies, pero esas personas no las volvía a ver. Después, iba a la sala de investigación, o así lo habían llamado una vez, donde él hacía experimentos absurdos como cambiar de color una prenda de ropa o regenerar comida que ya estaba podrida. Chen pensaba que solo le estaban poniendo a prueba para analizar sus conocimientos, pero, ¿para qué?

En toda aquella semana no se había cruzado ni una sola vez con Chanyeol desde que se despidieron el primer día. Pero sí que había visto a aquellos dos misteriosos chicos, al de los ojos con heterocromía y al del pelo naranja. Ese último era el protagonista de todos sus sueños.

Los sueños eran todos muy parecidos. Él se encontraba corriendo por pasillos interminables, intentando encontrar una salida pero sin conseguirlo, como si aquello fuera un laberinto. Algo se escuchaba a sus espaldas, no sabría definir bien cuál era aquel sonido, pero estaba seguro de que era algo de lo que debía huir. Y al final de esos pasillos, justo antes de despertarse, lo único que veía eran unos ojos azules intensos que le miraban a él como si pudieran ver cada parte de su alma.

Y es que, durante toda aquella semana, ese chico y el otro habían sido llevados a la habitación que estaba justo en frente de la suya, con el objetivo de torturarlos al parecer. O tal vez de experimentar con ellos. Estaba confuso, no entendía nada.

Suspiró, cerrando los ojos y relajando los hombros. Movió la cabeza de lado a lado, haciéndola crujir, y luego estiró sus brazos hacia delante y hacia arriba, desentumeciendo sus músculos.

—Es una locura. —susurró, pasándose una mano por el pelo hacía atrás.

Quizás eran las 4 o 5 de la mañana. No tenía un reloj para saber aquello. Pero no podía seguir durmiendo una vez que despertaba, y su cuerpo pedía a gritos que se levantara de la cama y fuera a caminar. Bueno, tal vez no era su cuerpo el que se lo pedía, sino su mente.

Se destapó de las sábanas blancas de la cama y posó los pies sobre el suelo. Se puso de pie y, con los pies descalzos, empezó a andar hasta la puerta. Tomó el pomo y con mucho cuidado lo giró para abrir lentamente la puerta y salir al oscuro y frío pasillo. Un escalofrío recorrió toda su espalda, desde la nuca hasta el final de su columna vertebral. Eso no le detuvo y empezó a andar por uno de los pasillos, imitando la caminata que hacía todos los días para ir a su sala, salvo que esta vez no entró en ella, sino que se quedó observando la sala vacía de enfrente.

Sin cambiar la expresión de su rostro serio, siguió andando por aquel pasillo. No sabía hacia dónde se dirigía pero se dejaría guiar por sus pasos. Había tantos laboratorios en aquel sitio que aquello parecía convertirse en el laberinto de sus sueños.

Frenó sus pasos en seco al observar lo que había al otro lado de una cristalera. Una tenue luz le ayudaba a ver quién estaba al otro lado.

Era él.

Tomó aire y avanzó dos pasos hasta estar frente a la puerta de esa sala. Soltó el aire cuando abrió la puerta y pasó dentro, cerrando rápidamente tras él. Se quedó unos segundos allí, con la espalda pegada contra la puerta y bombeando aire, los sonidos de los latidos de su corazón sonando fuertemente en sus oídos.

Edén { SECHEN / CHANBAEK }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora